miercoles 4 de agosto de 2010
Y ahora, a prohibir la tortilla de patata
Luis Míguez Macho (Elsemanaldigital.com)
EL país entero temblaba de expectación por conocer cuál sería la reacción de la "solidaridad catalana" ante la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, anunciada por el famoso editorial unitario. Millones y millones de personas (que a lo mejor eran sólo cincuenta o sesenta mil) acababan de desfilar por las calles de Barcelona para mostrar su enérgico rechazo al pronunciamiento del alto Tribunal.
Ahora por fin ya se ha revelado el misterio. El Parlamento de Cataluña ha adoptado una medida que supone la respuesta más contundente imaginable a la sentencia: prohibir las corridas de toros en esa Comunidad autónoma. Es de imaginar que los magistrados del Tribunal Constitucional estarán a estas horas lamentando amargamente su atrevimiento.
También es difícil imaginar mayor ridículo por parte de una clase política y de unas instituciones públicas que no han sido capaces de encontrar otra manera de demostrar su impotencia a la hora de hacer efectivas unas bravatas tan altisonantes como pueriles. Y que no se nos hable de preocupación por el "bienestar animal", porque entonces tendrían que haber prohibido también otros espectáculos tradicionales bastante más brutales que el toreo.
Al parecer, la oligarquía política catalana se ha quedado anclada en la imagen de lo español de los románticos del siglo XIX, como es propio de su ideología trasnochada, y por eso piensan que, prohibiendo los toros, Cataluña será un poco menos España. Pues yo escribo desde una región, Galicia, donde hay escasa tradición taurina, y a nadie se le ha ocurrido sostener que por ese motivo somos menos españoles que los demás.
Precisamente si han tenido que prohibir las corridas de toros, es porque en Cataluña esa tradición sí existía. Un ejemplo más de cómo se lleva a cabo la "construcción" de una nación que no existe, a base de imposiciones, prohibiciones y multas, única manera de borrar lo que es compartido.
Las corridas de toros se han pretendido prohibir más veces, con escaso éxito. Digamos que esta prohibición, junto con la expulsión de los jesuitas, en un leitmotiv recurrente de nuestra historia. Por eso creo que para separar a Cataluña de España habría que haber buscado algo más original y efectivo.
No es que yo quiera dar ideas a la oligarquía política catalana, que para ocurrencias ya se basta sola, pero si de verdad quisiesen eliminar un elemento común a toda España, auténtico símbolo nacional, exclusivo de nuestro país, lo que deberían prohibir no son las corridas de toros, que no sólo se celebran aquí, sino también en el vecino sur de Francia, en Portugal y en los países hermanos de América, sino la tortilla de patata.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2471
miércoles, agosto 04, 2010
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