lunes 3 de marzo de 2008
A los indecisos
POR IGNACIO CAMACHO
A ti, que todavía andas con remilgos. A ti, que hace tiempo que sientes desapego por esta política de bronca y sectarismo. A ti, que aún buscas el partido perfecto, el líder de carisma intachable, el candidato sin contradicciones, el programa calibrado por sabios. A ti, que no encuentras en la oferta electoral respuestas a las preguntas que te inquietan. A ti, que cada vez te sientes menos concernido por la endogamia de la clase dirigente. A ti, que no te gusta mojarte. A todos vosotros, los que dudáis por asco, por miedo, por incertidumbre, por distancia; los que después de cuatro años estériles permanecéis anclados en la tierra de nadie, los que desesperáis a los sociólogos con vuestro incierto zigzag entre las trincheras: esta noche se os va acabar la última coartada. Y apuesto cualquier cosa a que el debate no os va a resolver la papeleta.
Porque cuando Olga Viza diga que se acabó, cuando los dos candidatos suelten mirando a la cámara su último speech prefabricado, cuando los encuestadores se lancen a los teléfonos en busca de un veredicto de urgencia, vosotros seguiréis igual. Perplejos, desengañados, confusos. Habréis visto mandobles, estocadas, navajazos y algún golpe bajo. Habréis oído reproches, insultos, acusaciones. Quizá en medio de esa reyerta alguien haya tratado de abrirle paso a una propuesta o una promesa que en todo caso ya conocéis, y de cuyo cumplimiento tenéis motivos sobrados para desconfiar. Pero al final, se apagarán las luces, llegarán los anuncios y vosotros seguiréis solos con vuestra vacilación, con vuestro recelo, con vuestra suspicacia. Porque lo que habréis visto no era la política-verdad que buscábais, ese ámbito de ideología y pragmatismo en el que a veces se dirime con nobleza una vocación de servicio público, sino la política-espectáculo. El manoteo, la gestualidad, la alharaca, la apariencia. El truco, el marketing, la superficialidad, la hueca charlatanería de la barraca partidista.
Y entonces os quedarán cinco días para cavilar. Para resolver la cuestión esencial del votante en conciencia, el que no espera las urnas como un trámite para afirmar sus consolidados prejuicios. La maldita cuestión del mal menor, la del compromiso con pesares, la del voto con la nariz tapada, la del soslayo de las pequeñas reticencias en aras de una gran decisión. O la de apartaros con un gesto de asqueada repulsa y quedaros al margen para dejar que cada cual interprete a su manera vuestro honesto, respetable, desengañado silencio.
El debate no os lo va a aclarar. No esperéis encontrar la solución en el matiz de una voz, en la firmeza de una declaración o en el color de una corbata. Todo estará impostado, incluso las miradas. Al final, el martes, o el jueves, o el sábado, estaréis solos ante vosotros mismos y tendréis que elegir el modo de responder a una pregunta: si queréis otros cuatro años como éstos o apostáis por algo diferente. Cambiar o no cambiar; no hay más opciones, llegado este momento. Y hagáis lo que hagáis, habéis de hacerlo a sabiendas de que tendréis motivos de sobra para arrepentiros. Es la política.
http://www.abc.es/20080303/opinion-firmas/indecisos_200803030248.html
lunes, marzo 03, 2008
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