martes, noviembre 18, 2008

Ferrand, Matones de discoteca

Matones de discoteca

M. MARTÍN FERRAND

Miércoles, 19-11-08
CERBERO, el padre de todos los cancerberos que luego han sido, tenía una noble misión. Apostado en la puerta del Hades -el inframundo de los griegos- impedía la entrada de los vivos y, simultáneamente, la salida de los muertos. Luego, en la medida en que el mundo ha ido perdiendo el gozo de las alegorías y debilitando la fuerza de su imaginación, los cancerberos, como tantas otras personas, ideas y cosas, han venido a menos y, según leo en las crónicas deportivas, hay cancerberos que se ganan la vida como porteros de fútbol, tratando de conseguir que los balones no alteren el marcador de su equipo.
Cerbero tenía tres cabezas y, en estos últimos días, uno de sus herederos, desdoblado en tres matones de discoteca, han acabado con la vida de un muchacho sano, deportista y decente que trataba de pasar un rato con sus amigos en uno de esos infiernos contemporáneos, causantes del mal de oído, a los que muchos acuden con la única intención de aturdirse durante un rato y vivir de ese modo la fantasía de la vibrante diversión. No pretendo entrar en el fondo de un caso tan desgraciado y luctuoso, repleto de irregularidades administrativas, sino tomarlo como pretexto para algunas consideraciones sobre el orden y la autoridad.
La violencia está en el hombre, forma parte inseparable de él. Por eso, con buen sentido, una de las aportaciones de los sistemas democráticos a nuestra convivencia reside en haber restringido y reservado el uso de la violencia al Estado. A los Estados. Solo ellos, y las instituciones y personas por ellos delegados, pueden hacer uso de la violencia y, precisamente, para impedirla en los demás, en quienes no tienen legitimidad para emplearla. Esa es la razón de ser de los ejércitos y las policías.
Ocurre, aquí y ahora, que el Estado, sus porciones autonómicas y sus células municipales suelen estar sobrepasados en su capacidad de actuación, y ello ha dado lugar, con licencia y sentido en unos casos y según la ley del más fuerte en otros, a modos privados de seguridad. Algo que escapa a la norma general y que, con aceptables resultados en lo que está reglado, es germen de violencias añadidas, brutalidad indiscriminada y excesos formales en otros casos. Los matones de discoteca entre ellos.
La inseguridad callejera, que no es asunto menor ni infrecuente, ha llevado a que muchos gestores de lugares de diversión nocturna se agencien, con contratación no siempre regular, sus propios cancerberos, y no son infrecuentes los males que generan su teórica defensa del bien y el orden en el entorno de los lugares que protegen (?). Hay una responsabilidad en quienes les contratan, pero compartida con quienes -en el Estado, la Autonomía y el Ayuntamiento- deben administrar la cuota que les corresponde en el uso monopolista de la violencia.

http://www.abc.es/20081119/opinion-firmas/matones-discoteca-20081119.html

No hay comentarios: