lunes 31 de marzo de 2008
Sin esperanzas de pacto alguno
Rafael González Rojas (Elsemanaldigital.com)
E N una cosa tienen razón esos ultras que "fustigan al tiro de caballos para que vaya más deprisa": en que Zapatero no es de fiar. Lo tiene más que acreditado. Durante los últimos cuatro años ha acumulado tantos desatinos de gobierno que difícil va a ser que los enmiende en los próximos cuatro, si es que no los consolida y entumece. De momento, la intención de entenderse antes que con el PP con los nacionalistas del PNV y CiU es sintomática. La voluntad de diálogo anunciada por el que va a ser el nuevo portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso, y esas reuniones con los nacionalistas son una manifiesta contradicción. Claro que más contradictorio es degradar a portavoz del partido en el Congreso a un ministro, y además presentarlo como una importante promoción. ¿Lo hace Zapatero porque con ello propiciará el diálogo? No, no lo creo. Si realmente tuviera intención de dialogar, ¿por qué no ha llamado para hablar, antes que a ninguno otro partido, al PP? Zapatero, tras la victoria del 9 de marzo, prometió pactos y consensos de Estado por encima de los intereses de partido y de las coyunturas de Gobierno. Ya, ya. Si no se intenta un acuerdo sobre la Mesa del Congreso con los populares, que son los segundos en votos y en diputados, muy por delante de los nacionalistas vascos y catalanes, mal empezamos. Puede comprenderse que los socialistas traten de apoyarse en los nacionalistas para lograr la investidura. Pero eso no quita para empezar a hablar, con buen talante, con la formación liderada por Mariano Rajoy. Hubiera sido lo propio. Una muestra de buena voluntad, una demostración de que se iba a cambiar el estilo que ha imperado en la anterior legislatura, pero sobre todo una muestra de respeto a los diez millones de españoles que han votado al PP. Además, todas las encuestas (cosa que por otra parte se palpa en el ambiente) resaltan el deseo de la ciudadanía de que se alcancen acuerdos de Estado entre los dos grandes partidos nacionales. Es lo que ha pedido el electorado, y por eso, más que nunca, han apostado por los dos grandes partidos nacionales: que se dejen de crispación y que se apliquen en lograr acuerdos para resolver los grandes desafíos con que nos enfrentamos. Pero, claro, esperar todo eso de Zapatero es pensar en lo excusado. Si se tratara de una persona razonable –y nada de lo que lleva hecho en política lo es- se daría cuenta de que para resolver los graves problemas que tiene planteados el país necesita al PP. Si fuese un hombre noble vería en Rajoy la nobleza que ven en él todos. Que Rajoy será blando, como le acusan los ultras, "que censuran a la hoguera porque quema pocos herejes", pero no es capaz de engañar. Ni siquiera a Zapatero. Y podría ayudar a resolver los problemas que nos plantea la grave crisis económica, que para Zapatero eran pequeñas «turbulencias». Podría ser de suma utilidad su apoyo para combatir a ETA, con quien él negociaba desoyendo los consejos de la experiencia, y ahí están los asesinos, matando, cosa que jamás se propusieron dejar de hacer. Y le sería de enorme utilidad para frenar a los nacionalistas, como ha pedido claramente el electorado al frenarles ya bastante en las urnas. Zapatero podría lograr todo eso y mucho más mediante un pacto institucional con el principal partido de la oposición. Nadie pide que se eche en brazos del PP, sino que dialogue con buena voluntad. Para desbloquear la Justicia no hace falta más que negociar con serenidad y espíritu constructivo. Para encontrar soluciones al problema del agua lo único que se necesita es sentido de la realidad y arrinconar los personalismos absurdos y los localismos paletos. Nada de eso podrá resolverlo con IU, con ERC, con CiU, con el PNV. Pero con el PP, sí. Hay quienes creen que para facilitar ese diálogo se requería como portavoz del grupo parlamentario del PSOE a un hombre moderado, tranquilo, discreto, ecuánime, dialogante y educado. Y el dóberman de López Garrido, con su pinta de turronero, no le servía. Y para eso es para lo que ha nombrado a José Antonio Alonso, que ni siquiera es miembro del partido socialista. Yo no lo creo, primero porque una tarea de tales características desborda las funciones del portavoz. Y segundo, porque yo ni tengo fe ni albergo la menor esperanza de que Zapatero quiera intentar, y menos alcanzar, con el PP ningún pacto. De quererlo, ya habría dado muestras de ello. Así que, lo siento, amigos, pero en este pueblo no tocan las campanas por cinco razones. La primera, porque no hay campanas.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1615
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