domingo 3 de diciembre de 2006
Biodiversidad y exterminio
ARTURO IGNACIO ALDECOA/PORTAVOZ ADJUNTO DEL PP EN LAS JJ. GG. DE VIZCAYA
Durante siglos la ganadería tradicional ha convivido con la presencia del lobo en una guerra silenciosa que ha legado en nuestra cultura innumerables historia, leyendas y tradiciones. El lobo, un animal inteligente que ha campado por los páramos, valles y montañas de la vieja Iberia desde los montes vascos a las sierras andaluzas y desde la brumosa Galicia al luminoso Levante ha sido el enemigo por excelencia de los ganaderos, a la vez odiado y admirado, perseguido y respetado porque incluso para sus más duros adversarios, los pastores, el lobo era también el alma salvaje e indómita de este país.Durante el siglo XIX y XX el lobo ha ido siendo exterminado, como tantas otras especies hasta que en los años centrales del pasado siglo ha estado a punto de desaparecer por la persecución, el desarrollismo sin control y la absoluta ignorancia de las necesidades del equilibrio ecológico.El lobo, predador necesario para regular las poblaciones de ciervos, corzos, jabalíes y otras muchas especies, ha sido perseguido como alimaña, palabra maldita, durante decenios, hasta casi borrarlo de nuestra tierra. Afortunadamente, el abandono del campo a partir de los años 60 ha permitido una pequeña recuperación del lobo al norte del río Duero, aunque en el sur de España los escasos núcleos y manadas que restan de esta especie están a un paso de la extinción.Se calcula que en toda la península quedan en torno a unos dos mil lobos, de los cuales escasamente unas docenas habitan en las sierras del norte de Burgos y en los límites de Cantabria, y algunos pasan ocasionalmente en sus correrías a las zonas limítrofes de Álava, a los valles de las Encartaciones vizcaínas y a la zona del Gorbea. Estos lobos naturalmente se comen alguna oveja u otro animal, pero la cantidad de ovejas, cabras y más raramente caballos y reses afectadas en tres años por el lobo no supera los 400, y ello sumando las reses muertas, heridas, afectadas o desaparecidas, y sin entrar a discutir cuantos ataques han sido en realidad de perros asilvestrados o de 'lobos de dos piernas y con DNI', que también los hay. No parece mucho 400 animales afectados en tres años, y ello sobre una cabaña ganadera en Vizcaya -según la Diputación- de más de 66.000 ovejas, 10.000 cabras y 9.000 caballos (las reses ni las contamos). Es decir, en este trienio cada año el lobo ha afectado en promedio al 0,16% del ganado ovino, caprino y equino existente en Vizcaya. Nada que no pueda compensarse mediante subvenciones a los ganaderos y mediante ayudas paralelas a la tenencia de perros mastines y la instalación de rediles, al igual que se hace en Álava y otros territorios.Los ganaderos pueden y deben ser resarcidos, y con creces, de los inconvenientes que les causa la presencia ocasional del lobo en Vizcaya. Este resarcimiento es un pequeño precio que nuestra sociedad debe pagar por el lujo de mantener en pleno siglo XXI la biodiversidad de nuestro territorio apoyando la presencia puntual del lobo, que solo debe perseguirse, al igual que cualquier otro animal, si los daños son excesivos o supone un peligro inaceptable, lo cual no es el caso ni aquí ni en el resto de España. Sin embargo, las Juntas Generales de Vizcaya han optado por ignorar una reciente proposición popular para apoyar económicamente a los ganaderos afectados y ha decidido apoyar a la Diputación para convertir a Vizcaya en un territorio 'libre de lobos', esto es, donde se responda a cada acción de este animal con una batida para exterminarlo. Y a esta política de extinción algunos la llaman piadosamente 'control' del lobo. Ya se ve que el eufemismo de la 'caza científica' de ballenas ha abierto la creatividad gramatical de los partidarios del exterminio de las especies. En 1986 la Diputación decidió eliminar los lobos heráldicos del escudo de Vizcaya porque consideró que lo que representaban 'era ajeno' a nuestra historia, aunque tuvieran tanta antigüedad o más que el propio escudo. En 2006, la Diputación ha optado por dar un paso más y exterminar al propio lobo 'porque causa daños', aunque los daños sean ridículos y el animal sea tan propio de esta tierra como nuestra cultura pastoril, y su presencia sea mucho más antigua.Vizcaya avanza hacia la protección de su biodiversidad a ritmo de exterminio controlado de ciertos seres vivos. Y a esto nuestros dirigentes forales lo llaman política ambiental. Cualquier día nos cuentan que el canibalismo es gastronomía tradicional de la propia especie . Los lobos al menos, y aunque coman ovejas, no dicen tantas tonterías.
domingo, diciembre 03, 2006
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