miércoles, noviembre 05, 2008

Felix Arbolí, Las polemicas confidencias de la Reina

jueves 6 de noviembre de 2008

Las polémicas confidencias de la Reina

Félix Arbolí

L A publicación de un nuevo libro sobre la Reina por la periodista Pilar Urbano, ha armado tal revuelo que ha desplazado a un segundo lugar la crisis económica que tiene asfixiado al país y la asistencia o ausencia de Zapatero a la famosa cumbre. Ese empeño que le tiene desesperado buscando a alguien que sí asista para acoplarse a su comitiva aunque sea en calidad de “invitado de piedra” y poder pasar a ese salón donde el inefable y ya casi finiquitado Bush le ha vetado su presencia. Veremos a ver que tal se lleva con Obama.

Pilar Urbano, que es también miembro del “Opus Dei”, - cuyo santificado fundador reclamó y obtuvo el marquesado de Peralta, aunque según publica en “Google” Ricardo de la Cierva no le correspondiera-, ha logrado con su polémico libro un auténtico vendaval de enconadas opiniones, que la han hecho convertirse en la “mujer del día” más alabada y criticada. La publicación ha provocado un inusitado interés y no menos escándalo ante las confidencias de la Reina sobre una serie de temas, que a mi parecer,- no quiero asegurar aquello de lo que no estoy plenamente informado-, se hicieron fuera de contexto, o como se suele decir “off the record”, en esos momentos en los que acabado el formulario se inician las charlas informales y amigables. Como periodista me he visto muchas veces en esas ocasiones donde entrevistador y entrevistado comentan asuntos personales una vez acabado el interrogatorio, y que fiados en esa esperada confidencialidad suelen ser los más sabrosos e impactantes, aunque por deontología profesional no los he publicado. Quizás no fuera una decisión acertada en términos meramente periodísticos, pero jamás me he arrepentido ello. Causa sin duda de que no haya escalado esas alturas de otros compañeros con menos complejos y más oscuras ambiciones.

Puedo afirmar que se han utilizado más páginas en comentarios y críticas que las que tiene el libro de la discordia. Yo en uso de la libertad de expresión, (reconocida por la Constitución en su artículo 20, Punto 1 y apartado a), me alíneo sin la menor vacilación en lo declarado por la Reina en todas y cada una de sus opiniones, salvo las estrictamente familiares en las que no entro y las referidas a la política internacional donde no quiero pronunciarme, porque me es difícil creer que una persona tan discreta e inteligente como nuestra Reina haya podido comentar tales asuntos de esa manera en una entrevista oficial. Estimo asimismo que un profesional responsable y que obre de buena fe no debería publicarlos, en evitación de posibles y negativas consecuencias que no repercutirían en el interés del libro en cuestión. Este cúmulo de indiscreciones me parecen un auténtico golpe bajo y una manera poco ética de corresponder al gesto y la deferencia de la Reina dedicándome en exclusiva tantos días y momentos de su ajustado tiempo. Conste que no he sido, ni soy monárquico, aunque tampoco me haga tilín la República si ésta sigue los derroteros de las anteriormente padecidas, pero reconozco y admiro la dignidad y ejemplar ejecutoria de nuestra Reina en todos los años que lleva al frente de tan alta institución. Sin obviar su humanidad y solidaridad tantas veces demostradas en todos sus actos. Posee un arte innato en saber descender al pueblo más sencillo y mezclarse y compartir sus penas y alegrías, sin que pierda el áurea y la grandeza de su realeza.

Yo estoy en contra del aborto y no por beaterías o desfasadas ideas inculcadas, que son los pretextos que suelen oponer los abortistas, sino porque con todos mis respetos a la libertad y al derecho de toda mujer, estimo que debe prevalecer en estos casos el derecho inalienable de todo ser a la vida desde el momento de ser concebido. Y ese embrión que hoy podemos apreciar con todo detalle gracias a la ecografía es a todas luces y con todas las garantías un nuevo ser que ya existe y se está desarrollando. Un hijo que por egoísmo, comodidad o falta de sensibilidad de su propia madre se elimina sin el menor dolor, responsabilidad y remordimiento. Que la Reina, como mujer y como madre, manifieste su punto de vista sobre esta cuestión no es motivo para que salten las alarmas y se disparen las críticas. Más ignominiosa a mi entender hubiera sido la postura contraria.

Recuerdo que cuando teníamos la pareja y nació una nueva niña, desgraciadamente muerta, decidimos que era la hora de echar el freno. No obstante, no sé si por un despiste o por algún fallo en los cálculos, mi mujer volvió a quedar embarazada. Nada más comprobar la noticia y comentárselo a una amiga, nos recomendó abortar y hasta nos quiso facilitar la dirección de un médico que podría realizarlo, cuando esa acción estaba penada por la ley. Eran otros tiempos. ¡Ni se nos pasó por la mente tal monstruosidad!. ¿Quitarle a mi hijo la posibilidad de nacer?. ¿Asesinarlo aprovechando su indefensa posición?. No podría vivir tranquilo el resto de mis días. Hoy ese hijo del despiste es uno de mis mayores orgullos y su cariño, dedicación y ternura mi más firme soporte y aliciente. Por sus especiales circunstancias ha sido una auténtica bendición verlo crecer y formar su propia familia y doy gracias a Dios por ese enorme regalo que nos hizo.

Otro punto en consideración y exagerada crítica ha sido la referente al matrimonio gay. En algunos de mis artículos, que están ahí, siempre he manifestado que respeto el que dos hombres o dos mujeres se amen. Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le venga en ganas, siempre que expresen sus sentimientos en la intimidad de sus hogares o sitios adecuados, al igual que si se tratara de una pareja heterosexual. En lo que no estoy nada de acuerdo es que utilicen las calles y lugares públicos como escenarios de sus demostraciones amorosas y hasta eróticas sin importarles el vergonzoso efecto que causan. Y en este aspecto me refiero igualmente a los heterosexuales. Creo que el verdadero amor debe ser una manera íntima y sincera de entregarse mutuamente sin necesidad de testigos y bambalinas. Por ello mi total desacuerdo en esa exhibición grotesca y carnavalesca de esas carrozas y esperpénticas representaciones y mascaradas con ocasión del día del orgullo gay. ¿Qué pretenden demostrar con ello, que son diferentes al resto de los que no nos sumamos a sus orgías callejeras?. Pues si es eso, lo consiguen plenamente y me alegro por mi. Amor y sentimientos libres, pero sin provocaciones que puedan ofender a los que se ven obligados a presenciarlos, sean homo o heterosexuales. Y no he sido jamás partidario del celibato, ni me ha asustado ninguna práctica en el terreno sexual aunque en un escenario discreto y adecuado, y en mi caso siempre con una mujer, porque entre otras cosas no soy gay, sin que ello suponga crítica o menosprecio al que lo sea. Respecto a la denominación de estas uniones, vuelvo a insistir una vez más y en eso estoy de acuerdo con la Reina, no deben considerarse “matrimonio”, sino uniones sentimentales, de hecho o como quieran llamarle, con todos los derechos habidos y por haber, pero jamás referirse a ellas como si se tratara de la tradicional y generalizada unión conyugal entre hombre y mujer. No debemos olvidar que el matrimonio heterosexual existe desde los principios de nuestra civilización e incluso entre los pueblos primitivos, pero siempre considerados como la unión entre personas de sexos opuestos.. Hasta el mismo Alejandro Magno tuvo sus jóvenes amantes como Hefestión y Bagoas, pero fueron sus mujeres las únicas que se consideraron esposas. Es chocante cuando una figura popular de la televisión manifiesta sin complejos “mi marido”, refiriéndose a la persona de su mismo sexo que comparte su vida o “mi señora” si es ella la que hace tal manifestación. Sé que esta declaración me hará figurar una vez más de forma nada grata, en algunas de las páginas del “Arco Iris” que figuran en Internet. Pero quiero hacer constar que ninguna de mis palabras e intenciones han pretendido ofender a nadie, sino poner las cosas en su debido lugar y contexto, o como dicen los intolerantes usar mi derecho a la libertad de expresión y que me perdonen los que puedan sentirse aludidos y ofendidos.

Resumiendo, el impacto del libro ha sido tremendo y su primera edición de cien mil ejemplares, según dicen, se agotó nada más salir. Me figuro que tanto la editorial como la autora estarán frotándose las manos alegres y satisfechos. No es para menos. Como suele ocurrir siempre en estos casos han surgido rápidos los descontentos e intolerantes de siempre que han visto la ocasión propicia para lanzar las campanas al vuelo pronosticando calamidades, atacando a la monarquía y criticando a una mujer que sólo ha cometido el error de expresar libremente su opinión en una serie de temas que todos comentamos sin el menor problema. Me figuro que esta absurda e injustificada reacción, le habrá servido a la Reina para que en el futuro elija con más prudencia a sus entrevistadoras y biógrafas, aunque vayan con el misal y el rosario entre las manos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4897

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