miercoles 1 de octubre de 2008
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
A la sombra del chiringuito
Tiene Quintana un Movemento pola Base que le da la lata dentro, y otro que lo ayuda desde fuera. Fuera están esos alcaldes del PP que hace poco le pidieron reintegrarse en el Consorcio do Benestar, arrojando sobre él un sinnumero de alabanzas en las que sólo faltó el título de gran timonel, tan usado por el maoísmo marinero.
Aunque la peripecia es bastante reciente, se puede refrescar de forma breve. Resulta que la dirección galaica del Partido Popular, pensando que los ediles eran pura infantería, lanza una campaña de hostigamiento contra los organismos montados por Vicepresidencia, en los que ve una pegajosa tela de araña, mediante la cual el nacionalismo se infiltraría en municipios conservadores de toda la vida.
Ocurre sin embargo que los regidores razonan como tales y deciden no mirarle el diente a la galescola o el centro de día que les lleve don Anxo. Las altas instancias les requieren para que resistan como Moscardó en el Alcázar, pero sin tener las esperanza de un rescate. Total, que firman tan contentos y engrosan la larga y plural lista de concellos asociados al Consorcio.
El Movemento pola Base del Partido Popular se indisciplinó para hacer lo que debe hacer cualquier municipalista: llevarse bien hasta con el diablo, y recibir como a Mr. Marshall a cualquiera que llegue con inversiones. Es una doctrina cuya paternidad se debe al hoy embajador en el Vaticano, y que ya se ha generalizado por todas las latitudes e ideologías. Es una forma de actuar que rompe un poco la estrecha disciplina impuesta por los aparatos, y nos emparenta felizmente con esa democracia americana en la que los congresistas hacen lo que les dicta su conciencia y el interés del elector.
Hay que entender los problemas de la diputada popular que sacaron al ring parlamentario para golpear la ley de servizos sociais del vicepresidente. Si hace unos días su compañero se enfrentaba al plan eólico, lastrado por el peso de los megas del pasado, ahora ella tiene el hándicap de todos esos alcaldes del PP que se pusieron a la sombra en los chiringuitos del BNG.
Es patente el divorcio entre un PP teórico, que labora en el Parlamento y el aparato, y otro práctico, que reside sobre todo en los ayuntamientos pequeños y medianos. Algo parecido sucede en el nacionalismo con ese Movemento pola Base que quiere amargar con su ausencia la nominación del Obama blanco del BNG. Sus miembros son ese apéndice radical y asambleario que ya no pega hoy en día.
Son estos regidores populares los que se han adelantado al flirteo con el Bloque que ahora propone Feijóo y tolera Rajoy. Si de verdad se quiere pasar de los guiños e ir al grano, el camino es el que marcan los alcaldes metidos en el Consorcio. De ese roce puede salir algo en el futuro. Poco a poco, el nacionalista y el popular podrán superar las barreras y quizá llegar a entenderse algún día. Son los alcaldes del PP quienes están tendiendo un puente.
Es curioso que este municipalismo popular esté más próximo al vicepresidente que el Movemento pola Base. Los regidores herederos del galego coma ti se sienten a gusto en el Consorcio, mientras que los asamblearios nostálgicos de autodeterminaciones boicotean la asamblea del BNG. Le defiendo, señor Quintana, como la única persona capaz de presidir los destinos de Galicia. A lo mejor alguien le dice esto a don Anxo en su proclamación; no sería original porque estas palabras ya fueron escritas por el alcalde popular de Vilamartín de Valdeorras.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1023&idNoticiaOpinion=348275
martes, septiembre 30, 2008
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