lunes, septiembre 29, 2008

Javier Elzo, Hartos y hastiados

Hartos y hastiados

30.09.2008

JAVIER ELZO| CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTO

JOSÉ IBARROLAH artos y hastiados. Así veo yo a los vascos hoy, cuando se les habla del 'monotema': hartos y hastiados de dar vueltas a la misma noria tantos años, oyendo lo mismo, diciendo lo mismo, adivinando a la primera palabra lo que va a decir o escribir el político o el comentarista de turno. Además de hastiados y hartos ante el tema político, aburridos, cabreados, cansados, desilusionados ante el presente, desesperanzados ante el futuro, etcétera, etcétera. Veo tres indicadores que son también factores explicativos de esta situación. Los dos primeros son moneda corriente en los medios de comunicación con mayor penetración en Euskadi. El tercero lo es mucho menos.
El primero y básico es la persistencia de ETA y su mundo entre nosotros. Si hay algo en lo que estemos de acuerdo la mayoría de los vascos es el rechazo a ETA. No solamente rechazo intelectual, sino algo mucho más profundo y vital. ETA es como una losa que empozoña todo. Desde las fiestas populares, los movimientos contraculturales, las legítimas aspiraciones nacionalistas hasta, lo más grave, la libertad de las personas. La izquierda abertzale, ahora que hablan de nuevas listas, debe asumir que mientras no condene estas situaciones ya no tiene espacio en el juego político. Les hemos soportado y tolerado mucho. Demasiado, demasiados años. Su tiempo se ha acabado.
La segunda razón del hartazgo tiene mucha prensa: es la obstinación del lehendakari con su consulta. Este hartazgo ha cundido hasta en el mundo nacionalista, en el que no faltan quienes ven en el lehendakari (ya propuesto a las bases del PNV como candidato) una rémora para el futuro inmediato del nacionalismo, comenzando por las próximas elecciones.
Personalmente creo que el nacionalismo vasco no puede seguir con los mismos parámetros políticos otros cuatro años. Incluso si gana las próximas elecciones. Siempre he dicho (y se puede probar) que los partidos nacionalistas no recogen la gran sensibilidad hacia lo vasco que, indudablemente, existe todavía, en la mayoría de los vascos. Pero sin alharacas, menos aún rechazos a lo español. Olvidarlo supone que, más allá de los nacionalistas convictos, parte de la masa social que, aun siendo tibiamente nacionalista, les lleva votando tantos años les puede abandonar. Y habida cuenta la evolución demográfica vasca, incluso desembocar en que el nacionalismo vasco sea minoritario en la ciudadanía. Con dificultades para remontar.
La tercera razón que yo veo para el hartazgo, y que puede salvar al nacionalismo, proviene, precisamente, del sistemático ataque a todo lo que haga y diga el lehendakari. Este ataque es muy visible en los medios de comunicación. En los titulares especialmente, los auténticos editoriales de los periódicos, mas allá de los comentaristas, que también, en su gran mayoría, son muy críticos con Ibarretxe. (Este verano estuve invitado en los cursos de verano de la Universidad Complutense en El Escorial, para hablar de la influencia de los medios de comunicación social en los comportamientos y actitudes de las personas. Sorprendí a no pocos cuando hablé de la paradoja del País Vasco donde la gran mayoría de la prensa escrita, la radio y la televisión no son de obediencia nacionalista, ni mucho menos, pero que llevaba treinta años gobernando el nacionalismo vasco. Los medios pueden influir. Pero no necesariamente en el sentido que se espera). Si alguien piensa que me refiero a una situación similar a la de las elecciones de 2001, le diría que la historia no se repite, aunque creo que se puede producir un fenómeno de saturación anti Ibarretxe que, a la postre, le puede ser favorable.
ay un punto en concreto cuya reiteración puede provocar un reforzamiento de los planteamientos nacionalistas y propiciar que, incluso los nacionalistas desencantados (y los vasquistas de verdad, no los de circunstancia electoral, como algunos en el PSOE ahora), vuelvan a votar nacionalista. Es la expresión 'deriva soberanista' del lehendakari o del nacionalismo vasco, repetida constantemente, 'ad nauseam', como fuente matriz de los males del nacionalismo gobernante. Personalmente estoy plenamente de acuerdo con la afirmación de Ramón Jáuregui cuando, refiriéndose al nacionalismo vasco dice que «en el siglo XXI las soberanías o son compartidas o son peligrosas». Claro que yo, además de referirme al nacionalismo vasco, también pienso en el español que, además es más fuerte y está ya instalado. Piénsese un poco. De verdad, de verdad de la buena, en la actualidad, ¿se puede sostener que hay más 'deriva soberanista' en el nacionalismo democrático vasco que en el español? Hay deriva soberanista, sí. El soberanismo es un concepto viejo y caduco, cierto. Pero, desgraciadamente, todavía presente en la política española.
En efecto, la guinda (para muchos años) la ha puesto la sentencia del Tribunal Constitucional para rechazar la posibilidad de la consulta que pretendía el Gobierno vasco, cuando se refiere a «la voluntad del Pueblo español, titular exclusivo de la soberanía nacional». (Subrayo yo). En ningún plan Ibarretxe se hablaba de soberanía absoluta. (Por cierto, es falso que la soberanía absoluta resida en el pueblo español. Sus dirigentes ya han cedido parcelas de soberanía a los Estados europeos. Entonces, ¿es que hay que ser un Estado para reclamar parcelas de soberanía o compartir soberanías?)
Puestas así las cosas el hartazgo, el hastío, y la desesperanza tienen larga vida. No espero absolutamente nada de esta legislatura de Zapatero. Tampoco creo que el próximo inquilino en Ajuria Enea vaya a cambiar las cosas. No con Ibarretxe (no veo que tenga ya cintura para variar de discurso), aunque tampoco veo en Patxi López la envergadura necesaria para mirar a un futuro en el que, la tan traída y llevada expresión de Josu Jon Imaz, se lleve a efecto: «No imponer» (aquí cojea Ibarretxe), «no impedir» (y aquí se impone Zapatero, piense lo que piense, y diga lo que diga, Patxi López). A lo sucedido en Catalunya y Navarra me remito.
¡Qué aporía! ¡Qué aburrimiento! ¡Qué cansancio! ¡Qué decepción! ¡Qué desesperanza! Mientras sigamos hablando de soberanía no hay solución. Solución democrática, en la que todos, o la gran mayoría, nos sintamos cómodos. Pasemos ya la página soberanista. Pero todos. ¡Si, al menos -siempre juntos contra ETA hasta su derrota definitiva (no para unos pocos años)- escucháramos al de enfrente!


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20080930/opinion/hartos-hastiados-20080930.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cataluña se escribe con eñe en castellano. Si quieres escribir Catalunya, redacta el artículo en catalán.