lunes, septiembre 29, 2008

Valentin Puig, "Neocns" y Genova con nombres

«Neocons» y Génova con nombres

Martes, 30-09-08

VALENTÍ
PUIG
ÚNICAMENTE en el caso de una opinión pública que fuese completamente inerte podría cundir el embolado de que la culpa de la crisis económica la tiene el capitalismo yanqui y, en concreto, los neoconservadores. Una prueba de la ilógica del argumento es que está en boca incluso del ministro Moratinos. Zapatero busca la foto con Rajoy en La Moncloa y al tiempo pretende crear un siglo XXI que adopte un modelo económico surgido «exnovo» de una chistera ilusionista. En el impacto «neocon» en España sólo creen algún periodista de izquierdas y algunos «neocon» autóctonos, a quienes un taxi les sobra para sus traslados. Asoma ahora la polémica entre «neocons» y elementos pensantes de la calle Génova. En concreto: José María Lassalle, considerado próximo a Rajoy, y Florentino Portero, en la cercanía del aznarismo, han escenificado efectos de esgrima en las páginas de la prensa. Portero es un historiador que conoce bien los vericuetos de la política internacional; Lassalle es profesor de Filosofía del Derecho, de profusa familiaridad con la teoría política.
Quien esto escribe desde hace años mantiene -y quisiera seguir manteniendo- relaciones afables con los dos esgrimistas: se supone que no es obstáculo para divergir. En realidad, los neconservadores no son anarcocapitalistas y no han dejado de sostener las opciones del Estado de bienestar. Es decir: los «neocon» fundadores, la primera generación, la de Irving Kristol. La segunda generación es de otro tono, más de pasillos del poder, de influir en la política exterior de George W. Bush. Respecto al sistema capitalista, Irving Kristol escribió en 1978 «Dos hurras por el capitalismo». Eran dos y no tres hurras -según la fórmula habitual- porque Kristol distinguía entre la ética basada en los valores del esfuerzo, el ahorro y el altruismo y la ética de Wall Street, a la que consideraba hedonista. Daniel Bell, otro fundador luego apartado del neconservadurismo, tiene un ensayo magistral sobre las contradicciones culturales del capitalismo. Tan sólo en la utopía libertaria y para los lectores de las novelas de Ayn Rand la codicia es un objetivo sin control y un valor. En España los «neocon» aparecen como réplica de la segunda generación en Norteamérica, ubicada para aportar utillaje ideológico tras el 11-S. De hecho, en España surgen al amparo de la posición de Aznar en la guerra de Irak. Se interesan más por los Estados Unidos que por Europa. Se pronuncian generalmente desde el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), cuyo portavoz más destacado es Florentino Portero.
No hay que ser un vidente para percatarse que la derecha española no va a tener por eje el pensamiento neoconservador, entre otras cosas porque el «tempo» actual es postaznarista, en el sentido de que no se considera oportuno incrementar el sentido de la política exterior que concluyó con la llegada de Zapatero al poder. Las cosas van por otro lado, y lo que pretenden las argumentaciones de Lassalle es prefigurar tal orientación. José María Lassalle es diputado por Cantabria, escribe algunos discursos de Rajoy y es personalidad nutrida de abstracción: hila fino con Carl Schmidt, menos con los «neocon», es liberal por definir, entre laico y laicista. La proximidad al líder del PP lleva a especular sobre su alcance como consejero áulico. Postula un centro-derecha afirmándolo a la contra, a la contra de los «neocons». No se sabe que haya perfilado ideas en positivo para un horizonte de centro-derecha reformista.
El morbo mediático consiste en interpretar la refriega discursiva entre Portero y Lassalle como enfrentamiento entre FAES y la calle Génova. Esta polémica posiblemente gratifica al zapaterismo, siendo del todo legítima porque no vamos a criticarla si llevamos tiempo deseando más claridad y visión en el centro-derecha. Bienvenido sea el debate. Pero, ¿es éste el debate? La cuestión de fondo es que el PP está como intranquilo con su pasado y no conceptúa de forma nueva su presente. Parece necesitado de un aglutinante idóneo. La mejor fórmula está inventada y es la cohabitación interactiva de liberales y conservadores, neoconservadores, democristianos, derecha cebollina y derecha ilustrada, sumando si se puede algún centro autonomista. En todos los sentidos, la voluntad de poder y la ambición estratégica son compatibles con la prudencia. Incluso la lluvia fina cala mejor con táctica y estrategia.

vpuig@abc.es

http://www.abc.es/20080930/opinion-firmas/neocons-genova-nombres-20080930.html

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