miércoles, agosto 18, 2010

Carta de Bofarull i Bofarull a Ripollet i Bohigas

Carta de Bofarull i Bofarull a Ripollet i Bohigas (anterior en este blog, 29 de junio)

Esta carta me la ha remitido mi corresponsal de Reus con la advertencia de que bajo ningún concepto dé señal alguna que pueda permitir identificarla (a la corresponsal), ya que, al revés que otra correspondencia relativamente pública, esta es privada, pese a su interés general, y si supieran que ella me la ha enviado… a saber qué podrían hacerle. Hasta adherirle un explosivo al cuerpo, como hicieron los gudaris catalufistas (que no catalanes) con otras personas hace años. Tomo nota.

“Mi querido discípulo y admirador Ripollet i Bohigas:

Lamento mucho tus experiencias con los gallegos, a decir verdad yo no las tengo mejores y, como bien señalas, los contactos con esa gente, los menos posibles y por teléfono. Ello aparte, no sabes hasta qué punto son tus cartas un bálsamo para este corazón dolorido por tantos desengaños, aparte de que, para colmo, por unos trabajos de la Pompeu Fabra tengo que pasar en Barcelona este agosto tan caluroso –para que luego digan los reaccionarios que lo del calentamiento global es un timo. Buen timo les daría a ellos en las costillas...--. Me llena de alegría saber por tus cartas el extraordinario y creciente auge de nuestro bello idioma –idioma de idiomas, podríamos llamarlo sin exagerar— en los lugares más avanzados del mundo, desde Grecia a Escandinavia y Escocia. Tengo noticias de que ocurre otro tanto en Inglaterra, Alemania y Francia, donde el estudio del catalán como segundo o tercer idioma no cesa de progresar, mientras que la lengua imperialista que nos oprime va siendo relegada a donde merece, el basurero de la historia.
Pero permíteme explicarte el pesimismo de las primeras líneas de esta carta. Porque me digo: ¿de qué nos vale que en Suecia progrese el catalán, si aquí mismo encontramos una creciente desatención por parte de los propios catalanes? Con auténtica desesperación he leído la encuesta que revela cómo la utilización exclusiva del catalán ha retrocedido diez u once puntos, mientras la abominable lengua opresora avanza. Solo me ha consolado un poco saber que, como contrapeso, también el árabe avanza en Cataluña, si bien debe reconocerse que le queda aún mucho camino, porque hoy por hoy solo lo habla, en exclusividad, el 2% de la gente, aunque como lengua menos exclusiva debe de ir ya por el 10% o cosa así. Añade a todo esto lo de los referendos independentistas organizados en las zonas más presunta y auténticamente catalanistas: ¡casi nadie se molesta en ir a votar! Y no deja de envenenarme la sesera el repugnante hecho de que solo un 35% de los catalanes haya votado el estatuto. ¿Qué puede esperarse de gente así?
Lo que más me indigna es comprobar el poco efecto de tantos años de esfuerzos denodados, de las inteligentes y progresistas medidas de la Generalitat para relegar la lengua y cultura foráneas impuesta por Castilla y su maldito Estado español. A veces, reflexionando en voz alta, me digo: "tenemos unos políticos de primera, unos políticos e intelectuales magníficos, pero, ¿se los merece una población abúlica y contagiada de un españolismo vergonzoso? ¿Vale la pena que nos rompamos los cuernos para tanta indiferencia y tanta collonada? Me desespero y echo sapos y culebras de estos descastados, que no hay manera con ellos. ¡Ah, y las banderas y los gritos cuando lo del Mundial de fútbol! Es que me habría liados a hostias con aquellas bandas de facinerosos que gritaban lo de “Soy español, español…”. Pues si son españoles, ¡que se vayan a España, joder! La Generalitat ahí ha fallado, pues debería haber mandado contra ellos a nuestros aguerridos batallones de mozos de escuadra, embrión del ejército que tarde o temprano hemos de tener… si no lo impiden los propios catalanes botiflers, cretinos, hijos de puta. A esos tipos habría que echarlos a puntapiés de los sagrados confines nacionales. Ya, ya sé que estas cosas no se pueden decir en público, que es contraproducente y todo eso, pero permite que por una vez me desahogue.
Fíjate, además, en la siniestra paradoja: ¿quiénes nos gobiernan en nuestra propia casa? El Montilla y su gente, unos charneguillos…¡Y lo están haciendo mejor que el mismo Pujol o que el mismo Mas! Los tíos se sienten más catalanes que muchos catalanes de diez generaciones. Parece un gran motivo de esperanza, ¿verdad? Pero no estoy seguro. Para empezar, el Montilla ese, después de tantos años, habla un catalán para echar a los perros, y además… ¡coño, qué quieres que te diga! ¡Tener que depender de los charnegos para la salvación de la patria…! ¡Adónde estamos llegando, en qué abyección estamos cayendo!
Entre todo esto y el calor de Barcelona, y que se ha averiado el aire acondicionado, estoy que trino, o por mejor decir, estoy terriblemente desconcertado y deprimido. Tengo la impresión de que así no vamos a ninguna parte. Perdona que no siga, pero no quiero contagiarte mi depre. Aunque sé que en cuanto pase este maldito calor volveré a ser el nacionalista orgulloso y animoso de siempre. En fin, te envío, a pesar de todo, un ¡ánimo, chaval! Y a seguir haciendo país por todas esas naciones europeas donde tan bien van nuestros asuntos, para compensar los de aquí.

Tu querido y admirado maestro

Francesc Bofarull i Bofarull, de la Pompeu Fabra y ex detective.


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/por-que-mienten-tanto-carta-de-bofarull-a-ripollet-6761/

No hay comentarios: