miércoles, mayo 21, 2008

Carrascal, Rajoy y sus criticos

miercoles 21 de mayo de 2008
Rajoy y sus críticos

JOSÉ MARÍA CARRASCAL
NO critico a Rajoy ni a quienes le critican, posiblemente, por hallarme a 6.000 kilómetros de ellos. Si estuviera en medio del fregado, casi seguro que no podría ser tan objetivo. La primera razón es el convencimiento de que tanto los críticos como los defensores son sinceros. Las circunstancias personales pueden estar jugando una mala pasada a alguno, pero todos quieren lo mejor para el PP y para España. Con lo que llegamos a la segunda razón de que les hablaba: todos ellos caben en el PP, un partido ancho, abierto, en el que puede criticarse al jefe. ¿Han oído ustedes a algún socialista criticar a Zapatero? ¿O decirle que había perdido la confianza en él? Seguro que no pocos de ellos discrepaban de su negociación con ETA y de su reforma de los estatutos. Pero la única que se atrevió a decirlo en voz alta fue Rosa Díez, y tuvo que abandonar el PSOE. Lo que nos lleva a la tercera y más importante de mis razones: críticos y defensores de Rajoy son necesarios al PP, diría incluso imprescindibles, en esta hora tan crítica para el partido y para el país. Vale por tanto la pena analizarlo. ¿Cuál es el mayor problema de España hoy? No Rajoy, desde luego. Es Zapatero. Un señor que heredó una ETA contra las cuerdas y le ha permitido recuperar su capacidad operativa. Que ha dado alas a los nacionalismos, incluso donde no lo había. Que ha descuidado la economía, la inmigración, la justicia, el agua, la educación y otros grandes problemas del país. Eso es lo que debe preocuparnos y lo que urge resolver.
Para resolverlo, sin embargo, hay que ganar las elecciones, y Rajoy las ha perdido. Pero hay que analizar también por qué las ha perdido, y ahí nos encontramos con una paradoja: Rajoy no se equivocó en el mensaje de firmeza frente a ETA y defensa de la nación española, que enarbolan sus críticos, sino en su forma dura y bronca de exponerlo. Que es precisamente la forma que sus críticos prefieren. Con lo que nos aproximamos a la médula del problema. El PP no necesita cambiar de principios, necesita modular su mensaje para hacerlo digerible a una opinión pública alérgica a la confrontación. Ese es el único, aunque importante en nuestros días, cambio que necesita el PP. Es muy posible que Rajoy no sea el hombre adecuado para protagonizarlo. Pero hasta que no surja ese hombre, o mujer, conviene que continúe en el cargo, aunque sólo sea para que Zapatero no se apodere y contamine el mensaje del PP, como empieza ya a hacer. Pero la defensa de esa maniobra envolvente, más peligrosa que la excluyente anterior, sólo puede hacerla un PP unido, en el que unos cambian la estrategia y otros vigilan que no se cambien los principios. Ambos son igualmente necesarios, como acelerador y como freno, en la tarea más urgente que tiene España: sustituir a Zapatero. Pues de poco sirve tener razón si el electorado no nos la da, y de menos aún sirve sacrificar la razón para halagar al electorado. Para eso tenemos ya al PSOE.

http://www.abc.es/20080521/opinion-firmas/rajoy-criticos_200805210303.html

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