viernes 13 de junio de 2008
El PP en el País Vasco
Germán Yanke
A las dificultades objetivas de la política de los populares en el País Vasco se ha unido, tras la derrota electoral del PP en las generales (y el mal resultado en aquella comunidad autónoma), el abandono de María San Gil. Esto último entra en las dificultades subjetivas, o de raíz subjetiva más bien, porque el argumento de la confianza tras la aceptación de todas sus propuestas en la ponencia política no es propiamente político. Si hay motivos políticos, San Gil no los ha querido exponer.
Y quizá los haya, aunque no tengan nada que ver con el fondo del proyecto político del PP en el País Vasco ni con todo ese catálogo de palabras con el que se ha venido escondiendo la falta de un verdadero debate de ideas: principios, valores, etc. Digo quizá lo haya porque se va viendo que hay dos estilos, o dos discursos, en el modo de exponer ese proyecto. Uno, inamovible, ajeno a la consideración del resultado electoral (en el País Vasco y en España) y otro que trata de combinar la firmeza con la flexibilidad en las formas, ya sea formulado antes o después de los malos resultados.
Si nadie puede dudar de la entrega y la valentía de María San Gil, nadie puede hacerlo tampoco de los tres presidentes provinciales del PP en el País Vasco y el conjunto de sus militantes, conocidos o anónimos. Así que la sustitución por el abandono de la dirigente guipuzcoana no tiene nada que ver con un cambio en el compromiso por la libertad y por las ideas concretas de su formación política. Tampoco, por eso mismo, con una modificación de la posición popular contra el terrorismo o ante el nacionalismo. Si la elección de un nuevo presidente en el PP vasco significa algo es la respuesta a una necesidad creada por el abandono de San Gil y la formulación de un discurso para los próximos años, con la importante cita de las autonómicas vascas.
El consenso ha elegido a Antonio Basagoiti, presidente de la organización de Vizcaya y concejal en el Ayuntamiento de Bilbao. Aúna Basagoiti la juventud y la experiencia. Y también la atención a las grandes cuestiones que sobre la Constitución, la libertad y la ciudadanía se plantean en el País Vasco con una preocupación concreta por las necesidades diarias de sus conciudadanos. Lo ha demostrado en el trabajo municipal cotidiano y en el esfuerzo e interés con que él y su equipo han preparado los programas electorales para la capital vizcaína, en la que se enfrenta al político más heterodoxo y admirado por los bilbaínos del nacionalismo vasco: el alcalde Iñaki Azkuna.
Es, por ello, una elección inteligente para un momento complicado. Aceptar la candidatura es, por ello, además de un gesto de valentía, una muestra de entrega. La salida de San Gil demostró que la mayoría del partido en el País Vasco no tenía su desconfianza subjetiva y estaba dispuesto a apostar por un discurso centrado y adecuado al terreno. Seguramente, el resultado de las próximas elecciones vascas será malo, pero no por ello desesperanzador. El discurso congelado tiene el problema de sumar contradicciones: ni con el PNV colaborador con ETA ni con el PSOE traidor al Pacto. Ahora es el momento de que, con habilidad política y estratégica, se recompongan sin dogmatismos las relaciones entre los partidos constitucionales en el País Vasco. Porque, a pesar de las dificultades, objetivas y subjetivas, presentes y futuras, el momento en que ambos puedan sustituir al nacionalismo, si lo hacen inteligentemente, está más cerca que nunca.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=13/06/2008&name=german
jueves, junio 12, 2008
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