viernes, diciembre 01, 2006

Con Gallardon no se bromea

viernes 1 de diciembre de 2006
Con Gallardón no se bromea
Juan Urrutia
Q UERIDOS lectores, llevo demasiado tiempo tratando temas banales como el terrorismo, la lucha —es un decir— antiterrorista, las consecuencias del nacionalismo feroz, etc. Por ello, y porque no deseo aburrir más de lo necesario a los tres de ustedes que siguen leyéndome, hoy voy a hablarles de un tema extraordinario: la prohibición de vender cacas de perro falsas o de broma, en cierta plaza de Madrid, por parte del señor Gallardón. Hay costumbres que forman parte del acervo cultural español y por ello son protegidas. Entre ellas están: las peleas de gallos, las exhibiciones de personas deformes o anormalmente velludas, la decapitación de gallos por adolescentes a caballo como símbolo de haber llegado a la edad adulta, la venta de licores de alta graduación en las gasolineras y los artículos de broma. ¿España sería España si para celebrar la matanza de cientos de niños no llenásemos el retrete de nuestra tía Flora de cucarachas explosivas o el azucarero de nuestro más querido allegado de dulces terrones de esos que llevan una mosca dentro? La respuesta es no. Estaríamos en Suiza, donde todo el mundo se aburre mucho. Creo que prohibir, ya sean las cacas de plástico, ya sean los polvos pica-pica, representa un desperdicio del tiempo, dinero y esfuerzo empleados por aquellas ingeniosas personas que, con el único propósito de hacer felices a sus conciudadanos, crearon el chicle relleno de pimienta o las bombas fétidas. Gallardón no se da cuenta del terrible atentado contra la idiosincrasia del país que comete al negar a los madrileños su derecho a divertirse manteniendo a la vez una tradición con muchos años de antigüedad. Qué será lo próximo en proscribir dentro de la sana diversión post-navideña, ¿la tinta invisible? ¿Las arañas peludas? O ¿tal vez los mocos de goma…? No, queridos amigos, no se puede permitir tal felonía, el ayuntamiento, no de Madrid, sino de cada pueblo y ciudad española debería formar una comisión dedicada en cuerpo y alma a proteger los artículos de broma e incluso desde el parlamento, para evitar diferencias legislativas entre autonomías, veo imprescindible que se promulguen leyes específicas al respecto. Al fin y al cabo se ha hecho algo parecido con los nacionalismos que son la broma más pesada que ha sufrido esta “nación de naciones”.

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