viernes 2 de mayo de 2008
Copas y senequismo
Ignacio San Miguel
R ESULTA divertido observar cómo aquellos periodistas afines al Gobierno que con tanto alborozo saludaron el nombramiento de Soraya Sáez de Santamaría como portavoz de la oposición, ahora cambian de registro. Ha sido con motivo de los sarcásticos comentarios de Soraya sobre la actitud desaprensiva del presidente Rodríguez Zapatero ante los graves problemas de España, que ha quedado reflejada en que mientras se daban noticias cada vez más sombrías sobre la crisis económica, y nos informaban sobre el secuestro de marineros españoles por piratas en Somalia, el presidente gozaba en León de agradables horas de asueto, tomando vinos en los bares, confraternizando con la gente. La señora moderada, seria y modosa, tan distinta de su antecesor Zaplana, se convertía como por arte de magia en persona sin experiencia que había perdido los papeles cayendo en el extremismo más vulgar. Alguno llegó a apuntar que estaba siguiendo la línea marcada por Zaplana. Pero la mayoría se decantó por la torpeza, fruto de la inexperiencia. “Lo dicen en su mismo partido, que no tiene experiencia”, aseguraban. Sin embargo, la leve sonrisa con que Sáenz de Santamaría terminó su alocución sugería que sus palabras habían sido muy bien pensadas. Si bien se mira, un discurso similar en agresividad al de Zaplana, pero pronunciado por una personalidad agradable, más que la de Zaplana sin duda, puede resultar más eficaz, más penetrante. El anterior portavoz podía llegar a resultar desagradable por su aire de superioridad. Y no me refiero a los adversarios, que como es natural lo odiaban cordialmente, sino al sector neutro. Este país no desea gente batalladora, gente que remueva las conciencias, que agite los espíritus. Lo que anhela es la paz, la tranquilidad, y reírle las gracias al gracioso de turno. Una de las formas habituales para conseguir la ansiada beatitud, consiste en emplear palabra suaves donde hay que utilizarlas de más calibre. Por eso en vez de crisis preferimos hablar de desaceleración, que resulta menos grave y desagradable. Y, sobre todo, nada de gestos agrios o despectivos. Es muy importante la compostura suave y amable, tanto o más que el parloteo suavizador. Este es el motivo por el que Sáenz de Santamaría podría resultar más peligrosa de lo que algunos creen. Su combinación de actitud amable con discurso duro puede tener un efecto debilitador importante. Aunque todo esto no sea más que elucubraciones algún tanto gratuitas, pues no hay suficiente base todavía para saber cuál es la estrategia del partido de la oposición. El tiempo lo dirá. El acto de piratería en Somalia ha seguido el curso que tenía que seguir. Se paga rápidamente el importe del chantaje y asunto liquidado. No se podía esperar otra cosa de un país tan amante de la paz. No se trata de si se podía o no podía hacerse otra cosa, sino de la rápida disposición a plegarse a las exigencias de los secuestradores. Esto ha tenido que ser muy bien visto por los piratas presentes y ausentes y habrán sabido tomar muy buena nota de ello. Gracias a que la piratería no abunda tanto como en el siglo XVII. Porque de la misma manera que la miel atrae a las moscas, los piratas han de sentirse atraídos por las presas fáciles. Los barcos bajo pabellón español han de resultar presa apetecida para la gentuza pirata. La causa está sin duda en la obsequiosidad española, pues lo importante es librarse de los problemas a la mayor celeridad, sin pensar en el futuro, que siempre resulta imprevisible. El presidente sabía que todo iba a terminar con felicidad, y por eso se permitía el tomar unos vinos en León, carcajeándose de lo lindo. En cuanto a la crisis económica, todavía no ha llegado a su momento más opresivo. Así que disfrutemos. Se prevé, además, que comenzará a remontarse la situación dentro de tres años, así que el presidente puede llegar a las próximas elecciones generales en unas buenas condiciones para ganarlas de nuevo. Sáenz de Santamaría ha hecho bien en presentar el contraste de problemas graves por un lado y, por otro, un presidente que se relaja en el ocio. Sus palabras puede que tengan algún efecto. Pero, por otra parte, creo que el presidente ha tenido la virtud de cogerle el pulso al pueblo español. Ha descubierto que el decantado senequismo ibérico es pura estolidez. Lo ha comprobado taxativamente al ser elegido de nuevo. Lo sabía, pero ahora ha adquirido la comprobación definitiva. El senequismo español tiene el mismo significado que la nada. Un eufemismo como otro cualquiera. Lo mismo que llamar desaceleración a una grave crisis económica. Vamos de copas, que es lo más práctico.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4595
jueves, mayo 01, 2008
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