martes 18 de marzo de 2008
Las personas termómetro
Entre la diversa fauna humana que tanto me divierte observar, existe un espécimen del que rara vez se habla, tal vez porque no es ni demasiado bueno ni demasiado canalla. No resulta molesto para la gran mayoría de las personas y algunos ni siquiera reparan en su forma de actuar. En otras palabras, ni fu ni fa, ni carne ni pescado y, sin embargo, yo he descubierto que son una fuente de información muy útil en la vida. Son los que yo llamo ‘personas termómetro’ y observarlos resulta eficaz para conocer lo que piensa sobre los más diversos temas el 90 por ciento de la gente.
Se trata de personas que, a falta de criterio y de ideas propias, tienen el raro don de saber captar de inmediato el sentir de la mayoría y actuar en consecuencia. Una persona termómetro, por ejemplo, carece de la inteligencia para saber si fulano tiene talento o es un perfecto zote. Tampoco tiene sensibilidad para saber si un libro o una película es una obra de arte. Ni siquiera tiene el buen gusto que requiere discernir si un artista, pintor, músico, decorador, cocinero, etcétera, es un genio o un bluf. Y mucho menos tiene criterio para determinar si un político es la gran esperanza blanca o la gran catástrofe. Sin embargo, posee un finísimo olfato que le permite descubrir antes que nadie qué es lo que gustará a la enorme mayoría, algo que, como bien sabemos, se ha convertido en sinónimo de excelencia. Porque si antes el talento se medía por otros cánones más sofisticados, hoy lo que tiene más éxito es lo mejor, punto pelota. Y para detectar precozmente por dónde van los gustos de la mayoría, nada mejor que las personas termómetro, porque tienen eso tan útil que podríamos llamar el ‘don de la obviedad’. Así, por ejemplo, nada más salir El orfanato o La catedral del mar se dan cuenta de que es (sic) «una obra maestra». Vaya ojo.
Yo no tengo la suerte de ser una persona termómetro. Al contrario, lo que me gusta no parece gustarle a casi nadie. Con decirles que cada vez que me engancho a un programa de la tele, a un sabor determinado de yogur o a una marca de lápiz de labios a los pocos meses desaparece del mercado… Y lo mismo me ocurre con los libros o con las pelis que me interesan. Yo, como gurú del marketing o del mundo editorial o cultural, me moriría hambre, seguro. Por eso me fijo tanto y con tanta fascinación en las personas termómetro. Además, por si fuera poco, estos ciudadanos sirven para verificar cómo nos ve a nosotros la gran mayoría de las personas.
Les pondré un ejemplo. Tengo un amigo (digamos que se llama Pepe) que me es muy útil para comprobar cómo estoy de popularidad. Si me encuentro con Pepe en un lugar público y atraviesa media sala para saludarme y decirme que le ha chiflado mi último artículo, ya sé que mi anterior Pequeña infamia ha gustado en general. En cambio, si no se acerca y cuando por fin nos damos de bruces dice «uy, hola, no te había visto» o, mucho peor aún, «uy, te veo demasiado delgada», ya sé lo que significa. Frase A, que mi cotización social está por los suelos; frase B, que estoy feísima y más vale que haga algo al respecto.
Y lo que dicen estas personas es para tener muy en cuenta porque ellas no se guían por razones personales. No les mueve la envidia ni el resentimiento ni si les caemos bien o mal. Como ya digo, no tienen criterio; son, simplemente, transmisores perfectos del sentir general; de ahí su utilidad. A mí me recuerdan mucho a esos indios sioux que con sólo pegar la oreja a la tierra ya sabían de dónde venía la estampida, cuántos búfalos eran en total y cuánto tardarían en llegar. Por eso, desde aquí mi homenaje. Yo no tengo su talento, pero sí sé detectarlos y escuchar lo que dicen y valorar lo que piensan. Tal vez no sean los más inteligentes ni los más sensibles, tampoco los de mejor gusto ni los más bondadosos, pero saben perfectamente bien por dónde van los tiros. Y en este mundo de gustos, criterios y opiniones caprichosos y absurdos en el que vivimos ¿acaso no es una cualidad admirable?
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=2927&id_firma=5752
martes, marzo 18, 2008
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