jueves 5 de junio de 2008
Apuntaciones sobre las letras gallegas
Antonio Castro Villacañas
P ARECE ser que el pasado día 17 de mayo, sábado, se celebró en toda Galicia, buena parte de España, y algunos lugares de Hispanoamérica, el Día de las Letras Gallegas. He sentido curiosidad por conocer el mayor número posible de datos sobre esta fiesta: su creación, su razón de ser, su fuerza... Hago gracia a mis lectores de todos ellos porque los tienen a su alcance en la Real Academia Galega. Aquí me limito a señalar que tal fecha, si juzgamos por lo que yo he visto y leído, muchos la utilizan para dar a conocer diversos aspectos de su clara fobia antifranquista.
Por diversos motivos que no es del caso explicar, tuve ocasión de aprender que a Franco le gustaba utilizar el gallego para hablarlo con determinadas personas no en concretas ocasiones, y que aún más le gustaba que lo utilizaran las personas físicas y jurídicas dentro de Galicia, entre ellas o con sus, y fuera de ella siempre que resultara necesario afirmar su raíz gallega.
La figura elegida este año por la Real Academia Galega para simbolizar en ellael Día das Letras es una de las más sabias, doctas y heterogéneas del panorama literario marcado por esa lengua, según he podido saber y ahora recuerdo. José María Álvarez Blázquez, autor polígrafo, estudioso incansable y convencido activista, es una de las figuras más fecundas y polifacéticas de la Galicia del siglo XX. Nació en Tui (Pontevedra) el 4 de febrero de 1915 y murió en Vigo setenta años más tarde. Desde su primera juventud estuvo ligado con las Mocidades Galeguistas y el Partido Galeguista.
Esta tendencia política se acentuó con el encarcelamiento y posterior fusilamiento de su padre, en octubre de 1936, tras el hundimiento de la resistencia republicana al nuevo estado de cosas, pues el médico don Darío Álvarez Limeses era uno de sus principales dirigentes.
Para que los lectores puedan darse cuenta de la hostilidad franquista a las letras gallegas, les informo de que Álvarez Blázquez, maestro de escuela, no pudo ejercer su profesión en Galicia, pues su primer destino fué el pueblo de Coreses, en la castellana Zamora, del que en cuanto pudo -en 1938- regresó a
Vigo. Allí tuvo la mala suerte de ingresar en el periódico de la Falange "Faro de Vigo", lo que le llevó a tener que escribir en castellano casi toda su obra, entre la que merecen destacarse sus novelas "En el pueblo hay caras nuevas" -finalista en el primer premio Nadal, año 1945, con Carmen Laforet- y "Crecen las aguas", y el innumerable conjunto de artículos que publicó en el "Diario de Pontevedra", "El Correo Gallego", "La Noche", y sobre todo en "El Faro de Vigo", sobre temas históricos, arqueológicos, literarios y culturales de ámbito exclusivamente gallego, lo que también hizo desde los diversos programas que tuvo en la radio durante los años que van de 1945 a 1980.
A lo largo de 1959, tan destacado galleguista publicó en su periódico,
"El Faro", una sección titulada "Calendario histórico",
recordatoria cada día de las efemérides más ligadas a la ciudad de Vigo, de modo que por sus artículos desfilaron los acontecimientos y los protagonistas más destacados de la vida viguesa, fueran éstos piratas, obreros, burgueses, comerciantes o militares, y aquéllos obras literarias, periódicos, edificios, pinturas, pestes, industrias o guerras. Tales artículos le llevaron a ser nombrado cronista oficial de Vigo, y junto con el resto de su obra le hicieron miembro de la Academia Galega, donde ingresó con un discurso titulado "Cantares e romances vellos"...
En gallego, bajo el franquismo, publicó sus "Poemas de tí e de min", un tributo al popularismo;"Roseira do teu mencer", emocionante canto a su hija pequeña; el "Cancioeiro de Monfero"; el "Romance do pescador peleriño"; el "Canle segredo"; prácticamente toda la poesía que escribió desde 1940 en adelante... Bajo el franquismo publicó en gallego sus libros de narrativa "Os ruins" y "A pega rabilonga e outras historias de tesouros", y sus propias traducciones de las novelas "En el pueblo hay caras nuevas" y "Crecen las aguas".
Así de perseguido por el franquismo, en 1950 fundó la primera editorial en lengua gallega, bautizada "Monterrey", que amparó el nacimiento de la "Nova Narrativa Galega"; y en 1967 "Edicións Castrelos", con el fin de publicar libros del pueblo y para el pueblo, de bajo precio y gran difusión, que fueron un acontecimiento cultural durante las dos décadas siguientes. "O catecismo do labrego" abrió la colección "O Moucho" y fue el primer best-seller de la literatura gallega. Desde esa editorial pudo popularizar las obras de Rosalía de Castro y Curros Enríquez, viejos autores gallegos, pero también dió a conocer escritos de personajes contemporáneos, tales como Celso Emilio Ferreiro, Xosé Neira Vilas, Méndez Ferrín, Xohana Torres o Manuel María, por ejemplo.
La persecución franquista de esta literatura era tan fuerte, que cada título editado alcanzaba con toda naturalidad entre 3.000 y 5.000 ejemplares. El franquismo perseguía con tanta saña a la lengua y literatura gallega, que en el año 1975 "Edicións Castrelos" distribuía sus libros en 250 librerías, y en numerosas papelerías, quioscos, ferreterías, estancos o tiendas de ultramarinos...
No merece la pena insistir más en la evidente fobia del franquismo por cuanto se relacionaba con lo gallego. Álvarez Blázques es un buen ejemplo.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4658
miércoles, junio 04, 2008
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