martes 6 de mayo de 2008
Gesto de lealtad
LA decisión de Ángel Acebes de no continuar en la secretaría general del Partido Popular después de su congreso nacional del próximo mes de junio es un acto de generosidad personal y política infrecuente en la democracia española. Acebes ha querido despejar él mismo la incertidumbre que pesaba sobre su continuidad y, ante todo, sobre su encaje en el proyecto de renovación del Partido Popular. En el año 2004, después de la derrota electoral y con la conmoción de los brutales atentados del 11-M sobre la derecha española, Ángel Acebes asumió a petición expresa de Mariano Rajoy un cargo muy difícil, cuando muchos de sus compañeros optaron por la comodidad de otros destinos políticos o privados. Con sus errores y sus aciertos, Ángel Acebes ha sido decisivo para mantener cohesionado el Partido Popular en un mandato marcado por el objetivo socialista de aniquilar políticamente al centro derecha.
El éxito de su gestión interna reside en legar a su sucesor el partido con mayor militancia de España y con una capacidad de movilización que es la que ha permitido a Mariano Rajoy presentar los resultados del 9 de marzo como un sólido punto de partida para la renovación del PP y la victoria electoral en el año 2012. Acebes no representa en su partido a «familia» alguna, ni ostenta baronía territorial ni encarna una corriente determinada. Resume como nadie la síntesis de la nueva derecha liberal y conservadora que lideró José María Aznar a partir del año 1990. Su perfil político, a veces tan burlado y denostado desde una izquierda que hoy celebrará su baja en la dirección del PP como una pieza cobrada, ha sido el elemento fundamental para que Acebes actuara en el PP como una abrazadera de sus diversas tendencias ideológicas. El afecto prácticamente unánime de la militancia popular hacia Ángel Acebes se explica a partir de esta personalidad integradora y siempre dispuesta a dar la cara, en los momentos más difíciles y cuando otros no lo hacían, por un partido sometido a estrategias externas de acoso y deslegitimación desde la izquierda que no van a desaparecer por la salida de su actual secretario general.
Mariano Rajoy manifestó ayer públicamente su afecto hacia Acebes, sentimiento compartido por todos los dirigentes populares que se pronunciaron sobre su decisión de abandonar la cúpula del PP. Pero, al margen de estas expresiones emotivas, la renuncia de Acebes tiene una significación política ineludible. Rajoy tiene más libres las manos -y está en su derecho si el congreso de su partido lo renueva en la presidencia- para hacer libremente su equipo y fijar el rumbo estratégico del Partido Popular. Pero sería conveniente que no ignorara los riesgos de que el goteo de abandonos no esté seguido de una mayor clarificación de objetivos, propuestas y personas. En definitiva, de una mayor precisión de lo que quiere hacer.
El optimismo moderado con el que valoró los resultados del 9 de marzo abrió un proceso de renovación, que varió desde el «debate de ideas» al debate de liderazgo, cuando todo apuntaba a que el congreso de junio iba a definir únicamente una nueva estrategia para la suma de apoyos sociales. No sería bueno para el PP que, al final, entrara en un proceso de debate de identidad que acabe enmascarando una refundación improvisada que, hasta el momento, nadie dentro del partido consideraba necesaria y que podría tener efectos contraproducentes frente a un PSOE reforzado electoralmente y con cuatro años de gobierno por delante. En este sentido, la renuncia anticipada de Ángel Acebes tendría tanto que ver con su deseo personal de facilitar las cosas a Mariano Rajoy como de coherencia con sus principios ideológicos sobre el papel que debe desempeñar el PP en la sociedad española y con la estrategia de oposición al PSOE. La lealtad, bien entendida, empieza por uno mismo.
http://www.abc.es/20080506/opinion-editorial/gesto-lealtad_200805060247.html
martes, mayo 06, 2008
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