jueves 27 de marzo de 2008
EJEMPLO DE DIGNIDAD
Carta ilusionada a Magdi Cristiano Allam
Por José Francisco Serrano Oceja
Querido hermano en la fe y maestro en las lides periodísticas: acabo de leer tu misiva al director del Corriere della Sera, tú periódico, en la que, siguiendo el sabio consejo, das razones de tu fe y de tu esperanza, y no he podido por menos que escribirte unas letras públicas para agradecerte que, con tu sí al cristianismo, nos hayas dado uno de los más elocuentes ejemplos de dignidad humana y cristiana de los últimos meses.
No está nuestro tiempo, en la Iglesia, en el pensamiento, en la cultura, en la sociedad, sobrado de ejemplos de dignidad. El ejercicio público de Benedicto XVI, con su palabra clara, distinta –sobria muestra de ello son las catequesis patrísticas de los miércoles–, está siendo un esfuerzo encomiable de dignificación del cristianismo, en un momento en el que lo políticamente correcto es capaz de disolver las esencias y hundir las conciencias en un magma de indiferentismo y de lenitivos conceptuales que igualan en la mediocridad.
Cuando hablo de dignidad no me estoy refiriendo al vanidoso orgullo, ni a la soberbia, ni a la altiva imposición de la identidad. Cuando hablo de dignidad hablo de sana aceptación de la realidad; sana comprensión de lo que significa hoy ser cristiano y, en tu caso, sana valentía al romper con uno de los dogmas más política y destructivamente correctos: el peso de la cultura y la sociedad de lo correcto que no permite un ejercicio coherente de libertad.
La razón hecha vida, acompañada por la fe, rompe con lo que tú has definido, al describir tan bellamente qué es lo que te ha pasado y por qué te ha pasado lo que te ha pasado, como "el oscurantismo de una ideología que legitima la mentira y la disimulación, la muerte violenta que induce al homicidio y al suicidio, la ciega sumisión y la tiranía, y he podido adherirme a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad".
Gracias, maestro, porque tu sí a la gracia no te ha eximido de un ejercicio privado y público, con dolor, con temblor, de razón. Has dado, una vez más, la vuelta a la historia para hacernos entender qué significa la fe en la historia. Te confesaré que durante la pasada semana, entre las lecturas robadas al obligado silencio interior, me encontré con el libro de Jacques Ellul, El islamismo y el judeocristiano, y con su interesante prólogo de Alain Besançon, del que me estremecieron las siguientes frases: "Cuando una Iglesia deja de saber en qué cree y por qué cree, se desliza hacia el islamismo sin advertirlo".
¿Qué significa esto? ¿Se puede decir que se está dando un proceso de islamización del cristianismo, entendido el concepto de islamización como cristalización de una forma de relación del hombre con Dios, querida por un cristianismo ingenuo, falsamente progresista, que somete a la revelación a una ideologización intramundana de la fe? ¿Quién nos está equivocando al considerar que por que creen en el Único Dios están más cerca de nosotros que de los paganos? ¿Qué queda en el islamismo de religión natural?
Querido Magdi Cristiano Allam, con tu sí al cristianismo nos has permitido toparnos con la hipocresía occidental que está más preocupada por mantener su complejo de inferioridad ante el islam que por defender la dignidad y la libertad de la persona. Ahí tienes el ejemplo del diario The Times, que en su edición online en vez de decir que "El Papa bautiza a un destacado musulmán italiano", daba así la noticia: "El Papa corre el riesgo de enfadar a los musulmanes al bautizar a un periodista controvertido". ¿Qué piensa el señor Murdoch de este titular?
Querido hermano, tu valentía nos reconforta y nos ayuda a despertarnos del sueño de una ilusión intelectual y moral que nos está narcotizando. Tu valentía y tu palabra contribuirán, decisivamente, a romper nuestro silencio. Se despide de ti, éste siempre admirador tuyo.
http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276234458
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