Vuelta a lo básico
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Viernes, 14-11-08
LO peor que puede ocurrir a la reunión de Washington es elevar sus expectativas por encima de sus posibilidades. Desde «reinventar el capitalismo» de la derecha norteamericana a «volver al socialismo» de la izquierda europea. El capitalismo no hay que reinventarlo, está inventado desde que hay hombres sobre la tierra. El egoísmo, la codicia, la ambición son partes inherentes a la naturaleza humana. Es verdad que hay hombres y mujeres generosos, desinteresados, dispuestos a sacrificarse por los demás y a distribuir el producto de su trabajo. Nosotros mismos tenemos de vez en cuando esos rasgos. Pero hay que reconocer que a diario, lo que nos mueve es la ambición de alcanzar cotas más altas. Y es la suma de todas esas ambiciones individuales lo que hace avanzar las sociedades. El capitalismo lo ha comprendido y libera las ambiciones individuales para que de ellas pueda beneficiarse la nación en su conjunto. Con serios riesgos, desde luego. El primero, que habiendo personas más ambiciosas, trabajadoras y hábiles que otras, habrá diferencias entre ellas. El segundo, más grave, que dejar suelta la ambición, el egoísmo y la codicia lleva a la ley de la selva, al capitalismo salvaje, que contradice la razón y la ética.
Pero el remedio de la izquierda, «el estado de la razón» que dispone racionalmente todas las actividades, mata la iniciativa individual y, como no siempre la realidad es racional, termina construyendo campos de concentración para quienes se niegan a acatar las directrices del Estado, mientras cunde la pobreza para todos menos para los dirigentes. Hemos tenido ejemplos bien recientes: el estalinismo, el maoísmo, el khamerrojismo. No, el capitalismo no necesita ser reinventado ni, menos, ser sustituido por el socialismo de cualquier clase. Necesita ser controlado, vigilado, para que no se desboque y mantenga el equilibrio entre la libertad de mercado y las regulaciones del mercado, entre los beneficios responsables y los beneficios irresponsables, entre las transacciones financieras y las especulaciones financieras. No se puede crear riqueza sin libre mercado, ni el libre mercado puede crear auténtica riqueza sin regulaciones. El gobierno no puede sustituir a la iniciativa privada, ni la iniciativa privada puede sustituir a las normas gubernamentales. Así de sencillo y categórico.
Lo que hemos tenido en los últimos años es una orgía desreguladora que dejó sueltos el egoísmo, la codicia, la ambición, hasta terminar rompiendo el equilibrio no sólo social, sino también económico. Nos olvidamos de que la riqueza se obtiene con el trabajo, con el esfuerzo, con el ahorro, fiándolo todo a la especulación («compro hoy un piso, y lo vendo el año que viene al doble», «doy créditos a boleo, y gano mucho dinero»), mientras los estados se olvidaban de su labor fiscalizadora. La reunión de Washington sólo tiene que devolver a cada uno a su sitio: los empresarios a sus empresas, los banqueros a sus bancos y los gobiernos a gobernar. ¿Lo conseguirá? No estoy nada seguro
http://www.abc.es/20081114/opinion-firmas/vuelta-basico-20081114.html
viernes, noviembre 14, 2008
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