CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
'Insatisfaction'
No consigo satisfacción, se quejaba Mick Jagger a mediados de los sesenta. I can't get no. Lo intento, lo intento, pero no lo consigo por más que me esfuerce, cantaba el camaleónico líder de los Rolling, mientras otros chavales de su generación usaban una rebeldía parecida, no para componer una canción sino un partido que sigue insatisfecho aunque gobierne.
Es como si Jagger hubiera escrito una letra premonitoria de esta parte del nacionalismo incapaz de disfrutar con el éxito, agrupada en torno a la UPG. Herederos perpetuos de Rosalía, afiliados al luto permanente, los upegallos repiten el rito de un congreso fúnebre, al que paradójicamente acuden conselleiros y mandamases.
Fueron la antorcha indiscutible del galleguismo rebelde del franquismo; tuvieron después la sagacidad de montar un escenario frentista que ocultara sus aristas, su hoz y su martillo; ayudan en la era contemporánea a promocionar a un tipo de Allariz que llega a la NBA, coge el rebote y se hace vicepresidente de la Xunta.
La P de Povo también es P de poder. Ningún partido de sus atrabiliarias características ostenta tanto poderío en el occidente cristiano. Y sin embargo, hay algo que les impide celebrarlo. Uno ve el atrezzo congresual, echa un vistazo a los documentos y atiende a los discursos. ¿Cuál es la conclusión? Que esta gente está en la oposición. Que sus himnos favoritos son la Negra Sombra y el Satisfaction, aunque éste pertenezca a la cultura allea.
Es una oposición además profunda, al régimen autonómico y capitalista, a la globalización, al mercado... Son los sesenta y pico de su fundación. Casi se espera que a la entrada del recinto haya grises al acecho y siniestros elementos de la brigada político-social, para hacer juego.
La historia de la UPG es la historia de un éxito sin precedentes. A pesar de sus errores y terquedades, Paco Rodríguez y los suyos ayudan a colocar el nacionalismo en una cota impensable para los devanceiros. Es verdad que la gesta de los negros americanos es asombrosa, pero la de los gallegos españoles que pasan de pedir que los traten bien los castellanos de Castilla, a ser decisivos en los Presupuestos del Estado del que antes eran colonia, rompe moldes se mire como se mire. I can't get no. No hay manera porque la insatisfacción permanente está muy metida en la cultura de la UPG. Sus dirigentes no se dan cuenta de que la vida es eso que pasa mientras hacemos planes (esto es de Lennon, no de Jagger), y que a la revolución le sucede lo mismo. No es un momento en que todo se derrumba, sino cambios en bienestar, vivienda, lo rural o la cultura que sumados revolucionan el país, sin traumas.
También ahora es así. Tienen los upegallos buenos conocedores de la historia que saben que las grandes crisis, más que engendrar revoluciones, suelen fomentar el conservadurismo en la población. Si una hipotética Galicia soberana estuviera en un G-200, iría a Washington a ver cómo se curaban los achaques del capitalismo, como hace el Lula trabalhista. Total, que se equivoca la UPG al abrir ese inmenso foso entre una teoría de perpetua insatisfacción y una práctica de poder. Semejante dualidad no lleva a ningún sitio. Sólo se consiguen escisiones de militantes que no soportan la esquizofrenia, y un papel menguante en el BNG. A día de hoy, no está claro si es un partido o un sentimental club de ex combatientes que pretende supervisar un futuro que se escapa.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1070&idNoticiaOpinion=365579
domingo, noviembre 16, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario