lunes 3 de marzo de 2008
El dedazo de Putin
Inocencio Arias
El amable Medvedev, de 42 años, designado por Putin, habrá ganado ayer domingo sin dificultades las elecciones presidenciales en Rusia. El aparato del Estado que controla su protector Putin le habrá asegurado un triunfo sin problemas, un 64% de votos. Lo curioso es que la popularidad del presidente saliente, bien asentada en la estabilidad que ha traído al país de la mano de los cuantiosos ingresos energéticos, habría bastado para llevar a Medvedev a la Presidencia. No se ha querido, sin embargo, dejar nada al azar y las irregularidades, al parecer, han sido numerosas y generalizadas. Autoridades provinciales haciendo campaña a favor del candidato oficial, presión ostensible sobre obreros para que acudan a las urnas y le den su apoyo… Los ejemplos son amplios; Gary Kasparov gritaba en las inmediaciones de la Plaza Roja, a la que no tenía acceso, “no participen en esta fantochada”, y la prensa occidental concluye que las elecciones son el apogeo del Estado autocrático que Putin ha instalado en Rusia. La democracia tiene mordazas, los medios de información independientes han sido borrados y la crítica está permitida siempre que no se haga de forma global organizada.
En Estados Unidos, Rusia ha entrado tangencialmente en la campaña electoral americana. Los candidatos han sido duros con la política de Putin. El republicano McCain dice que aunque Bush mirara a los ojos de Putin y viera su alma, él cuando los mira ve tres letras: KGB. No mucho más clementes son Clinton y Obama, que apuntan que Washington no ha pedido explicaciones a Putin sobre el respeto a los derechos humanos, que habrá que ocuparse de ese tema después de las elecciones americanas y que el nuevo presidente ruso será una marioneta de Putin.
Instalado ya en el poder, Medvedev, que en su campaña ha hablado poco de política exterior y hecho nulas referencias a las fricciones con Occidente, con su mentor de primer ministro, mostrará pronto si es un hombre de paja o no. Tiene fama de componedor y de cercano a Occidente, pero los analistas albergan dudas sobre su margen de maniobra. Algunos dicen que si abre la mano, chocara indefectiblemente con Putin. El profesor de Stanford Michael A. McFaul sostiene que los cambios serán cosméticos. Putin estará vigilante y la opinión pública, a corto plazo, no le va a pedir demasiadas modificaciones. La anarquía de la época de Yeltsin es un recuerdo disuasorio.
Dentro de meses habrá una reunión del G-8. Será un botón de muestra para ver dónde esta el poder en el Kremlin. ¿Irá Medvedev o Putin? ¿Tal vez los dos?
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=03/03/2008&name=arias
lunes, marzo 03, 2008
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