lunes 16 de junio de 2008
Con Zapatero, país bananero
Enrique de Diego (Elsemanaldigital.com)
INCLUSO para los que mantenemos una actitud realista hacia el vacuo presidente del Gobierno –el peor de los posibles y aún de los imaginables- nos ha sorprendido la torpeza en la gestión de la crisis que está provocando la ristra de huelgas, cuya punta de lanza es la que llevan a cabo dos asociaciones patronales minoritarias de transportistas.
Durante dos vergonzosos días, un Gobierno de inútiles atrapados en sus rollos semánticos, ha permitido lo que nunca puede tolerarse: la anarquía.
Durante dos vergonzosos días, los ciudadanos han estado indefensos ante la estricta ley de la selva impuesta por los piquetes, esa tradición de violencia sindical que es una auténtica lacra, y exige una ley de huelga que establezca responsabilidades en los convocantes.
Durante dos vergonzosos días, el Gobierno ni tan siquiera ha existido y el presidente ha estado más de vacaciones que nunca, obsesionado con preservar su imagen del desgaste.
Si un Gobierno nunca puede ceder el monopolio de la violencia, como ha hecho, una economía, en la situación crítica en la que se encuentra la nuestra, no puede permitirse el colapso de la distribución.
El balance inmediato es desolador para los agricultores de bienes perecederos y para las empresas que, como las automovilísticas, han tenido que ralentizar o cerrar su cadena de producción ante la falta de piezas y recambios.
Gravedad añadida es que los ciudadanos saben que el Gobierno cederá a la coacción y a la violencia, tras la escenificación. Ya ha cedido, con la chequera, a favor de los pescadores y también de los transportistas, aunque no haya llegado a esa locura gremial y tardocomunista de la tarifa mínima. Además, inaplicable.
A lo que asistimos es al interés de, mediante la fuerza y la presión, diferentes sectores organizados de cargar los problemas de la crisis sobre la mayoría indefensa.
Los daños a la economía y las cesiones de un Gobierno manirroto e instintivamente cortoplacista empobrecerán aún más a las clases medias. Incrementarán la inflación, que no deja de ser un impuesto cotidiano. Eso contraerá el consumo. Aumentará el paro. Descenderá la recaudación y el gasto público seguirá su escalada. Menos ingresos y más gastos es déficit y colapso.
Nada positivo conseguirán, a medio plazo, sectores que han de reconvertirse, pues descenderá la demanda de transporte y la de pescado, pero entonces se buscarán nuevas cesiones gubernamentales, porque esta es la España donde gobierna el clan de los gandules, esta es la España de Ana Belén cobrando de los pobres, y de subvenciones como el PER que se conceden con la condición de no trabajar... y votar, eso sí, al Partido Socialista.
España camina hacia el empobrecimiento generalizado con un Gobierno de propagandistas vacuos que ha perdido el sentido de la realidad y, al final, no tendrá cómo hacer frente a sus crecientes compromisos y no podrá pagar ni las pensiones, ni los subsidios de paro, ni los sueldos de los funcionarios.
Y, encima, como el peor de los precedentes, ha permitido dos días de vergonzosa anarquía.
Con Zapatero, país bananero.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1679
domingo, junio 15, 2008
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