martes, noviembre 18, 2008

La invención del Pacífico

martes 18 de noviembre de 2008
Hasta ahí llegaron los españoles que aún no eran expañoles

La invención del Pacífico

Hubo un tiempo en que el océano Pacífico fue un lago español. A ambos extremos de la mayor masa acuática del planeta había tierras que reconocían la soberanía del rey de España. Durante muchos años tan sólo las naves españolas surcaban el océano de costa a costa. Y este hito, fundamental en la historia de la humanidad, es prácticamente pasto del olvido.

IKER IZQUIERDO FERNÁNDEZ

18 de noviembre de 2008

Hubo un tiempo en que el océano Pacífico fue un lago español. A ambos extremos de la mayor masa acuática del planeta había tierras que reconocían la soberanía del rey de España. Durante muchos años tan sólo las naves españolas surcaban el océano de costa a costa. Y este hito, fundamental en la historia de la humanidad, es prácticamente pasto del olvido.

En mi empeño personal por encontrar un vínculo histórico y sólido entre España y Asia me he tropezado con un libro que pasó desapercibido en nuestro país (excepto para un puñado de especialistas) cuando fue publicado hace dos años por la fundación Casa Asia. Ningún periódico se hizo eco del acontecimiento, ninguna supuesta autoridad supuestamente competente comentó algo al respecto. Silencio absoluto. Sin embargo, este libro supone el reconocimiento moderno de la importancia de España en la configuración del Pacífico como entidad histórica autocomprensible. El título de este libro es cuando menos revelador de la tesis que propone: El lago español, de O. H. K. Spate.

Primero desde Sevilla y después desde las costas occidentales de Nueva España salieron expediciones más o menos regulares durante todo el siglo XVI para explorar, y en caso propicio, colonizar el llamado por aquellos días Mar del Sur: desde la más importante, la primera, llevada a cabo por Magallanes y Elcano, que realizaron la monumental hazaña de circunnavegar el globo terráqueo en 1520-1522, hasta la de 1565 en que Urdaneta encontró la ruta de regreso desde Filipinas a México. Era la primera vez en la historia que todas las tierras del planeta (a excepción de Australia) quedaban ya interconectadas para siempre. El descubrimiento de las rutas marítimas del Pacífico dio paso al primer intento de globalización en la historia humana: el Imperio Español.

Desde ese momento acontecimientos que ocurrían en Europa o América influirían decisivamente en Asia, y viceversa. La débil línea de comunicación que unía la costa occidental americana con las islas Filipinas daría lugar a enormes transformaciones en el mundo asiático. El viaje anual del legendario Galeón de Manila hizo posible que en nuestros días, el profesor Spate, emulando la obra del gran Pierre Chaunu, Sevilla y el Atlántico, pueda hablar en su obra de “Sevilla y el Pacífico”. Las enormes remesas de oro y plata del Nuevo Mundo pasaban por Sevilla, se desparramaban por Europa y después salían de sus puertos para comprar especias y otros productos en las costas de China y del Sudeste Asiático. A finales del siglo XVI, cuando el asentamiento en Luzón, Manila, estaba más o menos asegurado, el rey permitió también que parte de la plata de Nueva España se dirigiera a Filipinas. Allí, las élites coloniales la utilizarían para el comercio con China, que pronto se vería inundada de plata americana y nuevos cultivos que al igual que en Europa permitió una gran expansión agrícola pero también enormes trastornos económicos fruto del calentamiento excesivo de la economía. Los problemas ocasionados por la inflación en China a principios del siglo XVII originaron revueltas populares que en última instancia acabarían con la caída de la dinastía Ming a manos de los manchúes en 1644. También la decisiva presencia de los españoles en el Pacífico occidental trajeron como consecuencia el cierre de Japón durante dos siglos, pues la mayor facilidad de acceso a las costas asiáticas provocadas por el descubrimiento de la ruta de regreso a Nueva España animó a franciscanos y dominicos, que habían llevado a cabo la evangelización de América, a adentrarse en tierras “espiritualmente” vírgenes, y con ellos trajeron una concepción más intransigente de la evangelización, hasta entonces practicada en exclusiva por los jesuitas. Tras la grave revuelta de Shimabara de 1639, de inspiración cristiana, y ante los temores de una invasión española, el shogun Tokugawa Iemitsu decidió aislar Japón. El primer europeo en pisar tierras coreanas fue el español Francisco de Céspedes, que llegó al País de la Calma Matutina en 1596 en la expedición militar del shogun Toyotomi Hideyoshi que pretendía conquistar China. La costa occidental de Taiwan todavía conserva los restos de dos antiguos asentamientos españoles de mediados del siglo XVII. La gran isla de Nueva Guinea fue así nombrada por parecerles, a los expedicionarios españoles que la hollaron por primera vez, que sus habitantes se parecían mucho a los de la Guinea africana.

Toda la geografía del Pacífico occidental está jalonada de topónimos españoles. Hechos decisivos en la historia de países tan importantes como puedan ser hoy China, Japón, Corea u otros del Sudeste Asiático no pueden entenderse sin la acción española en América y el gran océano. Las aventuras de los españoles en el Pacífico hubieran dado para montones de películas estilo Hollywood, pero holandeses, ingleses y finalmente norteamericanos se hicieron sucesivamente con el control de las rutas marítimas y las tierras occidentales del Pacífico, y provocaron el olvido y el desconocimiento de lo que un día fue un lago español.

Como ya he dejado dicho en algún artículo anterior creo que Asia es el nuevo polo dinamizador de la economía mundial y que el liderazgo mundial se está desplazando a esa región del mundo. Sería entonces bueno para España recordar y recuperar una historia tan apasionante como desafortunadamente desconocida o descuidada. Quizás cuando los gobiernos de turno destierren el actual provincianismo de nuestro deplorable y atomizado sistema educativo, las nuevas generaciones puedan descubrir, con asombro, la quizá no tan débil línea histórica que nos une con Asia, y también que España, descubriendo el Pacífico, cambió la historia del mundo para siempre.

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2861

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