miercoles 5 de noviembre de 2008
Épica e histórica victoria de Obama
Pablo Sebastián
Ha sido una larga noche, una emocionante espera y una épica cabalgada de Barack Obama hacia la Casa Blanca, cuyo Despacho Oval acaba de conquistar con una contundente e importante victoria en unas elecciones históricas para Estados Unidos, en las que se han roto todas las viejas barreras del racismo, y para el mundo en general. Victoria de Obama y también del Partido Demócrata, que ha logrado unas cómodas mayorías en el Senado y en la Cámara de Representantes, lo que facilitará la gobernabilidad del ahora nuevo presidente electo de Estados Unidos, confirmando el deseo de cambio definitivo en el Gobierno de la nación como exigía Obama en su campaña electoral al grito de "sí podemos".
El mismo grito y el mismo mensaje que anoche el presidente ya electo de Estados Unidos transmitió a todos los americanos y a todo el mundo, poniendo en valor la fuerza de la democracia y de la libertad, a lo largo de un emocionante y electrizante discurso. Sus primeras palabras como el que será -prácticamente ya lo es- nuevo presidente de Estados Unidos. Un discurso en el que, recordando a Lincoln, pidió la unidad de todo el pueblo americano, al que avisó de los desafíos difíciles que tiene por delante, al que pidió sacrificios y gran responsabilidad y al que prometió escuchar y también conducir por el camino de la esperanza para sobrepasar todos los problemas pendientes, empezando por la crisis económica y siguiendo por las guerras de Iraq y Afganistán, hablando de un tiempo nuevo y también de un nuevo patriotismo. Pero sobre todo insistiendo en que la democracia, la fuerza de los votos y de la libertad es lo más importante para alcanzar las metas que cada uno se propone. Y, por eso, arrancó sus palabras diciendo: "Si alguien dudaba de la fuerza de la democracia, en esta victoria está la prueba de que es real".
Por su parte, el derrotado John McCain, al reconocer su fracaso, hizo el que sin duda fue el mejor discurso de su campaña electoral, elogiando a Obama sin resquemor, pidiendo la unidad de todos los norteamericanos y subrayando la importancia que tiene el que un hombre afroamericano, de piel negra, ha conseguido la presidencia del país más poderoso de la Tierra, como prueba de la libertad y la democracia que imperan en la gran nación de Estados Unidos.
Elecciones, pues, históricas en Estados Unidos porque es la primera vez que un ciudadano negro, rompiendo todas las barreras del racismo, llega a la presidencia de la primera potencia del mundo; porque Barack Obama ha conseguido un gran triunfo subido en una ola de entusiasmo desatada en su país y también fuera de las fronteras norteamericanas; porque ya se anuncia la retirada de las tropas de los Estados en la fatídica guerra de Iraq; porque las relaciones entre Washington y las primeras naciones europeas serán más estrechas y sólidas (España aquí incluida de especial manera); porque el carisma y liderazgo de Obama tendrá un efecto positivo y de confianza en la crisis económica y financiera americana y del resto del mundo.
Una histórica victoria porque se pone punto final a la presidencia nefasta que ha sufrido la potencia americana bajo el doble mandato de George W. Bush, al que sorprendieron los atentados del 11-S, el que abrió la guerra ilegal de Iraq y hundió, por falta de controles, el sistema financiero del mundo occidental, entre otros muchos desastres que acompañaron su paso por la Casa Blanca, como el recorte de libertades y derechos civiles (véase lo ocurrido en Guantánamo), con el argumento o la excusa de la guerra sin cuartel contra el terrorismo.
Ahora bien, vamos a ver si las expectativas depositadas en Obama no se desinflan con el peso de la púrpura del manto del nuevo emperador, y por el peso y las presiones de los poderosos grupos de presión de Washington, la gran capital americana a la que Obama prometió llevar el cambio y otras y democráticas maneras de gobernar. Como también prometió "cambiar el mundo" con un discurso progresista en sus inicios y más moderado en la recta final de la campaña electoral. Ahora vamos a ver al verdadero y más pragmático Obama, ese que imponía su fuerza y su carisma por encima de cualquier posicionamiento idealista o izquierdista, que en todo caso será progresista si lo comparamos con los fracasados "neocon" de George W. Bush.
El triunfo de Obama frente a McCain ha sido más fácil de lo que se veía venir, confirmando y superando lo que decían los sondeos preelectorales. Lo más difícil fue su nominación como candidato demócrata tras una dura pelea con Hillary Clinton, y cerca de un año de agotadora campaña electoral en la que el hoy presidente electo de Estados Unidos demostró una fortaleza sorprendente, salvando uno tras otro todos los obstáculos que le pusieron en su carrera de fondo. Sin olvidar el juego sucio o los golpes bajos que le llegaron de las propias filas demócratas en la precampaña de nominación del candidato de este partido, y más tarde los duros ataques, calumniosos muchos de ellos, de McCain y Palin, que se atrevieron a llamarlo "amigo de terroristas" o "socialista peligroso", entre otras muchas cosas.
Ahora, el apasionante maratón que ha tenido en vilo a todo el mundo se ha terminado, y aunque no conviene olvidar las dificultades de la carrera de este esforzado corredor y luchador que es Obama, es la hora de pensar en el nuevo ciclo que se abre bajo su presidencia, en estos tiempos tan difíciles en los que los problemas económicos y financieros que se convirtieron en tema central de la campaña electoral -y que tanto beneficiaron al candidato demócrata- los va a tener ahora Obama enfrente y se van a convertir en la prueba de fuego de su estreno presidencial.
La misma crisis económica que eclipsó la campaña del esforzado McCain, empeñado en presentarse como el hombre fuerte de la política internacional y de la seguridad, luciendo sus estrellas de héroe en la guerra de Vietnam y su experiencia como senador "rebelde". Crisis de la economía que, para colmo, ha proyectado sobre McCain y el Partido Republicano la alargada y nefasta sombra de Bush, causando estragos en su estrategia electoral. En la que también ha influido, muy negativamente, la presencia de Sarah Palin, con sus posiciones ultraconservadoras y su escasa experiencia política, que la gobernadora de Alaska ha enriquecido en esta campaña hasta el punto de creerse preparada para ser futura candidata presidencial de los republicanos en el 2012.
La crisis de la economía y los graves problemas sociales que arrastra Estados Unidos serán la prueba de fuego de Obama, pero también lo serán las guerras de Iraq y de Afganistán, las relaciones internacionales con los países mas posicionados en la izquierda -Rusia, China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Brasil, etc.-, así como con la Unión Europea, hoy más conservadora -al menos en Francia, Alemania e Italia-, y la OTAN. Sin perder de vista sus críticas a la guerra de Iraq, que en cierta manera le obligan a un mayor respeto por la ONU y por los países desheredados del planeta. Especialmente por los del continente africano, porque no hay que olvidar que en Kenia, el país del padre de Obama, donde aún vive una parte de su familia, la presencia del presidente negro en la Casa Blanca va a provocar grandes expectativas, como en todo el continente africano.
Pero, sobre todo, la presidencia de Estados Unidos nos va a mostrar el verdadero temple y el verdadero rostro de Barack Obama, porque hasta este momento su perfil político estaba muy marcado por su carisma personal y la gran novedad de su color de piel, aunque su posicionamiento ideológico es una verdadera incógnita que oscila entre el centro y la izquierda. Siendo Obama más izquierdista en las primarias frente a Hillary, y más moderado frente a McCain. ¿Cuál será su verdadero rostro como presidente? En ello no sólo van a contar los sentimientos personales del nuevo presidente y los compromisos electorales contraídos, sino el peso del establishment de la capital americana, los demonios y poderes fácticos de Washington contra los que prometen luchar todos los candidatos -incluso McCain-, pero que luego, poco a poco, acaban atenazando la labor presidencial, obligando al presidente a una mayor moderación, y en el caso de Obama puede también que a recortar sus grandes promesas de "cambio".
Las que Obama hizo frente a los ciudadanos americanos, pero también ante todo el planeta, porque se comprometió ni más ni menos que a "cambiar el mundo" para bien de todos sus habitantes y naciones. Pues vamos a ver si llega el cambio, para empezar, en Washington y si se proyecta fuera de las fronteras americanas. Vamos a ver muy pronto el verdadero rostro de este joven, audaz y brillante presidente electo que es la viva imagen del "sueño americano", y también la esperanza de muchos de sus ciudadanos de otros países del mundo globalizado y comunicado.
El eslogan de la campaña electoral de Obama ha sido el "sí se puede" y la hora del cambio. Ahora le toca a Obama cumplir lo que prometió y dar la talla que muchos ciudadanos y muchos países esperan de él. España aquí incluida, y de una manera muy especial el presidente Zapatero, que tendrá una oportunidad para recuperar con Estados Unidos una relación que no existió durante los pasados cuatro años de Bush, aunque esperemos que el presidente español, tan propicio a la euforia y al optimismo, no eche demasiado pronto las campanas al vuelo, porque su problema no sólo fue con Bush sino también con Estados Unidos, como lo recordó en su día el hoy vicepresidente electo Biden, tras la intempestiva retirada de las tropas españolas que estaban desplegadas en Iraq. El precio que quizás va a tener que pagar Zapatero para la normalización diplomática y política con la Casa Blanca seguramente pasará por el envío de más tropas españolas a la guerra de Afganistán.
Aunque esta cuestión, que nos toca tan de cerca, no es de máxima urgencia. Ahora la noticia está en el color y el carisma y la gran victoria del nuevo presidente de Estados Unidos tras la nefasta doble presidencia de Bush. Sin duda una importante e histórica noticia que abre un tiempo nuevo en Estados Unidos y en el mundo. Un tiempo esperado porque el planeta vive un ciclo duro y marcado por la crisis económica, financiera y el fantasma de la recesión, que no deja de pasear su negra sombra sobre todos los países del mundo y sobre los desheredados de la Tierra de una manera mortífera y fatal.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/51698.asp
miércoles, noviembre 05, 2008
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