viernes 2 de mayo de 2008
Triturar libros y otras labores de un Director General
Joan Pla
H ACE unos días, coincidiendo con el “Día del Libro”, un alto cargo de IB3, la televisión autonómica de las Islas Baleares, tomó la decisión de mandar a la máquina trituradora de papel el libro más caro que había en las estanterías de su despacho. Igual que si se tratara de un documento de los que trituran los corruptos cuando el Fiscal anticorrupción y la Policía judicial les echan el guante. Estoy hablando de un despacho y de un libro muy concretos, a saber: 1. Del despacho del Director general de IB3 Radio y Televisión, que ocupaba Maria Umbert Cantalapiedra, de la cuerda popular del ex presidente autonómico Jaume Matas y que ocupa ahora Antoni Martorell, de la cuerda nacionalista de Unió Mallorquina, el partido bisagra de Maria Antònia Munar que forma parte, con otros cinco partidos, del gobierno balear que preside el socialista Francesc Antich. 2. De mi libro “Las Orlas, memoria de un tiempo feliz” que, como he dicho, es o era el más gordo y notorio que había en el despacho del jefe supremo de IB3. Nos consta, después de consultar a los principales editores del contorno, que en 1989 no se editó en la Comunidad balear ningún otro libro, cuyo precio por ejemplar fuese superior a las 12.000 pesetas, que fue el precio oficial que tuvo dicho libro en el mercado . Si no el mejor, por lo menos ha sido el más caro de estos últimos 19 años. Se trata de un libro en el que, amén de sus cuatro prólogos solemnes, del notario Gil Mendoza, del que fuera ministro y presidente del Congreso Félix Pons, del catedrático y filósofo Sebastià Trias Mercant y del ya legendario erudito e historiador Padre Batllori, se nos ofrecen a lo largo de sus 405 páginas de gran formato y papel couché, unas 15.000 referencias biográficas, más de 6.000 fotografías y, en suma, la Historia de la Educación en Baleares desde 1900 a 1975. El hecho de mandar a la trituradora un libro, no este libro en concreto, sino cualquier libro, nos recuerda forzosamente, salvando las distancias, las salvajadas y los incendios de Hitler en sus días de delirio exterminador y, también, el mítico y aberrante suceso del sultán Omar, cuando ordenó quemar la Biblioteca de Alejandría. Se discute ahora si lo de Alejandría es una verdad histórica o una leyenda inventada por los políticos enemigos de la causa árabe fundamentalista, pero, al margen de la verdad o del mito del llamado “terrorismo cultural omarista”, lo cierto es que el libro del que aquí se habla fue condenado a la basura o, mejor dicho, a la trituradora del sectarismo político. Coincide este suceso con el enfrentamiento, diríase mortal, entre IB3 y “El Mundo-El Día de Baleares”, que es el periódico en el que colaboro tres veces por semana con mis artículos y con mis viñetas de opinión. No conozco personalmente al Sr. Martorell y lo poco que conozco de él, lo sé por los periódicos y por un chascarrillo que protagonizó hace meses con Ángela Seguí, ex directora de Relaciones Institucionales de IB3 y responsable de un espacio informativo y de debate político que se emitía cada día – “Balears, dematí” -, cuando la amenazó, por haber llevado a su programa a Eduardo Inda, diciendo que su partido iba a ganar las elecciones y ella no volvería a poner un pie en los locales de IB3. Creo que Ángela sí que ha vuelto a pisar las instalaciones de la televisión autonómica que, ahora que caigo, es la televisión de todos los contribuyentes baleares, pero insisto en que nada tenemos que ver, ni mis libros ni yo, con las batallas políticas que ahora estallan en “la isla de la calma”. El libro de “Las Orlas…” no llegó a ser aniquilado y será un testigo fidedigno para quien quiera comprobar la verdad de cuanto aquí se dice. Está en mi poder, porque alguien se dignó rescatarlo del contenedor y me lo trajo a casa. De todos modos, no deja de ser un libro “triturado”, que pronto será una joya para los coleccionistas. No entraré aquí en disquisiciones de por qué María Umbert se dejó el libro en su despacho de IB3 ni en las razones que haya podido tener su sucesor para dictar la trituración del volumen que, dicho sea de paso, nada tiene que ver con los trabajos de investigación que publica “El Mundo-El Día de Baleares” acerca de la presunta corrupción de ciertos prebostes locales que, entre otras acciones de inequívoca torpeza mental, han cometido la de asignar a dedo los altos cargos de IB3. Con mis libros puedo hacer lo que me de la gana: quemarlos, mearme en ellos, triturarlos, tirarlos a la piscina, como hacía Umbral, venderlos en el Rastro, como hacían mis hijos, cuando me birlaban alguno, etc. Con los que haya en mi despacho, como regalo institucional o de utilidad pública, si algún día ocupo un cargo oficial, no debo ni puedo hacer lo mismo. No son míos. Agradecería, eso sí, una explicación por parte del que haya sido el responsable real de tan deplorable suceso, aunque creo que, como es costumbre de sus amos, dará la callada por respuesta. Al enterarse de este asunto, me comenta el veterano y genial humorista Pepe Roig, del diario “Última Hora”: “En este caso el que pierde es él y no tú”. Con este artículo, me dirijo especialmente a todas las personas amantes de la Cultura y de la Historia, no sólo a los de mi comunidad autónoma, sino a los de toda la comunidad hispanoparlante, a los 15.000 personajes que protagonizan el libro y también, claro es, a los ministros de Cultura que lo han tenido en sus estanterías y, finalmente, a las personas que, como yo mismo, saben que hay problemas, ahora y aquí, mucho más graves, pero que no dejan de reconocer que destruir libros, sea quien sea su autor, es un acto retrógrado, por no decir de pura y profunda imbecilidad
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4599
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