domingo, noviembre 16, 2008

Pablo Sebastian, Bush suspende la refundación de Sarkozy

lunes 17 de noviembre de 2008

Bush suspende la refundación de Sarkozy

Pablo Sebastián

No hubiera estado nada mal que en la cumbre financiera de Washington se hubiera anunciado el principio del fin de los paraísos fiscales, la búsqueda de responsabilidades administrativas y penales entre los principales autores, entidades y directivos del gran fiasco de especulación financiera, y el punto final de las prácticas especulativas bancarias y bursátiles, en beneficio de la economía productiva y menoscabo de la financiera, creadora de la riqueza artificial, más personal que colectiva. Pero no, nada de eso se incluye con letra de molde en la declaración del G20 de Washington, donde Bush ha conseguido frenar las ansias de refundación del sistema financiero que ha pedido Sarkozy, como presidente de la Unión Europea, para que la cosa se quede en una sola y puede que somera reforma. Naturalmente, después de que Estados salve a sus respectivos y fracasados banqueros y grandes especuladores con el dinero de los ciudadanos. Ese intervencionismo del Estado al que no le hacen ahora ningún asco los neoliberales o necons, cuya filosofía y comportamiento está en el origen de la actual catástrofe.

Naturalmente, esta partida múltiple que se juega en tres tableros -el urgente de medidas de choque para impedir el desplome del sistema financiero; el de la reactivación económica para hacer frente a la recesión e impedir que se llegue a la depresión; y el de la reforma del sistema financiero- es larga, y cambiará de jugadores porque está pendiente, en Estados Unidos, de la toma de posesión del presidente Obama, que ya veremos si sigue los pasos y el modelo imperial y unilateral de Bush, o si por el contrario cambia por completo el modelo fracasado, sobre el que el presidente saliente hizo, en la víspera de la Cumbre de Washington, su particular canto del cisne sobre la economía de mercado y el comercio sin fronteras, para concluir diciendo que hay que dejar, más o menos, las cosas como están, con unos pequeños retoques. Como si no tuvieran importancia las gigantescas sumas que los respectivos Estados occidentales, empezando por Estados Unidos, ya están inyectando en las entidades bancarias de cada país, para evitar el crack y la segunda gran depresión.

Sarkozy llegó fuerte a Washington pero, poco a poco, se fue desinflando y acabó entrando por el camino de la reforma que propiciaba Bush, dejando de lado su llamamiento a la refundación del sistema monetario que él había abanderado tras la reunión del G4 europeo en París. Y con él se alinearon en torno al neoliberalismo de Bush el resto de naciones europeas, mientras las emergentes y en vías de desarrollo miraban con asombro la habilidad del presidente americano para partir, a los postres de la cena, el enrevesado pastel.

O sea, los líderes mundiales han ido a la capital americana a despedir a uno de los peores presidentes de la historia de Estados Unidos -el mismo al que José María Aznar le ha dedicado un artículo plagado de mentiras, como las de Iraq y el 11-M, y de elogios inmerecidos- y a salvar el fracasado y perverso sistema monetario, con un intervencionismo de los Estados, que se puede quedar solo en eso, y que recuerda la acción de los bomberos ante un cruel incendio sin que nadie pida responsabilidades a los pirómanos.

Es verdad que lo importante de este relato es ver cómo acaba, pero tenemos la impresión de que no empezó demasiado bien, por muchos y complejos que sean los problemas planteados. Sin duda, el liderazgo de Obama, que ya veremos por dónde sale, es una incógnita a despejar, como los son todos y cada uno de los acuerdos y las sugerencias de la cumbre, que los expertos deberán concretar en propuestas urgentes durante los próximos meses.

En cuanto a España, nada especial. Seguimos con la habitual presidencia marketing de Zapatero, como cazador y coleccionista de fotos y gestos, a remolque de Sarkozy y sentado en un pupitre sin bandera, para decir amén a lo dicho por Bush y Sarkozy, que aunque parecía lo mismo en aras de la unidad y de crear confianza, no era exactamente igual. La única novedad de Zapatero es que ahora parece que empieza a enterarse de que debe de hacer una importante rebaja fiscal, y aumentar el gasto público, y mientras habla de mucha transparencia, nuestro fotogénico presidente mantiene en secreto el nombre de las entidades financieras españolas que recibirán importantes ayudas de los fondos del Estado, y todo ello acompañado con el aplauso de la más que desconcertada oposición del PP, de los sindicatos domesticados y del público entierro de IU.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/54350.asp

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