miércoles, noviembre 05, 2008

German Yanke, Obama en el espejo

jueves 6 de noviembre de 2008
Obama en el espejo

Germán Yanke

Muchas reacciones, comentarios e incluso entusiasmos de los dirigentes socialistas españoles por el triunfo del senador Obama en las elecciones norteamericanas dan la impresión de que aquéllos, al ver al presidente electo en la pantalla o en las fotografías de prensa, creen estar ante un espejo. Son ellos los que han ganado, los que, por tanto, nos pueden asegurar qué va a cambiar. Como si Estados Unidos fuera, a la postre, una circunscripción importante en la batalla política española.

A los socialistas españoles les ayudan, en este particular teatro, muchos representantes de la derecha. Algunos se han entregado a Obama, seguramente porque tienden más a apalancarse en unas formas (y en su espectacularidad) que en un proyecto político. Otros, para denigrar al vencedor de las elecciones presidenciales, llevan tiempo diciendo que es como José Luis Rodríguez Zapatero, salvo en el color de la piel y en el hecho de que la mujer de éste sea cantante, que es en lo que coincide con Nicolas Sarkozy. También termina por tener su gracia -la que produce la contemplación de nuestro provincianismo- algunas reacciones de urgencia: ahora, dicen en el lado socialista, el presidente español tendrá siempre que quiera su silla junto a Obama, ya sea en el G20 o en cualquier otro foro; ahora, dicen en el lado popular, es hora de que el Gobierno haga caso a la derecha y establezca con Washington las relaciones adecuadas que han faltado.

Algo, sin embargo, se podría aprender, aunque sea salvando las distancias, si en vez de creer que vemos a Obama cuando nos miramos al espejo nos viésemos a nosotros mismos con el presidente electo detrás, el algún cartel o pantalla que también se refleja. La enseñanza para la derecha ya es evidente. Para la izquierda se empieza a apuntar.

McCain, aunque presentado por los demócratas como el fiel heredero de Bush, es, en realidad, un heterodoxo en el Partido Republicano que, forzado por su maquinaria, tuvo que elegir como candidata a vicepresidenta a una mujer que representaba lo que un sector de la derecha española llama "los principios y valores". No ha servido esa estrategia porque las elecciones se han ganado y se han perdido en la franja lindante entre los dos partidos, en un terreno hipotéticamente compartido que hay que ganarse en cada ocasión. Los republicanos han ganado en sus feudos, los demócratas en los suyos y Obama en los teóricamente dudosos e intercambiables. Aquí pasa, a mi juicio, algo similar. El sector más reticente a un discurso centrado balbucea que eso sólo puede hacerse sin ideas y proyecto, diluyendo el contenido político y las propuestas, pero este punto de vista es doblemente absurdo: ni eso es cierto fuera de la indigencia intelectual ni así se ganan las elecciones.

La izquierda podrá ver ahora cómo un adalid del cambio, un icono de un "nuevo mundo" como el senador Obama, gestiona el triunfo electoral. Todo parece apuntar que, a diferencia de lo ocurrido en España, el pragmatismo y el acuerdo se impondrán sobre los aspectos y los tonos más radicales con los que el Partido Demócrata -que había discutido en su seno lo que no es posible en el PSOE de hoy- ha llevado a cabo una campaña en la que se trataba de identificar todos los males con la actual Administración norteamericana.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/51855.asp

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