martes 18 de marzo de 2008
Tiembla el sistema financiero
ALGO huele a podrido en el sistema financiero internacional. Ni las inyecciones extraordinarias de liquidez, ni el descenso en el tipo de redescuento -el que se aplican los bancos entre sí- en 25 puntos básicos, ni una provisión especial para que las entidades creadoras de mercado puedan descontar casi cualquier tipo de papel como garantía, ni la casi seguridad de que hoy martes la Fed bajará nuevamente los tipos, han servido para que los mercados recuperen la tranquilidad tras la compra del banco de inversión Bear Stearns por JP Morgan por 236 millones de dólares, una quinceava parte de su valor en Bolsa. Ayer fueron otros dos nombres históricos, Lehman Brothers y UBS, los que tuvieron que hacer frente al vendaval de desconfianza. Nadie habla ya de turbulencias ni de crisis de liquidez, sino de una auténtica crisis de solvencia que amenaza con convertirse en sistémica si no se ataja a tiempo. El presidente de la Reserva Federal alertó la semana pasada de que los problemas de morosidad estaban ya afectando a las dos terceras partes de las hipotecas. Nada que ver pues con las famosas hipotecas basura a las que ingenuamente seguimos responsabilizando de la crisis.
Lo que está sucediendo en el mercado americano es una crisis bancaria en toda regla como consecuencia del crecimiento excesivo del crédito hipotecario, pero agravada por unos tipos de interés anormalmente bajos que empujaron a las entidades financieras a asumir riesgos crecientes. En esa euforia irracional, se relajaron las condiciones de crédito, se desatendió la regulación financiera, se restó importancia a la supervisión y se supuso ingenuamente que los precios de los activos sólo podían subir. Pero una vez más, los mercados han descubierto que los ciclos existen, que el crecimiento no es indefinido y que el endeudamiento puede llegar a ser excesivo. Lo ha sido sin duda en este ciclo, y no sólo en Estados Unidos. Como en muchas otras crisis bancarias, ha sido el mercado de la vivienda el que ha provocado el cambio de ciclo. Cuando los precios dejaron de subir porque la demanda se ralentizó, empezaron los problemas, comenzando como no podía ser de otra manera por las hipotecas más arriesgadas, las subprime. Pero hoy todo el mercado americano está contaminado. Como esas hipotecas sirvieron de activo subyacente sobre el que construir y vender títulos de deuda en cantidades ingentes, y como los bancos y otras instituciones financieras adquirieron esos títulos porque prometían una alta rentabilidad, la crisis se ha extendido por todo el sistema financiero. Como vivimos en un mundo global en el que no hay barreras a los movimientos de capital, nadie está a salvo.
Las autoridades económicas americanas, convocadas de urgencia por el presidente Bush tras reconocer que «vivimos tiempos difíciles», están aplicando el manual de actuación frente a una crisis bancaria: evitar el contagio mediante la provisión ilimitada de liquidez, purgar de manera ordenada las entidades con problemas -si es posible mediante su adquisición por otra entidad y si no iniciando un concurso de acreedores bajo intervención judicial-, y por último, si todo lo anterior no es suficiente, inyectar dinero público como ha pedido el nuevo director gerente del FMI, Strauss Khan, tras reconocer que la crisis «es más seria y global de lo que parecía». Si hay suerte y todo esto funciona, la crisis podrá contenerse, no sin haber provocado daños mayores entre ahorradores e inversores y efectos reales importantes y duraderos en el crecimiento y el empleo. Esto es lo que descuentan las Bolsas que ayer registraron una nueva debacle, el euríbor que volvió a subir con fuerza y sobre todo el euro, que alcanzó máximos históricos de 1,60 dólares. No es momento de pedir explicaciones, pero el gobierno socialista español no anduvo demasiado afortunado cuando en la campaña electoral descalificó por antipatriotas a los que le decían que la crisis iba en serio. Toca ahora confiar en que una vez reelegido, Zapatero haya visto la luz, atienda a razones económicas y no políticas y convoque de urgencia a todas las fuerzas políticas para hacer frente a una situación que a pesar de la fortaleza del sistema bancario español, puede no ser demasiado distinta de la americana, precisamente por el peso de la crisis inmobiliaria y el excesivo endeudamiento de familias y empresas, sin contar con los problemas de una inflación descontrolada.
http://www.abc.es/20080318/opinion-editorial/tiembla-sistema-financiero_200803180250.html
martes, marzo 18, 2008
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