martes 4 de marzo de 2008
Zapatero, más eficaz
Germán Yanke
Vayan por delante dos cosas. Si el formato del debate que organiza la Academia de la Televisión sirve para cualquier cosa menos para un verdadero debate, la moderadora debería haberlo respetado ya que, en esta segunda edición, las interrupciones fueron tantas que no daban la impresión ni de espontaneidad. Y, en segundo término, no logro comprender por qué el candidato del PP increpaba al actual presidente como si fuera a ganar las elecciones del próximo día 9: su Observatorio del Empleo tendrá que ser eficaz, debería usted hacer tal o cual cosa, etc. Incluso cuando Rodríguez Zapatero quiso dar un golpe de efecto al decir que, gane quien gane, apoyará la política antiterrorista del Gobierno, Mariano Rajoy, en vez de agradecerlo y explicar cuál va a ser, dijo que él no la apoyará si no es una verdadera política para derrotar a ETA.
Que el presidente me haya parecido más eficaz no significa que, en algunos de las grandes cuestiones del debate, Mariano Rajoy no haya puesto adecuadamente el dedo en algunas heridas, sobre todo en el desastre del llamado “proceso de paz” o en la propuesta de rebajas fiscales. Quedó deslavazada, a mi juicio, la crítica sobre la falta de cohesión del Estado, incluso cuando el presidente se lanzaba a mostrar gráficos sobre las infraestructuras no radiales en el 2020. Lo anoto porque eché en falta, aunque fuese con la brevedad esquemática del formato, que Mariano Rajoy explicara su concepto de una España de ciudadanos iguales que, por cierto, ha sido su mejor aportación parlamentaria en la legislatura y que sólo citó, sin más, en su intervención final. Y lo digo también porque, sorprendentemente, en política económica el presidente tuvo la habilidad de lanzar una batería de propuestas, en tanto que el candidato del PP fue menos preciso (con la excepción de la cuestión de los impuestos) sin desmontar aquéllas o, al menos, hacer un análisis sobre los efectos de una política intervencionista.
Pretender dar la vuelta a la cuestión del apoyo a la intervención aliada en Iraq pretendiendo convertir al presidente Rodríguez Zapatero en un firme sostenedor de la presencia militar internacional en aquel país (por la resolución del Consejo de Seguridad posterior a la salida de las tropas españolas) es una argucia interesante, pero ineficaz. Es éste —como la presencia del Ejército en el exterior— un tema en el que Mariano Rajoy no ha querido entrar seriamente desde el 2004 y sólo le quedaba la argucia. El tema de la investigación del 11-M es algo en lo que ha desbarrado el PP en esta legislatura, incluso hasta el mismo día de la sentencia de la Audiencia Nacional, y ahora se lo tienen que tragar, es decir, no plantear nada para que no sea nuevo y se le vean las vergüenzas. Ni una cosa ni otra van a resolver los problemas de los españoles durante los próximos cuatro años pero, desde el punto de vista del candidato socialista, son eficaces.
Mejoró Rajoy, en mi opinión, su planteamiento de la inmigración con respecto a la primera entrega, aunque no comprendo bien el nexo entre inmigración y problemas, que debería ser matizado más ya que los problemas no vienen de la inmigración, sino de la ineficacia, y la inmigración suele ser a menudo un beneficio. Pero se enzarzaron en el planteamiento de esta política como tema europeo en el que, a la postre, dicen lo mismo, aunque sea de distinta manera. No comprendo tampoco, teniendo en cuenta que el PP —como el PSOE— se juega el resultado de los escaños en circunscripciones muy diversas, y no especialmente en Madrid, que el candidato popular insista en un único ejemplo, la Comunidad de Madrid, y no en otras en las que gobierna su partido, y en las que se dirimen las elecciones.
En demasiadas cuestiones, los contendientes se agarraron mutuamente (pleno empleo, igualdad entre hombres y mujeres, etc.) sin decir nada propio y distinto. Esta estrategia ayuda al partido gubernamental más que al PP porque, en muchas ocasiones, incluso en las más brillantes del candidato popular, se podría decir que estuvo muy aseado como líder de la oposición en un debate sobre el estado de la nación. Pero se trataba de la última confrontación antes de acudir a las urnas, lo que no es lo mismo. Es decir, en esta “última oportunidad” de Rajoy, que llegaba con los últimos sondeos de intención de voto en su contra, encuentro la seriedad del candidato popular —también la exageración en algunos comentarios o el empeño por convertir anécdotas en categoría—, pero nada que pueda producir el “vuelco electoral”, si es que había que buscarlo. Rodríguez Zapatero, que en ocasiones se mostró extravagante y divagante, estuvo mejoró su débil intervención del primer debate, pero no dijo nada ni mostró una actitud que pudiera distanciarle más en ese demonio de campaña que es la medición de la intención de voto. Así que el debate definitivo no va a ser, a mi juicio, definitivo. Lo que hace, volviendo al principio, más eficaz, aunque tampoco sea definitivo, el papel del presidente.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=04/03/2008&name=german
martes, marzo 04, 2008
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