martes 4 de marzo de 2008
El empate favorece a Zapatero
Pablo Sebastián
El segundo gran debate electoral entre Zapatero y Rajoy no ha aportado nada nuevo ni definitivo que permita anunciar que uno u otro candidato ha conseguido un gran impulso o un vuelco electoral, lo que, en principio, y si se mantiene el ritmo de intención de voto que marcaban las encuestas, va a significar que el PSOE mantiene la iniciativa y sus posibilidades de victoria electoral, siempre y cuando consiga un elevado nivel de participación. En conjunto, los dos candidatos han repetido lo esencial del debate anterior en el que Rajoy estuvo mejor, aunque esta vez Zapatero, menos tenso y más eficaz, puede que haya alcanzado su doble objetivo de eliminar los riesgos del debate y de movilizar a su electorado.
En realidad, este debate, como el anterior, han servido para poco aunque es posible que la imagen de Rajoy, que parecía, de partida, más deteriorada ha mejorado, pero no lo suficiente como para pretender un vuelco, mientras que Zapatero se ha esforzado, esencialmente, en transmitir a los españoles que aprenderá de los errores cometidos, buscando una confianza que perdió ante muchos sectores de la sociedad en los últimos años. Y los espectadores se han quedado con las ganas de saber algo crucial, como es cuáles serán los pactos de gobierno a los que están dispuestos los líderes del PSOE y del PP en unas elecciones en las que todo apunta a que ninguno de los dos logrará la mayoría absoluta. Como se han quedado con las ganas de escuchar algo sobre la política exterior o sobre la justicia, cuestiones de las que no se dijo ni una sola palabra. O sobre el funcionamiento del Parlamento, o sobre qué harán, uno y otro, si el Gobierno vasco convoca un referéndum.
Puede que, en la suma global de ambos debates, Zapatero y Rajoy hayan estado muy cerca del empate, o del combate nulo como se suele decir en términos del boxeo, pero eso beneficia al campeón, o al tenedor del título, es decir, al presidente del Gobierno y no al líder de la oposición, que no ha conseguido tumbar en la lona a su adversario, y que no ha sido capaz de ofrecer en ambos combates ninguna sorpresa o iniciativa definitiva, nueva y que llame especialmente la atención (lo que, sin duda, es un gran fallo del candidato y de su equipo asesor), lo que era la obligación del aspirante al título de campeón.
Zapatero, al partir desde la zona del campeón, corría más riesgos que su adversario y se ha cuidado mucho a la hora de evitar el cuerpo a cuerpo, y esta vez, y al contrario de lo que ocurrió en el primer debate, esencialmente sobre el terrorismo, Zapatero ganó en los momentos de más tensión, como ocurrió en el apartado de la guerra de Iraq, o del juicio del 11-M, donde Rajoy tenía todas las de perder y donde no logró salir de las cuerdas sino empeorar su situación con lo de la resolución de la ONU, porque el hecho crucial era la retirada de las tropas de Iraq. Y todo eso, y lo del 11-M, es responsabilidad de Rajoy y de su partido, que en cuatro años no supieron pasar la página, reconocer errores y mirar al futuro. Ése —y los equipos que acompañan a Rajoy— ha sido el gran error del PP en la legislatura.
Mejor ha estado Rajoy en vivienda, educación, inmigración y autonomías, aunque en este último capítulo Zapatero aprovechó su discurso “plural” con la intención de buscar más votos en Cataluña y en el País Vasco. Mientras que Rajoy los buscaba en Andalucía, Valencia y Madrid, o en León, donde también hay un escaño en juego. El capítulo autonómico y el terrorismo eran los flancos débiles de Zapatero, y esta vez Rajoy no sacó ventaja por más que reiterara lo de la multa al comerciante catalán por rotular títulos en castellano en su negocio. Como también Rajoy insistió, una y otra vez, en el capítulo de la inmigración pensando en el efecto que esto tendrá entre los votantes. En el punto crucial del terrorismo las espadas quedaron en alto cuando, por un lado Zapatero ofreció su apoyo sin condiciones al próximo Gobierno, mientras Rajoy dijo que apoyo sí pero para derrotar al terrorismo.
Sobre la economía Rajoy cometió un error o un lapsus cuando le decía una y otra vez a Zapatero lo que tenía que hacer, como si estuviera claro que el próximo presidente sería el socialista, en vez de decir lo que haría él. Fue más contundente en la crítica a la gestión económica del Gobierno, pero no más preciso en sus propuestas para afrontar la crisis económica, donde sí ofreció un listado de iniciativas urgentes Zapatero. En otros asuntos como cuestiones sociales, la vivienda y el fomento nada extraordinario se apreció entre los dos candidatos. Zapatero más fuerte en los temas sociales y Rajoy en infraestructuras.
En definitiva, nada nuevo en el debate de ayer con formas menos ásperas y con una moderadora que favoreció claramente a Zapatero al dejarle, una y otra vez, interrumpir las intervenciones de Rajoy. No estuvo fino Zapatero cuando dijo que a Rajoy le importaba “un bledo” la economía, y aportó como novedad un presunto libro blanco sobre sus promesas y datos, que era tan blanco que nada se podía ver en él a través de la televisión.
Cerró Zapatero su discurso de manera forzada, intentando decir que ya ha aprendido la lección de sus propios errores y hablando de su convicción, y, una vez más, con el “buenas noches y buena suerte”. Mientras Rajoy, en el cierre del debate estuvo más claro y directo, habló más de España y de la economía, y volvió a citar a la famosa niña imaginaria de sus sueños, pero esta vez con más brevedad.
En todo caso, lo importante de los dos debates no es lo que digan ahora las últimas encuestas sobre el ganador (encuestas trucadas, por los votos de los nacionalistas e IU), ni tampoco lo que digan los políticos ni los analistas. Lo importante es lo que decidan los ciudadanos de a pie. Y ese misterio no se desvelará hasta la noche del próximo día 9, el verdadero día “D”.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=04/03/2008&name=manantial
martes, marzo 04, 2008
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