miercoles 5 de noviembre de 2008
Obama gana y reflexiona
Germán Yanke
Triunfo claro de Obama, aunque no tan apabullante como apuntaba la mayoría de los sondeos, sobre todo en el cómputo general de votos emitidos. La resistencia de McCain tiene, quizá, dos lecturas complementarias. La primera es que la realidad norteamericana, la percepción interna de lo que allí ocurre o puede ocurrir en el futuro inmediato, es distinta de cómo se ve aquel país desde fuera, desde Europa especialmente, en donde Obama habría arrasado como se pensaba que podía pasar en Estados Unidos. La segunda, fundamental, y que coincide con la primera de las causas del triunfo del candidato demócrata, es que el peso del Partido Republicano, de la gestión de Bush estos últimos años, era demasiado gravoso incluso para un heterodoxo en el partido que quería desligarse, sin éxito, de la herencia de la actual Administración. Tanto peso que seguramente la candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin, elegida para movilizar a los republicanos a los que no llegaba McCain, ha supuesto más una dificultad que una ayuda en el meollo del cuerpo electoral que, sobre toda otra consideración, parece harto de los republicanos y del equipo del actual presidente.
Y el carácter "antirrepublicano" de la campaña de Obama ha sido, en ese escenario, un gran éxito. Lo fue en las primarias porque tuvo mayor recorrido que la actitud centrista de Hillary Clinton a pesar de la dureza de una batalla tan ajustada. Y lo ha sido en la campaña presidencial, en la que el lastre republicano (la guerra de Iraq, el desprestigio de Bush, la tremenda crisis económica de estos últimos meses) ha hecho que la insistencia de Obama en los aspectos más radicales, o más a la izquierda -si esto no se interpreta exactamente como en Europa-, ha construido un proyecto virtual y una campaña que algunos expertos han calificado de "perfecta". Ha ayudado a ello, sin duda, el perfil atractivo del candidato demócrata, icono del cambio en todos los sentidos, y su capacidad de encandilar a las audiencias. Ha dominado tanto los nuevos y modernos cauces de comunicación, entre ellos internet, como el aspecto más tradicional de la acción política: los discursos clásicos, la retórica de los mítines y la relación con los sectores activos y las multitudes receptoras de los mensajes.
Pero la combinación de todo ello (el triunfo evidente, la resistencia de McCain, el trasfondo del propio debate en las primarias con Hillary Clinton) ha hecho que, en cuanto se aseguraba el éxito demócrata, los más cercanos asesores de Obama se apresuraran a plantear un horizonte menos radical que el que podría deducirse de la campaña y de las propuestas en materias tan sensibles como la economía, la seguridad y las relaciones exteriores. Es un dato inicial interesante que responde más al reparto de votos que al triunfo de Obama, como si se reconociese de inmediato que el cambio que se ha votado no significa exactamente que Estados Unidos haya cambiado radicalmente. La herencia que recibe, que le ha ayudado estratégicamente, se convierte ahora en un problema (o varios más bien) que debe ser gestionado con más cuidado que alegría, pensando más en un mañana complicado que en una jornada electoral tan exitosa.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/51697.asp
miércoles, noviembre 05, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario