jueves, junio 12, 2008

Mas "dialogo" contra la crisis

viernes 13 de junio de 2008
Más «diálogo» contra la crisis
EL presidente del Gobierno ha anunciado, con retraso respecto a su compromiso inicial, que el próximo 18 de junio el Gobierno se empezará a reunir en La Moncloa con sindicatos y empresarios para afrontar el llamado «diálogo social». El momento escogido por el jefe del Ejecutivo para su anuncio no es inocente. Acuciado por la caída en picado de los principales indicadores de nuestra economía y acorralado por el progresivo deterioro de la confianza de la opinión pública en una rápida y eficaz solución a la crisis, Rodríguez Zapatero pretende hacer otra finta a la realidad en un momento de alarmante pérdida de credibilidad recurriendo a su expresión talismán: «diálogo». Ahora, superado por su inútil empeño de insuflar optimismo, el propósito de Rodríguez Zapatero es aparentar que por fin está dispuesto a remangarse y a implicarse personalmente en el apaciguamiento de los ánimos poniéndose al frente de la negociación con patronal y centrales sindicales. Sin embargo -y pese a que, en efecto, el diálogo social ya figuraba en la agenda del Gobierno-, es tarde para más consideraciones de marketing político. La preocupación ciudadana ante la crisis es real; la negociación de esta nueva fase del diálogo social empezará cargada de dificultades porque en momentos de serio deterioro económico las concesiones de las partes son imprescindibles, pero a la vez más complicadas y exigentes que nunca; y por si fuera poco, tal y tal como adelantó ABC días atrás, la pasividad demostrada por Zapatero hasta ahora, con mensajes tan confusos como poco sinceros sobre la marcha de la economía, está causando un soterrado malestar en el PSOE.
Algo se ha ganado, al menos en sinceridad. El peso de la evidencia por el desproporcionado encarecimiento del nivel de vida en muy pocos meses ha obligado al Gobierno a admitir, aunque sea a regañadientes, su error de haber reaccionado sin la previsión y la eficacia necesarias. En definitiva, tarde y mal. A estas alturas, lo de menos es el debate técnico-semántico sobre si lo que aqueja a la economía es una desaceleración -acelerada, profunda..., según qué ministro hable-, si es una recesión, si son «dificultades objetivas» -el máximo nivel reconocido por Zapatero-, o si es una crisis, como al fin se ha atrevido a definirla Pedro Solbes, aunque ayer mismo quiso rectificar tal expresión, sumiendo así al Gobierno en una ridícula e irrisoria espiral terminológica. Lo de más es que el Gobierno ha pretendido retardar artificialmente las consecuencias de una situación que tarde o temprano iban a sufrir en sus bolsillos todos los españoles. Si lo hizo por un error de cálculo o por un exceso de «buenismo», malo por negligencia e indolencia. Y si lo hizo de manera consciente para ganar tiempo en época preelectoral, peor porque el Gobierno habría jugado a capricho con la incertidumbre de los ciudadanos. En cualquiera de los dos casos, el resultado es idéntico: ineficacia.
Ahora sólo cabe esperar que el diálogo social que comienza sea generoso y fructifique en proyectos realizables y medidas solventes. Sin embargo, sindicatos y empresarios acuden a la cita con excesivos flancos abiertos. Los rimbombantes planes de choque -tan improvisadamente modificados en apenas semanas- no tienen visos de satisfacer plenamente a las partes. Son insuficientes y además no están calando en la mayoría de ciudadanos. La consecución de acuerdos estables y de futuro en una negociación que a buen seguro será tensa y muy compleja es imprescindible para paliar los efectos de la crisis. No así los andamiajes de la oportunista propaganda gubernamental. Zapatero ya sabe que para combatir los efectos de la inflación, la insatisfacción salarial, las cifras del paro, el coste de las hipotecas, el incremento del precio de los combustibles, la caída del consumo o el cierre de empresas no basta con su sonrisa y una campaña de imagen para negar la evidencia. Ahora tiene una nueva oportunidad de demostrar con la patronal y los sindicatos que aquella peculiar expresión que acuñó -«la cintura es la esencia de la democracia»- sirve de verdad para algo.


http://www.abc.es/20080613/opinion-editorial/dialogo-contra-crisis_200806130253.html

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