martes 30 de septiembre de 2008
La hipoteca nuestra de cada día
Félix Arbolí
A CABO de ver un programa de Telemadrid, donde aparecían varias mártires de la epidemia que en la actualidad azota a la sociedad española: “la Hipotecosis”. Ignoro la de otros países, aunque me figuro que tampoco será de color rosa o verde esperanza. Es realmente preocupante el estrés al que se hayan sometidos el setenta y cinco por ciento de los españoles, sin que el gobierno tutor y responsable de nuestra seguridad y bienestar haga nada por remediarlo.
Los casos que salían eran espeluznantes y dignos del preámbulo de una novela donde el lector se iba a enfrentar con suicidios, crímenes, atracos y toda clase de desmanes para intentar salir del atolladero en el que los abusos y las circunstancias habían colocado al protagonista. Hablaban de una vida entera sometida al más estricto aislamiento y carencia de alicientes, bajo la constante amenaza de un cobro que cada vez resultaba más difícil e inacabable. Al menos en vida de la persona que sufría esa generalizada dolencia tan típicamente española.
Una de las entrevistadas tenía embargada su vida, su tranquilidad y su posible goce de un mínimo capricho hasta los ochenta y cinco años. Posiblemente, decía ella y era una chica joven, la tendrán que terminar de pagar mis nietos. Otra intentaba vender la casa de sus pesadillas para salir de esta trágica y constante aventura y no hallaba comprador capaz de liberarle de la carga. Incluso aparecía la que había tenido que alquilarla e irse a vivir con sus padres para pagar con la renta los dichosos y abusivos créditos al banco. Lo cual tampoco le solucionaba la vida, ya que no podría disfrutar de su vivienda a causa de los muchos años acumulados de débitos en su calendario vital. Otra decía que empezó pagando setecientos euros mensuales y ahora la obligaban a pagar mil cuarenta y no estaba amortizando aún el capital prestado, sino el pago de los intereses. ¡Increíble y repugnante, pero cierto!.
¿Qué hacen nuestro gobierno para paliar estas gravísimas circunstancias que está padeciendo el país casi en su totalidad?. Nada de nada. Perder el tiempo en asuntos que en nada interesan y mirar para otro lado y hacer oídos sordos al problema que está atormentado a la ciudadanía. Dan millones a países en desarrollo para que alivien sus necesidades, que en su inmensa mayoría quedan depositados en las cuentas corrientes de sus “escrupulosos” gobernantes; regalan millones de euros en los periplos centro y sudamericanos de nuestra Vicepresidenta, como si aquí se nadara en la abundancia, con una desfachatez y prodigalidad que nos aturde, convulsiona y nos hace pensar que se están cachondeando abiertamente del pueblo y hasta pagan viajes e indemnizaciones a cuantos inmigrantes quieran regresar a sus países a cuenta de nuestra Seguridad Social, aunque solo hayan cotizado tres meses y nadie les haya llamado. Espléndidos con los demás mientras dejan en la más completa ruina y desesperación a nuestra juventud, que llena de ilusión y fiada en sus promesas electorales de que todo iba a ir a mejor, adquieren su vivienda para emprender una vida digna, sin lujos, pero sin agobios. ¿A quién reclaman ahora por ese engaño y situación?.
Por lo visto, en este país y con tales gobernantes todos encuentran acomodo, ayudas, colaboraciones, viviendas y trabajos, menos los que han nacido en él y quieren vivir honradamente. Esos que sólo se utilizan y camelan en la época de elecciones.
¿Y los bancos?. ¿Qué pasa con nuestras estiradas y privilegiadas entidades financieras?. Son los intocables de nuestra sociedad y los protegidos de nuestra política. Los únicos que no pierden aunque el viento, la tormenta, el rayo o el tornado asole a las ciudades y deje con lo puesto a los damnificados ciudadanos. Ellos siempre ganan. Sacan buenos dividendos en cuantas ocasiones intervienen, hasta por tenerte como cliente entre sus cuentacorrentistas. Lo contrario de aquellas épocas que te ofrecían un interés por depositar allí tus escasas pesetas. Ellos no se arriesgan lo más mínimo, porque se han dado cuenta que son los dueños de la política, de la iglesia, de la sociedad y hasta de los individuos. Una especie de solitaria que llevamos todos enquistados chupándonos días y noches lo poco que puedan generar nuestros esfuerzos. En eso admiro a Chávez y sus compañeros políticos, ya que se han dado cuenta que todo el pueblo sin excepción estaba sufriendo, trabajando y padeciendo para seguir engrosando los balances financieros de una banca insaciable. Y la única solución que vio él, era que esos beneficios se devuelvan al pueblo que es el que los ha generado y no a una serie de grupos y familias que llevan chupando desde antes de que Franco llegara al poder. Y ya ha llovido desde entonces. ¿No tienen ya bastante?. Si llegara el caso de quiebra, pocas veces en su historia, en algunos bolsillos bien escondidos y puestos a salvos andará el dinero que no aparece en la caja.
¿Por qué mientras el pueblo se suicida diariamente bajo esa soga que cada vez le aprieta más, los balances bancarios nos ofrecen beneficios incontables?. ¿Hace falta indicar a costa de quienes se han conseguido esos vergonzosos ingresos en periodos de aguda crisis?. Y el gobierno mientras tanto viendo los toros desde la barrera y gastándose las “pelas” alegremente en viajes de compadreos a países que no nos quieren y sólo nos utilizan para deshacerse de sus masas ociosas y hacerlas rentables con las transferencias en euros españoles que reciben mensualmente de ellas. En algunos países, su segunda fuente de ingresos.
La “Hipotecosis” es una enfermedad que no tiene cura sino se le da el oportuno tratamiento. Si no se le hace caso, puede ser muy peligrosa porque entre el IBEX., el TAE y los intereses abusivos que cobran esas sanguijuelas de corbatas, trajes de marcas prestigiosas y zapatos relucientes, tienen al pueblo en el borde no de un ataque de nervios, sino de una espantosa reacción que a más de uno le va a ser correr el maratón sin previa preparación y adecuados años a sitios insospechados, pero muy lejanos. Porque todo pueblo tiene sus límites de aguante, paciencia y pacífica convivencia, pero cuando éstos se traspasan no hay nada capaz de detenerlo y por lo visto en el reportaje de “Telemadrid”, anda la pelota muy cerca del tejado y a punto de caer sobre la cabeza de alguien. Y he de reconocer que tienen toda la razón. Ya es hora de que pensemos en arreglar los problemas de los nuestros y dejemos los de los demás para mejores ocasiones y cortemos los abusos de unas entidades que llevan ya excesivo tiempo viviendo de nuestros sudores.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1783
lunes, septiembre 29, 2008
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