jueves, marzo 13, 2008

Ismael Medina, Alicio y Chikilicuatro, espejo de una sociedad

jueves 13 de marzo de 2008
Alicio y Chikilicuatro, espejo de una sociedad

Ismael Medina
E L 9 de marzo se celebraron dos elecciones. Las políticas las ganó Alicio. Y Chikilicuatro la de representante en Eurovisión. ¿Casualidad? A la pregunta de si se consideraba un revolucionario respondió el esperpéntico Chikilicuatro: “Me considero más un espejo”. Y acertaba. Los triunfos electorales de Alicio y Chikilicuatro son realmente el espejo de una sociedad declinante y comatosa. El destino se las arregla en ocasiones para provocar estos tragicómicos simbolismos. Ahora bailaremos los españoles el “Chiki-Chiki” alumbrado por las urnas. No lo cantará Sonsoles, que es corista de la llamada música clásica y emula en comportamiento personal a la más rancia aristocracia. Pero nos lo hará bailar su esposo, ora con el radicalismo de izquierda, ora con CiU, ora con PNV. Depende de la mercancía que quiera vendernos en el Chikilicuatrodromo en que se ha convertido España.

UNA ESPAÑA QUE SIGUE PARTIDA EN DOS

AUNQUE habré de referirme necesariamente a los resultados políticos del domingo, no puedo eludir de comienzo su significado histórico más profundo, al que ya aludía en mi crónica de la semana anterior al tomar como telón de fondo de lo actual el libro “Alejandro Aguado. Militar, banquero, mecenas”, de Armando Rubén Puente (Ed. Edibesa).

El desenlace electoral del 9 de marzo consagra una agreste realidad si se contempla con perspectiva histórica: un radical antagonismo entre dos consistentes partidismos que, bajo diversas formas, se arrastra desde antes de la invasión napoleónica. Ya en tiempos del duque de Lerma, en el ocaso de la Casa de Austria, chocaron los autodenominados partidos español y el europeo. Después, pueblo contra afrancesados. Más tarde, liberales frente a apostólicos. Luego, progresistas frente a conservadores o isabelinos frente a carlistas. Y así hasta nuestros días, con guerras civiles, algaradas, motines, alzamientos, golpes de Estado y revoluciones que dejaron tras de sí mucha sangre, muchos cadáveres, mucho resentimiento, mucha ruina y sólo algunos periodos intermedios de cierto sosiego.

El largo tiempo transcurrido desde que comencé a colaborar en Vistazo a la Prensa me ha dado ocasión al cotejo de los resultados en varias convocatorias electorales con las series históricas a que antes aludía. Y nunca, incluso en ocasión de mayorías absolutas, siempre ajustadas, las diferencias entre los dos grandes partidos de ámbito nacional han sido abrumadoras. La victoria o la derrota de uno u otro fue decidida por una franja de electores que suele oscilar entre el 3 y el 12% del voto activo. O merced a trasvases entre partidos de análogo signo ideológico.

EL CENTRO ES MERA FICCIÓN ENTRE DOS FUERZAS SECULARMENTE ENFRENTADAS

LA pesquería electoral que algunos llaman centro la integran los indecisos, en su mayoría gentes descontentas con la gestión del gobierno o de su propio partido. Es absurdo atribuirle condición ideológica alguna. Una suerte de colchón de gomaespuma sometido a la presión en cada momento de los dos partidos mayoritarios. Y en este sentido puede afirmarse, a tenor de los números, que el PP ha pescado en ese estanque, mientras el P(SOE) lo ha hecho entre sus congéneres, sin que ninguno de los dos haya alcanzado la mayoría absoluta. Estamos en lo de siempre: una España política partida entre dos bloques convencionalmente considerados de izquierda y de derecha. Situación que complican determinados partidos nacionalistas de tradición conservadora que a dicha condición anteponen su paranoia secesionista y se juntan con la izquierda, propicia desde la II República a satisfacer sus voraces exigencias.

La cosificación histórica entre dos sectores de la sociedad es tal que sólo soliviantos arteramente aprovechados, como la matanza del 11 de marzo de 2004, pueden alterar en alguna medida el volumen electoral de los dos partidos mayoritarios enfrentados.

Se equivocan quienes creen que el PP habría mejorado sus resultados, y hasta logrado la victoria, con Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre en posiciones privilegiadas de la candidatura por Madrid. O con un Rajoy más recio, a quien los mismos que le acusaban antes de crispación lo tachaban de falta de agresividad para rematar a Rodríguez en los debates televisados. La suerte electoral habría sido la misma con otro menos dotado en lugar de Rajoy. Tampoco habrían cambiado mucho las cosas si en vez de Rodríguez como número uno del (P(SOE) lo fueran Zerolo o Chikilicuatre. Se vota izquierda o derecha con independencia de la capacidad o incapacidad evidenciadas de gestión y la índole personal de los candidatos. Un arraigado visceralismo que también infesta a los medios de incomunicación, a la mayoría de sus columnistas y a quienes participan en las múltiples e insoportables tertulias que han proliferado en radio y televisión.

NÚMEROS CANTAN

PERO vayamos a los números, a expensas de los votos de los españoles en el extranjero que podrían hacer cambiar de signo algún que otro escaño en el Congreso de los Diputados, la cámara que realmente cuenta. A punto de enviar esta crónica comienzas a llegar los avances del escrutnio que al parecer nada cambian, salvo la recuperación por el PP de un escaño en Barcelona a costa del atribuido a CiU. El recuento que sigue a continuación no incorpora los votos de los emigrados. Pero es válido pues los españoles que votaron fuera de nuestras fronteras parecen haber seguido pareja tónica. El único cambio que introduzco se refiere al escaño que bailaba en Barcelona.

El P(SOE) ha obtenido 11.064.457 votos, el 43,64%, sólo 38.132 más que en 2004, y 168 diputados, 5 más que entonces. El PP, 10.169.973, el 40,11%, lo que conlleva un aumento de 406.824 votos y 154 diputados, 6 más que en 2004. Es presumible que la mayoría de los 303.533 votos obtenidos por Rosa Díez, no por su partido como tal, proceden del electorado socialista habitual. Quiere decirse que, al menos en teoría, cerca de 400.000 votos los recogió el P(SOE) de otros partidos minoritarios de izquierda, la mayoría de ellos en regresión.

ERC ha perdido 355.973 votantes, se supone que en beneficio del PSC montillano, tanto o más nacionalista, con la pérdida de 5 diputados. IU se dejó en el camino 321.069 electores y 3 diputados. Y BNG, otro aliado socialista de gobierno taifal, mantuvo sus 2 disputados gracias a que su sangría, 689 votos, fue reducida. Eusko Alkartasuna pierde 30.714 votos y el diputados que tenía. Y la Chunta Aragonesista de Labordeta se queda también si diputado al perder 56.284 electores. Sólo NA-BAI mejora sus resultados en 1.028 votos y conserva su único diputado.

IZQUIERDA Y NACIONALISMOS DE ETIQUETA HAN PERDIDO FUELLE

DE los anteriores datos resulta que los partidos de izquierda que apoyaron al P(SOE) durante la legislatura han perdido en conjunto 762.497 votos y 10 diputados. Y que ese mismo bloque de izquierda, o frentepopulista, ha logrado 12.637.752 votos frente a los 13.405.429 de 2004. Ha retrocedido globalmente 1.767.677 votos y aportado al P(SOE) 5 diputados de los 10 perdidos en el total. Eludo, por complicado e irrelevante, incluir los votos de los muchos partidos con ínfimos resultados que pudieran englobarse en la izquierda, la mayoría de los cuales han visto reducida su cosecha. Lo que importa de esta contabilidad es subrayar que pese al triunfo del P(SOE) la izquierda ha perdido un peso electoral nada desdeñable.

Capítulo aparte merecen los resultados de los partidos nacionalistas considerados conservadores, al menos en materia económica, su mayor preocupación, aunque encubierta en ideología secesionista, aún a sabiendas que la independencia y la inevitable reacción aisladora del resto de España les supondría una dura regresión. Por eso, como evidencia el Estatuto catalán, juegan sobre todo al federalismo o al confederalismo que les ofrece Rodríguez para consolidar su economía, siempre a costa de beneficiarse de las inversiones del Estado y de ventas protegidas de productos y servicios fuera de sus límites territoriales. Principal beneficiario del chantaje político: la alta burguesía del dinero. También cuando manda la izquierda. Como siempre.

El trío del nacionalismo conservador perdió 250.492 votos respecto de 2008: CiU, 61.154; EAJ-PNV, 117.734; y CC-PNC, 71.610. Votos casi todos ellos que, a tenor de los resultados provinciales, pasaron con preferencia al P(SOE). Resultaría un dato positivo este drenaje de los partidos nacionalistas de la periferia. Pero no lo es. El partido socialista en Cataluña, en Vascongadas y en Canarias les ha robado la cartera soberanista. Y también el respaldo de los poderes financieros con los que intercambia sustanciosas estampitas cuantificables en millones de euros.

Asistimos a un fenómeno sociopolítico de criollismo, asaz llamativo, que reproduce en no poca medida los procesos de emancipación en Hispanoamérica que intentaré desmenuzar en otra ocasión. Es significativo, en efecto, que en las filas de los nacionalismos secesionistas de izquierda, incluidos el terrorismo etarra y los violentos de la extrema izquierda, predominen los descendientes de una corriente migratoria de otras regiones de España desde hace un siglo. Se avergüenzan de sus antepasados de alpargata en vez de enorgullecerse de su decisiva contribución al crecimiento económico de dichas taifas, al bienestar de que ahora gozan y al engorde de los grupos de poder financiero a los que bailan el agua. El PP paga el error que cometió Aznar al sustituir a Vidal Quadras por Piqué, con la consecuencia de una deriva catalanista que le vedaba ganar terreno en un espacio vedado. La sustitución de Piqué fue demasiado tardía.

Puede resultar aburrido, por engorroso, el anterior tratamiento numérico de los resultados al que me aficioné durante mis ya lejanos años de corresponsalía en Roma. Se despegan de los habituales. Pero creo que reflejan con mayor claridad la distribución de fuerzas partitocráticas y la evidencia, señalada al comienzo, de la persistencia histórica de dos grandes bloques, convencionalmente calificados de izquierda y derecha.

UN NUEVO PERIODO DE RADICALIZACIÓN FRENTEPOPULISTA

LA radicalización del discurso demagógico de Rodríguez le ha deparado parejos frutos que al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. La distancia con el bloque de derechas también fue similar entonces. Pero sirvió a la izquierda para reanudar un virulento empeño revolucionario al que se sumaron los nacionalistas catalanes y vascongados, incluso una vez iniciada la guerra y a lo largo de ella. Dos Antiespañas marcharon de consuno. También ahora, aunque la realidad socioconómica sea distinta. Rodríguez puso el acento desde un principio en revivir el guerracivilismo y en el aislamiento de la derecha, además de un anticlericalismo de parejo cuño. Emprendió desde el poder un proceso revolucionario casi calcado del Frente Popular en sus más significativos vectores estratégicos.

Lo sorprendente del caso reside en que haya calado en una sociedad tan distinta a la de entonces en niveles socioeconómicos. Y que ni tan siquiera la pésima gestión gubernamental y el grave deterioro de la economía y del bienestar durante el último año le hayan dañado, al igual que ha sucedido a los partidos socialdemócratas en la mayoría de los países europeos. El rebaño ha respondido aquí con fervorosos balidos de consentimiento. Es el resultado, sin duda, de un rebuscado encerdamiento moral, unido a un hundimiento educativo que ha castrado la capacidad de pensar de una mayoría de españoles. La España del botellón y del Chiki-Chiki.

Aún más desconcertante ha sido para muchos que beneficiara al PSOE el asesinato del “maketo” Isaías Carrasco en Mondragón, reducto del batasunismo y sede del su respaldo cooperativo. Los ingenuos supusieron que pasaría factura al P(SOE), como se la pasó al PP la vidriosa matanza del 11 de marzo. Sucedió lo contrario. Y hay motivos para sospechar que el terrorismo etarra persiguió ese efecto político con el asesinato de un obrero socialista. El indecente comportamiento de López, implicado desde hace años en las negociaciones políticas con ETA, y la utilización maniquea de la hija menor del muerto, muy al estilo de la Manjón, recuerdan demasiado lo sucedido entre el 11 y el 14 de marzo de 2004. Y casan asimismo con la negativa de Rodríguez a revocar el acuerdo parlamentario que, con los votos frentepopulistas, le autorizaba a proseguir las negociaciones con los terroristas. Los hechos abonan la suspicacia de quienes aventuran la existencia de connivencia, siquiera fuera tácita. Lo cierto es que Rodríguez ha dejado la puerta abierta a un acuerdo con los terroristas y que podemos asistir en el futuro a una revisión de las aparentes medidas de dureza adoptadas contra el mundo batasunero con fines meramente electorales.

No es previsible que Rodríguez cambie la política seguida desde que accedió al gobierno, salvo en las apariencias. Ha anunciado que ofrecerá pactos. El logro de mayorías parlamentarias para sus iniciativas legislativas dependerá casi exclusivamente de los votos de CiU y del PNV. Pero ambos ha elevado el precio de su concurso: el estatuto y una solución análoga para Vascongadas. Sería suicida por parte de IU seguir haciéndole el juego, aunque de la residual arqueología comunista quepa esperarlo. También los nacionalistas canarios han salido escaldados y López Aguilar, ensoberbecido por su victoria les niega el pan y la sal.

RODRÍGUEZ CONTINUARÁ SUBIDO AL CARRO DEL CHALANEO

DOS de los objetivos prioritarios de Rodríguez serán el sometimiento pleno del Tribunal Constitucional a sus caprichos y la totalitaria ocupación política de la Justicia
para que no coarte sus desvaríos. Si ya Alfonso Guerra enterró a Montesquieu, Rodríguez se apresta a la incineración de sus restos.

El mayor problema que se presenta a Rodríguez será el de la regresión económica y sus perversos efectos sociales. Sus promesas electorales serán inviables, aunque las traslade a lo gobiernos autonómicos para salvar la cara, al igual que ya hizo, por ejemplo, con la Ley de Dependencia. Mantendrá posiblemente a Solbes como inerte mascarón de proa. Pero la política económica seguirá decidiéndola la Oficia de la Presidencia. Y el polit-buró de los cuatrocientos asesores moncloacas, la del gobierno. La cuestión será cómo hacerlo.

Rodríguez conoce de sobra que para afrontar la cruda realidad económica no existe otro camino que el de impopulares medidas restrictivas. Pero vive en el mundo de Alicio y se resistirá adoptarlas. Sus consjeros masónicos le han propuesto como salida en este ámbito un pacto de Estado con el PP, merced al cual pueda hacerle responsable ante los chikilicuatros de sus padecimientos. Una artimaña insidiosa, pues si el PP se niega, Rodríguez le acusará de anteponer la obcecación derechista de partido al bien común de los españoles. Al PP apenas si le restará como respuesta la exigencia de un pacto total de Estado que abarque a todos los gravísimos problemas existentes, desde los institucionales a los educativos o territoriales. ¿Pero puede fiarse en un sujeto que acumula traiciones sin cuento y hasta se traiciona a sí mismo?

El destino, insisto, nos ha dado un aviso simbólico al hacer coincidir el triunfo electoral de Alicio con el de Chikilicuatro. A la sociedad compete si seguir encengada en el friki-friki o rebelarse.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4506

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