miércoles, noviembre 05, 2008

Jose Melendez, Recesion, otra palabra maldita

jueves 6 de noviembre de 2008
Recesión, otra palabra maldita

José Meléndez

L OS que creen que la Economía es una ciencia exacta, con reglas precisas que están contenidas en esos antipáticos libros de matemáticas a los que a muchos les da vértigo asomarse desde la edad parvular, están equivocados y ahí está nuestro presidente de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero para demostrarlo, que para eso se aprendió la asignatura en dos tardes..

Las reglas de la Economía dicen que cuando el PIB de un país baja a niveles de crisis dos trimestres seguidos, este país entra en recesión económica, lo que quiere decir desempleo, inflación, déficit público y paralización parcial o total del tejido productivo. Eso, según el dictamen del consejero de Asuntos Económicos de la Unión Europea, Joaquín Almunia -que, además, fue ministro en un gobierno socialista y líder efímero del PSOE-. Es lo que está ocurriendo en España. Bueno, pues no. Según Zapatero, que todavía no ha pronunciado la palabra “crisis”, la situación económica actual de España es de “grandes dificultades económicas”, de “bloqueo económico profundo” y de “turbulencias financieras”, todo ello producido por causas exógenas, como es el precio del petróleo y la crisis financiera internacional con un culpable que no es otro que George Bush. Eso lo tiene bien claro nuestro presidente y por eso está explorando todos los caminos posibles para poder estar el 14 y 15 de este mes en la reunión del G20 en Washington, de la que fue excluida España por los errores de su gobierno y la escasa atención que Zapatero ha dedicado durante su mandato a los asuntos internacionales. Zapatero y Estados Unidos tienen un problema de sillas. Como nuestro presidente no se levantó de la suya al paso de la bandera estadounidense, ahora le quitan la del G20 y ahí lo tenemos mendigando un hueco que, en el mejor de los casos, sería de portavoz iberoamericano, de suplente en el banquillo francés o, simplemente, de oyente, pero sin voto y de pie porque todas las sillas están ya ocupadas.

Pero a pesar de todos los equilibrios lingüísticos de sinónimos, silogismos y demás tretas semánticas, la recesión está aquí, amenazándonos a todos con un negro panorama de penurias que según los vaticinios de los expertos, durará hasta mas allá del 2.009. Y ante esta realidad, Zapatero y su gobierno no hacen mas que arrojar un insuficiente lastre para tratar de impedir el naufragio y adoptar sobre la marcha medidas que por su levedad y falta de fundamentos se antojan parches. ¿Se acuerdan ustedes del enfado de Solbes en su debate preelectoral con el popular Pizarro cuando éste le dijo que estábamos en crisis y apuntó las medidas adecuadas para frenarla? Pues resulta que Pizarro llevaba razón. Había crisis y grande, alevosamente ocultada por razones electorales y Pizarro apuntó las soluciones que ahora el gobierno de Zapatero está poniendo en práctica, pero en pequeñas e insuficientes dosis.

Según los manuales de Economía, una recesión se combate con una drástica reducción del gasto público, una bajada de impuestos directos e indirectos para que los ciudadanos puedan hacer frente a la carestía de vida, flexibilidad en el mercado laboral y políticas de empleo como son las ayudas e incentivos a las pequeñas y medianas empresas, que generan el 40 por ciento del empleo en España. Pero nada se ha hecho en ese sentido hasta ahora. El gobierno ha anunciado a bombo y platillo medidas como los 5.000 millones de euros para que los bancos salgan de apuros o la garantía de los depósitos de los ahorradores, que es la mas acertada y necesaria de todas las medidas que se han tomado hasta ahora, pero que no resuelve la atonía crediticia que padece el país. Las recientes decisiones de conceder una moratoria de dos años para el 50 por ciento de las hipotecas contraídas para parados y autónomos con bajo nivel de ingresos, son positivas por su naturaleza, pero nacen lastradas por sus limitaciones, porque poner un límite de 170.000 euros a las hipotecas que pueden acogerse a ellas, cuando la media hipotecaria está en 190.000, representa que solo se beneficiarán 500.000 familias, cuando el número de parados y trabajadores con ingresos insuficientes asciende a 8 millones. Son, por tanto, medidas cosméticas, para demostrar que se hace algo, tomadas sobre la marcha y poco pensadas y, sobre todo, inviables si no se toman a la vez medidas para reducir el gasto, porque las arcas del Estado están exhaustas.

Un ejemplo de la reticencia del gobierno socialista a bajar los impuestos lo tenemos en el precio de las gasolinas. El precio del petróleo crudo, cuya trayectoria ascendente ha tenido mucho que ver con la inflación que padecemos, ha bajado en los últimos meses un 35 por ciento y, sin embargo, el precio de las gasolinas y gasóleos para los consumidores lo ha hecho solo en un 9 por ciento. ¿Dónde se ha quedado la diferencia, además de engrosar la bolsa de las petroleras?.

Otro de los actuales caballos de batalla de Zapatero en estos momentos de crisis es su blasonar que en medio de las dificultades ha diseñado unos presupuestos generales que siguen incentivando las políticas sociales. Esa es otra mentira. La mejor política social que existe es el fomento del empleo y cuando se contabilizan casi tres millones de parados, se produce una continua destrucción del empleos y los vaticinios indican que el año próximo pasaremos holgadamente de los tres millones de desempleados y no puede desarrollarse una ley tan necesaria y humanitaria como la de Dependencia por falta de dinero, hay que tener mucha desvergüenza para no reconocer que esas políticas sociales han fracasado.

Pero así están las osas y mientras el electorado aguante, Zapatero no tiene que quebrarse mucho la cabeza en busca de posibles soluciones. Le basta con tomar una silla -¡otra vez las sillas!- y sentarse a esperar que escampe.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4898

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