lunes 31 de marzo de 2008
Arriba el telón del PP
Pablo Sebastián
Algunos políticos, como Mariano Rajoy, creen que son los dueños de todo cuanto les rodea y, en este caso, del Partido Popular. Y para colmo de su desvarío proclama, como si de una virtud se tratara, su plena independencia declarándose ajeno a cuanto le rodea. Pero ¿de quién es independiente Rajoy? El presidente del PP está conduciendo el partido y su derrota como si fuera el ganador de las elecciones, y aparenta que no debe responder ante nadie del fracaso —que ya es el segundo—, aprovechando la generosidad y la cortesía de sus compañeros del partido, que no han querido —en una primera instancia— hacer leña del árbol caído. Y, abusando de todo ello y de su posición orgánica en el PP, Rajoy ha conducido la obligada renovación de cargos públicos e institucionales del PP con modales y una parsimonia impropios de un demócrata y de un político responsable.
Este rey palomo del “yo me lo guiso y yo me lo como” que es Rajoy no está para dar lecciones a sus militantes, ni más disgustos y desaires de los que les ha proporcionado a lo largo de los pasados cuatros años. Aunque sólo fuera por haber defraudado las expectativas y esperanzas depositadas en él, por dos veces. Ni tampoco puede mofarse u olvidar a sus votantes, ni despreciar a los medios de comunicación que ejercen su trabajo. Y además tiene una responsabilidad ante el conjunto de la sociedad española, que no sale de su asombro por el absentismo del líder del PP, que además también es el líder de la oposición de un partido que, como todos, recibe —al margen de las cuotas de sus militantes— la subvención del Estado, que pagan todos los españoles. Entonces, ¿de quién es independiente Rajoy?
Han pasado veintidós días desde la derrota electoral del PP y este partido, que preside un calzonazos, ambicioso y derrotado, deambula a la deriva a la espera de que el líder levante el telón de sus cargos públicos, a tan sólo unas horas de que se inicie el curso político, dando prueba, la enésima, de su habilidad para dejar que se pudran y envenenen los problemas internos de un partido que cada vez se parece más a una olla a presión que, tarde o temprano, acabará por estallar, una vez que militantes y votantes saben, de sobra, que en el PP hay media docena de políticos (Rato, Gallardón, Camps, Pizarro, Aguirre y Aznar) que podrían obtener en las elecciones mejores resultados que Rajoy y ejercer la oposición con más habilidad y mejores equipos.
Naturalmente, el espectáculo de Rajoy existe y continúa porque todavía se lo consienten. Y si, como pretende el de Pontevedra, el congreso del PP le otorga la tercera oportunidad, entonces habrá que concluir que estamos ante un suicidio colectivo del segundo gran partido nacional, al estilo de esas enloquecidas sectas americanas que se sacrifican porque consideran llegado el día del juicio final. Y entonces se podrá decir, sin exagerar, que el PP se ha ganado a pulso la derrota y recibió, de los ciudadanos, el duro castigo que se merece.
Ya dan igual los nombres que Rajoy decida, con su dedo autocrático —como si fuera Aznar, que tampoco lo es—, para coordinar o liderar a su partido en las Cámaras durante la próxima legislatura. Eso es lo de menos, porque lo importante es el espectáculo de incapacidad política que ha vuelto a dar, en estos días, el primer dirigente del PP, sin saber qué hacer ni cómo hacerlo. Porque el actual problema del PP no es de equipos –ése lo fue en la anterior legislatura, precisamente por culpa de Rajoy—, sino de liderazgo. Y da igual la lista de los escogidos porque, si queda algo de sensatez y de ambición en el PP, todos los cargos serán interinos hasta la llegada del nuevo líder, en el congreso del partido del mes de junio, quien, como es lógico, llegará con su nuevo equipo. Entonces, a cuento de qué tanto misterio y dejadez. Pero ¿de verdad se cree Rajoy que va a seguir de presidente y que es el propietario del PP? Pues parece ser que sí, hasta que alguien dé un paso al frente, diga la verdad del gran fracaso electoral y despierte al partido con un jarro de agua helada, que los saque de ese mal sueño que algunos pretenden que continúe, en su exclusivo provecho personal.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=31/03/2008&name=manantial
lunes, marzo 31, 2008
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