miércoles, noviembre 05, 2008

Jose Oneto, Obama, un sueño hecho realidad

jueves 6 de noviembre de 2008
Obama: un sueño hecho realidad

José Oneto

Probablemente, el único diario del mundo que no ha sacado a Barack Obama en portada sea El Periódico de Cataluña . Su primera página de esta mañana histórica de noviembre es todo un símbolo de una nueva era, la ocupa en toda su extensión Martin Luther King y un título. "Ya no es un sueño", porque 46 años después del histórico discurso del líder afroamericano, Obama se convierte en el primer presidente negro de Estados Unidos.

No sólo es que un negro haya llegado a la Casa Blanca, es que ese negro, hijo de nigeriano y americana, joven, cautivador de la palabra, seguro de sí mismo, ha prometido no sólo cambiar Estados Unidos, sumido en una de las peores crisis de la Historia, sino el mundo, un mundo decepcionado con una Administración republicana que ha violado gran parte de los principios en los que se ha basado la credibilidad de la primera potencia del mundo.

Obama no sólo es el líder de los negros, de los latinos, de los que siempre han votado demócrata a pesar de las dificultades y de los errores de muchos de sus presidentes, es también el líder de los más comprometidos liberales del país, incluso de muchos republicanos que han venido creyendo en el "conservadurismo compasivo", de los que han venido apoyando a un Bush que ha desaparecido de la escena y que, escondido en el armario, ni siquiera se ha atrevido a salir de él, a dar la cara en la jornada electoral y ha preferido el anonimato del voto por correo.

Por eso sus primeras palabras horas después de conocer su espectacular triunfo son reveladoras de lo que ha sido la etapa política que se cierra y de la vitalidad de una nación. "Resistamos la tentación de volver a caer en la misma división partidista que ha envenenado nuestra política por tanto tiempo".

"Si hay alguien ahí fuera que todavía duda de que América es un lugar donde todas las cosas son posibles, que aún se pregunta si el sueño de nuestros fundadores está vivo en nuestros días, que aún cuestiona el poder de nuestra democracia, esta noche es su respuesta".

Ha sido el milagro de una nación discutiendo con su conciencia, según propia expresión de Barack Obama acuñada en su autobiografía Los sueños de mi padre, una historia de raza y de herencia (Editorial Almed, 2008), escrito cuando el senador de Illinois y ya ahora presidente de Estados Unidos, tenía apenas treinta y tres años, antes siquiera de que comenzase su carrera política y cuando emprendió un camino iniciático a la búsqueda de sus orígenes, de las vicisitudes de una vida dividida entre dos mundos: el de los blancos y el de los negros, el de sus orígenes norteamericanos y los africanos.

Ya entonces, como King, Obama hablaba de un "sueño", del "sueño" de su padre, de la historia de su raza y de la herencia que había recibido de dos culturas totalmente distintas y contrapuestas.

La victoria de Barack Obama, el primer negro que llega a la Casa Blanca después de que la mayoría de los 130 millones de norteamericanos lo eligieran en diálogo con su conciencia, no sólo es un acontecimiento histórico en una coyuntura histórica sino que supone la recuperación de una ilusión perdida.

Perdida en dos guerras inútiles (Iraq y Afganistán), en un poderío económico hundido por los excesos del mercado y por el contubernio con los mercaderes instalados en el establishment, perdida en una carrera suicida y casi religiosa por quienes incluso creen que pueden hablar con Dios, que ha llevado a Estados Unidos y al mundo a uno de sus peores momentos políticos, económicos, estratégicos y geopolíticos.

Igualmente ha sido también el triunfo, utilizando el lenguaje de Obama, del espíritu de Jefferson y Lincoln, de la lucha de Martin, de Malcom y de los manifestantes anónimos que dan vida a esas palabras con las que se discute con la propia conciencia.

El triunfo, escribe Obama, "de esas voces que claman pidiendo que se les reconozca, todos haciendo las mismas preguntas que yo, a veces, en medio de la noche, me encontraba haciéndole al Viejo [su padre]. ¿Qué representa nuestra Comunidad y como puede reconciliarse con nuestra libertad? ¿Hasta dónde alcanzan nuestras obligaciones? ¿Cómo transformar el poder en Justicia, los sentimientos en amor?".

Lo que parecía un milagro ha sido posible y un Barack Obama que ha hecho una de las campañas más brillantes en la historia electoral norteamericana ha cambiado no sólo el color de la historia (que se lo pregunten al joven negro James Meredich, hoy tiene 75 años, que tuvo que ir, durante la presidencia de Kennedy, para inscribirse en la Universidad de Misisipi protegido por cientos de agentes federales y hasta por el propio Ejército), sino la misma historia con un mensaje nuevo, ilusionante y de profundo cambio.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/51781.asp

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