martes 2 de septiembre de 2008
El huracán apunta a España
Pablo Sebastián
El otoño político internacional se presenta tan apasionante —por causa de las elecciones americanas— como inquietante, por el renacer del poder ruso, y la flagrante debilidad europea en la que España apenas asoma la cabeza, marginada como está de las grandes citas diplomáticas, que nunca fueron del interés del Gobierno de Zapatero. Y menos aún en las circunstancias actuales, en las que el huracán de la crisis económica, financiera y social avanza imparable sobre las costas ibéricas. Y como las grandes tormentas suelen entrar por Galicia, el PSOE ha decidido dejar las elecciones gallegas para mejor ocasión, evitando, con ello, que un debate electoral inunde, en plena crisis económica, todos los medios de comunicación.
Bastante tiene Zapatero con la crisis, que sigue sin mencionar, y con los disparates nacionalistas de catalanes y vascos, los unos a vueltas con su permanente reivindicación económica y soberanista, y los otros con su enloquecida deriva independentista y las inagotables ocurrencias de su lehendakari, Ibarretxe, que ayer sacó de la boina otro conejo demencial: la denuncia a España ante el Tribunal de Derechos Humanos europeo, con la “excusa” de que su referéndum es inconstitucional. Resulta grotesco que este político, que ha sustentado su mandato y su consulta en el entorno de la banda terrorista ETA, nos hable de Derechos Humanos. Pero semejante locura o boutade se inscribe en la larga cuerda que Zapatero le ha dado a base de dulces sesiones de talante en la Moncloa, donde cada vez que arma un lío lo reciben con la ikurriña en la puerta, y donde Ibarretxe pedía, para sí, lo mismo que este Gobierno se atrevía a negociar con ETA en Loyola.
En el PP el pánico que refleja el rostro tenso de Zapatero se estudia con fascinación, convencidos de que tienen ante sí una gran oportunidad. De ahí que se midan los pasos y las palabras (“esta vez Arriola puede tener razón”, se dicen para sus adentros) para adoptar posiciones de firmeza con los mejores modales posibles —mano de hierro en guante de seda—. Lo que tendría credibilidad si el partido se presenta unido y si logran acallar a toda la jauría de la tamborrada permanente, que esperan el congreso del PP en Madrid como su oportunidad de revancha frente al congreso de Valencia en el que los barones periféricos del PP se hicieron con el poder a medias con Rajoy, mientras escondían a Gallardón en “la cajita del reloj”.
Veremos qué hace Esperanza Aguirre, que está sentada sobre el volcán de “la banda de los cuatro” de la Comunidad de Madrid, y que acaba de llegar de sus vacaciones portando bajo el brazo el borrador de un libro sobre la teoría liberal —que seguramente prologará su protegido, el “gran liberal” Jiménez Losantos—, que debe provocar mucho asombro si se corresponde con su práctica política, donde, precisamente, lo liberal y la libertad brillan por su ausencia. Vamos a ver por dónde sale Aguirre y en qué compañía se mueve la señora condesa. Porque si aparece junto al Aznar que acaba de regresar a la foto de las Azores, y con Zaplana, Acebes, Mayor, San Gil y la santa compañía de la conspiración, Zapatero se les volverá a escapar, en medio del huracán, a bordo de una chalupa como ya ocurrió en las pasadas elecciones generales.
Y así, mientras el viento huracanado agita las aguas de la política española, a la espera de que el presidente Zapatero dé, por fin, la cara en el Congreso de los Diputados, el temible huracán Gustav se ha desinflado bastante a las puertas de Nueva Orleans y ha dejado al comandante en jefe, George Bush, de guardia y sin motivo en el puesto de mando. Y a su pretendido heredero de la Casa Blanca, John McCain, sin fiesta total de la Convención Republicana con la que pretendían eclipsar el astro de Barak Obama, con la ayuda de su flamante, madraza y aguerrida número dos, la bella Sarah Palin, con la que el veterano político y ex combatiente en Vietnam pensaba encandilar a las mujeres defraudas por la derrota, y posterior marginación, de Hillary Clinton en el campo de los demócratas.
McCain se precipitó en este tiempo convulso, como también se precipitó el presidente francés, y europeo en funciones, Nicolas Sarkozy, en su empeño por aparentar la cohesión y la fortaleza de la Unión Europea frente al pulso y desafío de Vladimir Putin en Georgia, donde el oso ruso, aprovechando el vacío de poder en Estados Unidos y la debilidad de la Unión Europea, ha dado su zarpazo reivindicando su liderazgo de superpotencia y, de paso, diciendo a los americanos y europeos que, después de lo ocurrido en Iraq y en Kosovo, nadie está en condiciones de dar lecciones a Rusia. Y menos aún sobre el viejo tablero y territorio de la antigua URSS.
La excitada y extremadamente tensa conferencia de prensa de Sarkozy, y sus flagrantes contradicciones (condena a Rusia sin sanciones, críticas a Moscú pero no contra Rusia, comparando el caso de Kosovo con el de Osetia), anuncia que Putin va ganando la partida y que la Unión Europea, mal que le pese a Sarkozy, es, como allí se dijo, un “tigre de papel”, que ha enseñado todas sus carencias energéticas, militares y políticas, mientras su astuto adversario y verdadero amo de Rusia cazaba tigres de carne y hueso en la Siberia, aunque sólo fuera de manera simbólica y con dardos trucados de dormidera para proteger la especie.
El escenario internacional puede hipnotizar —todos están a la espera de los debates entre Obama y McCain—, y distraer al personal, pero la tormenta perfecta, el huracán de la crisis económica, financiera y social que ahora se cierne sobre Europa y que a punto está de desembarcar en España en todo su esplendor no es un tigre de papel ni un efecto especial de la nueva serie animada de la Guerra de las Galaxias. Es toda una realidad que dejará al Gobierno y a la oposición ante la mayor prueba que se podían esperar, y cuando sólo han transcurrido seis meses de una legislatura que ya se verá si concluye en el tiempo previsto. Y que se cuide Zapatero, porque esta vez el dominio del marketing y los medios de comunicación no le servirá, ni con la ceja, ni con la zeta, ni con la economía socialdemócrata, ni con el gasto social, o la bombilla, la corbata o el coche eléctrico de Miguel Sebastián. Esta vez la cruda realidad de la crisis económica, como ocurre con el agua de la tormenta, se colará en los hogares y a nadie se le podrá engañar.
P.D.: Por si algo faltara en el laberinto otoñal, ahí está el juez Garzón en el papel de desenterrador de cadáveres de la Guerra Civil, porque el inefable magistrado no puede vivir sin su parcela de notoriedad.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=02/09/2008&name=manantial
martes, septiembre 02, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario