domingo, junio 15, 2008

Pablo Sebastian, La falsa moneda de Zapatero

lunes 16 de junio de 2008
La falsa moneda de Zapatero

Pablo Sebastián
Ahora resulta que, después de presumir de haber legalizado a un millón de inmigrantes, que sirvió de efecto llamada para convertir España en la tierra prometida de los desamparados, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, acaba de anunciar un plan para subvencionar la repatriación de otro millón de inmigrantes. Un proyecto que no sabemos bien si es una ocurrencia o una iniciativa a la desesperada de un Gobierno confundido, que sigue negando la realidad de la crisis económica y que pasa de denunciar la política de inmigración de Berlusconi, y de negar el contrato de trabajo que propuso el PP y que le gustaba a Sarkozy, a lanzar al aire esta iniciativa de incierto resultado. No en vano, cabe el riesgo de que los que se vayan por dinero lo hagan para volver —ahora que se conocen el camino—, y que la gran mayoría se niegue a desaparecer del territorio español. De manera que puede que se cumpla el dicho popular de “unos salen por la puerta y otros entran por la ventana”.
En esto de la crisis económica, cada día tiene su afán y va de mal en peor. Y, como suele ocurrir en estos casos, máxime cuando se niega la realidad y no se dice la verdad, las circunstancias económicas traerán consecuencias políticas y puede que esta riada revuelta y alborotadora acabe por derrotar a Zapatero en las urnas, enseñando a los ciudadanos el reverso de una falsa moneda que en la pasada legislatura ya no enseñó la cara mentirosa y, a la vez, negacionista de la identidad y la unidad española. Y que ahora muestra la cruz, en la crisis económica, negándola y mintiendo como ya empieza a ser habitual en el palacio de la Moncloa. Cara y cruz que, de confirmarse, van a marcar, de manera negativa, el paso de Zapatero por la presidencia del Gobierno de España, dibujando un liderazgo marcado por la temeridad, la inconsistencia política y un izquierdismo populista y de salón que, poco a poco, está pasando del “buenismo” al “tontismo”, como se aprecia en las increíbles ocurrencias de la ministra de la Igualdad.

El día que Zapatero dijo en Cataluña que apoyaría en Madrid el Estatuto que aprobara el Parlamento catalán empezaron todos sus males y también los nuestros, haciendo creer a los nacionalistas que había llegado el tiempo de la España confederal, camino de su independencia. Pero el gran castillo de naipes en el que Zapatero pensaba coronarse como príncipe de la paz (el heredero de Godoy) se derrumbó, sencillamente, porque topó con la cruda e histórica realidad objetiva de España como nación, y sus compañeros del PSOE le obligaron a rectificar el Estatuto catalán —al que le falta un nuevo repaso—, y a romper la demencial negociación con ETA, de la que pensaba obtener el título de pacificador y el Premio Nobel de la Paz. Un derrumbe que, además, había provocado una gran fractura política y social y el fin del consenso en los grandes pactos de la Transición.

La crisis interna del PP y los excesos de su banda conspiradora, los mismos que ahora han intentado sin éxito hacerse con el control del partido, fueron la tabla de salvación de Zapatero en las pasadas elecciones. Pero ahora, una vez más, nos enfrentamos en esta legislatura a los rescoldos de la deriva confederal de Zapatero, la revisión —trucada, de momento— del Estatuto de Cataluña y el referéndum ilegal de Ibarretxe, dos consecuencias de la que fue una disparatada gestión política en la anterior legislatura. Y tiene gracia comprobar que Zapatero —a buenas horas— se arrope con la bandera de España para frenar a Ibarretxe y con el mismo Tribunal Constitucional con el que pretende colar de matute el insolidario y soberanista Estatuto de Cataluña.

Y piensa el presidente que este pulso con Ibarretxe le servirá también para paliar, políticamente, los demoledores efectos de la crisis económica. La que, por negar la realidad, falta de previsión y tardías medidas financieras —que no surtirán los efectos buscados—, en vez de reformas estructurales que se debieron plantear en los pasados años, se va a convertir en pesado lastre que acabará por derribar la máscara sonriente del talante, que oculta una sorprendente frivolidad y escasa capacidad política, por más que muchos de sus colaboradores aseguran que Zapatero ya ha aprendido la lección, y que está actuando con gran responsabilidad.

Eso lo vamos a ver en los meses que se aproximan, aunque puede que ya sea demasiado tarde, porque a la moneda acuñada con su perfil en el 2004 se le ha borrado en la cara y quema al tacto en su reverso, la cruz. Aunque esto, que parece así de simple y de sencillo, lo tendrán que corroborar los ciudadanos, y ello va a depender, en mucho, de la capacidad que tenga el PP de ejercer de manera sensata y moderada la labor de la oposición, si es que salen reforzados o, al menos aparentemente unidos, del agitado congreso nacional de la próxima semana. Lo que tampoco es tan fácil de imaginar, porque la imagen de Rajoy también parece desgastada en el cartel del PP, del que ha eliminado a los que fueron sus íntimos colaboradores y, como Zapatero, el político conservador también anuncia que aprendió la lección y que por ello viaja al centro luciendo el nuevo estandarte de la moderación.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=16/06/2008&name=manantial

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