martes, septiembre 30, 2008

Juan Bas, Maldito domingo

Maldito domingo

01.10.2008

JUAN BAS

S unday Bloody Sunday', aparte de la canción de U-2, así se tituló aquella olvidada película de 1971 dirigida por John Schlesinger en la que Peter Finch le comía los morros al cantante Murray Head, por lo cual la vimos por estos pagos unos cuantos años más tarde de su fecha de producción. Maldito domingo.
Cuenta el solvente escritor de novela negra Andreu Martín que una tarde de domingo, cuando era niño y ya se habían ido sus primos, con los que había jugado todas las horas que les dejaron y gozado de ese modo de una felicidad inmortal, le entró la angustia junto con el crepúsculo por la ventana. Se sentó en una silla de cara a la pared. Su hermana le preguntó por qué hacía eso y el pequeño Andreu le respondió que para aburrirse. Él había oído que cuando te aburres el tiempo transcurre más despacio. De ese modo, intentaba que se le hiciera más largo el final del domingo, trataba de estirar el tiempo, hacer más lejana la inevitable losa de volver el lunes al colegio.
De niño y de mayor, cada domingo por la tarde es una pequeña catástrofe. Todos tenemos que ir el lunes a algún tipo de colegio. En mi caso, me tocaba la cita con los feroces hermanos -¡joder, vaya hermanos!- maristas, que nos daban metódicamente de hostias desde el primero al último de la clase. Hoy en día no voy el lunes al colegio y mi trabajo es mi vocación y ni mando a nadie ni me mandan: trabajo solo; pero da igual. Los domingos por la tarde son lúgubres. El halo de tener que ir al día siguiente adonde no se quería ir te acompaña toda la vida. Hagas lo que hagas no te libras de ese estigma. En pocas cosas estaremos todos más de acuerdo: se trata de una congoja colectiva. Algo se muere en el fondo del corazón cada tarde de domingo y se apaga una brasa más, otra más, de las que forman el rescoldo de la antigua hoguera de las ilusiones y las esperanzas. Se tiene consciencia de lo implacable de la vida, tan inexorable como la llegada del lunes.
Me encuentro en el activo 'blog' llamado 'Escritores vascos' -les animo a visitarlo-, que capitanea a toda máquina Álex Oviedo, con un artículo de Verónica Portell cuya melancólica-y tocada por la gracia literaria- frase final podría servir para expresar toda la inercia resignada que se condensa en una maldita tarde de domingo. Dice: «Se ha instalado así entre nosotros la nostalgia más profunda; ésa que no tiene que ver con el pasado al recordarlo sino con el futuro al presagiarlo».

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081001/opinion/maldito-domingo-20081001.html

No hay comentarios: