miércoles, mayo 21, 2008

Jose Melendez, Derecho a la informacion o derecho al cotilleo

jueves 22 de mayo de 2008
Derecho a la información o derecho al cotilleo
José Meléndez
T ELMA ORTIZ es una mujer joven, guapa y hermana de la Princesa de Asturias. Trabaja de cooperante en Filipinas y acaba de ser madre soltera.. De todas estas circunstancias, solamente justifica su catalogación como “personaje público” el ser hermana de la Princesa Leticia, pero todas juntas han desencadenado una desenfrenada persecución por parte de ese submundo nauseabundo conocido como “periodismo rosa” que ya tiene una contradicción patente en su propio enunciado porque ni es rosa ni es periodismo. Telma Ortiz acaba de perder una demanda que interpuso en un juzgado de Toledo para tratar de solucionar una situación de persecución angustiosa que la ha obligado a cambiar de domicilio tres veces en seis meses. Los especialistas en bucear en intimidades han cantado victoria creyendo que a partir de ahora tenían barra libre para ejercer su ignominiosa profesión. La euforia se ha desatado en esos programas televisivos, todos del mismo corte, donde un presentador o dos que no buscan mas que medrar con las vergüenzas ajenas, se erige en moderador de unos tipos (y tipas) sin ningún aval profesional o intelectual, que se constituyen en una especie de tribunal de honor para juzgar la conducta de los demás, amparándose en pruebas previamente contratadas y sin ningún valor legal, ético o moral.. Pero han cantado victoria demasiado pronto, porque la sentencia está recurrida y la propia jueza que la dictó afirma que se ha pronunciado en contra de la demanda por el error jurídico del abogado que la presentó, el cual la centró en la protección de la imagen de Telma Ortiz cuando lo que debía haber hecho era la de su derecho a defenderse ante la invasión de su intimidad.. La libertad de expresión es una bandera, como la de los derechos humanos y civiles, que representa uno de los mejores logros de la democracia, pero en la práctica y por el siempre farragoso entramado de las leyes, es un escape para los transgresores que usan en beneficio propio los derechos que ellos han negado a sus víctimas y el terrorismo, que es la lacra de los tiempos modernos, es una buena prueba de ello. La prensa rosa no llega a tanto, afortunadamente, aunque no debemos olvidar la trágica muerte de la Princesa Diana en el túnel del Alma de París, acosada por los “paparazzi” y los métodos que estos emplean para lograr la imagen mas vendible. El derecho a la información es sagrado en una sociedad libre cuando se apoya en pruebas solventes y cumple los ineludibles requisitos de verosimilitud e interés público. Y no debe confundirse nunca con el derecho al cotilleo, sobre todo si este cotilleo afecta a personajes públicos que, en última instancia, no tienen mas amparo que el de una Justicia lenta, presa en la ambigüedad de muchas leyes y por tanto, poco eficaz, porque el fallo se produce cuando el daño está ya consumado y se ha agotado su rentabilidad para los que viven. de las supuestas vergüenzas ajenas. El éxito de este cotilleo tendencioso y falaz, que nada tiene que ver con la información, nos da, desgraciadamente, la medida del nivel mental de la masa. Decía Antonio Machado que de cada diez cabezas españolas una piensa y nueve embisten. Indudablemente, es exagerada la apreciación del gran poeta, pero hay un fondo de verdad en ella cuando el interés de la masa se inclina mas en saber como le van los amores a la hija de la duquesa de Alba, los líos del mediocre actor Andrés Pajares o las proezas amatorias del tal Dino que los grandes problemas que ahora nos acucian. Tapada por la polvareda que ha levantado la demanda rechazada de Telma Ortiz, existe una sentencia –la 2004/45- del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo (que debe tener vigencia en España, porque nuestro país acata la jurisdicción de ese Tribunal) que falló a favor de Carolina de Mónaco por la publicación de unas fotos robadas de su vida íntima. La sentencia afirma que “una persona pública no es pública las 24 horas del día, sino cuando asiste o se dirige a actos oficiales y solo se puede aceptar la intromisión en la vida privada de esas personas cuando los hechos narrados contribuyen al debate de interés general en una sociedad democrática, ya que la prensa ejerce así su papel de “perro guardián”. Ateniéndose a esta sentencia, cabe preguntar: ¿qué interés general tienen las andanzas de Telma Ortiz y de tantos otros personajes mas famosos que ella que sufren el mismo calvario persecutorio? El mezquino fin de esta conducta no es otro que servir los intereses comerciales de revistas y programas televisivos especializados en el escándalo, amparándose en el seguimiento de un sector que no puede representar a la opinión pública, tal como ésta se entiende en un país civilizado y con un cierto nivel cultural. Va a ser muy difícil poner fin al gran negocio del cotilleo, entre otras cosas porque hay muchos personajes de los considerados públicos que se dejan cotillear mediante un estipendio e incluso consiguen la fama por esos medios. Tristes medios que eximen a sus poseedores de ganarse la vida por otros caminos aun mas degradantes. La cuestión de fondo está en la interpretación correcta del derecho a la información y esa tarea debe recaer en las direcciones de las publicaciones antes de que la Justicia tenga que tomar cartas en el asunto. La profesionalidad y la ética deben prevalecer porque si no se admitieran las informaciones escandalosas sin ningún soporte que apoye su verosimilitud ni se publicaran fotografías robadas, obtenidas por métodos rechazables, no existirían los “paparazzi” ni los que se amparan en un periodismo que ellos degradan para sus fines personales. Pero, desgraciadamente, esta es una tarea que ya se ha intentado repetidas veces y no ha dado resultado. Y así estamos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4630

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