miércoles, noviembre 12, 2008

Carlos Luis Rodriguez, Pax Clementina

jueves 13 de noviembre de 2008
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo

Pax Clementina

Suavemente me mata con su canción, se quejaba Roberta Flack allá por los setenta, cuando don Clemente ya andaba de profesor por las tieras de Lugo. Algo habrá inspirado su carrera política porque el alcalde demuestra de nuevo que es suave y letal con sus enemigos. Perecen dulcemente, justo cuando el regidor parecía más acorralado por su situación minoritaria. Fueron los romanos los que nos legaron el mejor consejo para derrotar al enemigo. Divide ut impera. Más que las legiones, fue esa diplomacia astuta la que les permitió conquistar el mundo, llegar a Lugo, instalarse y crear una dinastía de políticos que acaba por el momento en Orozco. Lo que ocurrió el otro día en la cuestión de confianza no es más que la continuación de esa norma que procuraba sembrar la división en el campo de los bárbaros, que al cambio vienen a ser nacionalistas y populares. Estamos ante algo que va mucho más allá un triunfo momentáneo y local. Queda confirmado el principio de que PP y BNG no irán juntos a ninguna parte. Lo sucedido al sur de la G­allaecia, con una alcaldesa llamada Corina Porro que se queda a un paso de la consolidación, ha sido una vacuna. A partir del precedente vigués no caben más frivolidades en la izquierda. Por mucho que puedan discutir, por mucho que se detesten en privado, por muchas zancadillas que se metan en la gestión, socialistas y nacionalistas tienen un vínculo indeleble. Un vínculo que, como se ve en Lugo, ata más al BNG que al PSdeG. La soledad de Orozco es la del que anda a su aire, sabiendo que en caso de apuro podrá recurrir a un amigo generoso.

He ahí el modelo de don Clemente. Se trata de un estilo político, pero también personal. El regidor inaugura en su concello eso que los británicos llamaron durante su Imperio Splendid Isolation, un sistema que le permite gobernar sin sentirse rehén de coaliciones incómodas, como ocurre con algunos de sus colegas de partido. Lo hace además sin que de sus labios salga ese lenguaje duro que tanto se estila. Es el suyo un socialismo episcopal que recuerda a Besteiro o a Tierno. Consigue victorias políticas sin que haya sangre en el campo de batalla, sin levantar la voz, como si los adversarios quedaran hipnotizados por su canción. Nada que ver con el socialista en boga en las alturas del partido, que procura que sus palabras sean afiladas para mantener la tensión del auditorio. Quizá el ser un regidor muy callejero le haya enseñado al alcalde que la mayoría de la gente no quiere eso. La estridencia política sólo gusta a los forofos que ven en el salón de sesiones o el Parlamento un circo romano de gladiadores, donde sólo hay espectáculo si se mata y se muere. Para eso está hoy el fútbol. Lo malo es que la agresividad futbolera ha salido de los estadios, para instalarse en la vida pública. Don Clemente demuestra que la suavidad da excelentes resultados. Más que gladiador es pontífice. No necesita hacer la entrada triunfal con los adversarios uncidos al carro, sino que los doblega como si fuesen amigos que han perdido al dominó. Si a Lucus llegaron legionarios belicosos junto con mercaderes astutos, está claro dónde tendría que buscar Orozco sus orígenes. Sus partidarios y electores tendrán que felicitarlo por esa gran victoria, y los demás agradecerle que no haya estresado el ambiente ciudadano. Se limitó a dividir para vencer, como buen romano, y matar suavemente con su canción para perpetuar la ya larga Pax Clementina.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1066&idNoticiaOpinion=364184

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