lunes 3 de marzo de 2008
Cataluña seca
Enrique Badía
Afectada por la que se califica como peor sequía de las últimas décadas, Cataluña se enfrenta a una situación de escasez de agua que ha forzado ya la imposición de restricciones al consumo de la población. Y, salvo que llueva en abundancia en las próximas cinco o seis semanas, la expectativa para el verano es todavía peor. Parece que a partir de junio los problemas de abastecimiento van a obligar a extremar el racionamiento, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona y distintos enclaves del litoral, con la lógica incidencia en la temporada turística que es de imaginar.
No cabe duda que se veía venir. Aunque estos últimos meses haya llovido algo menos de lo habitual, hace años que se vienen manifestando síntomas de escasez, con mayor o menor intensidad. Por una parte, la insuficiencia hídrica es poco menos que ancestral: llueve poco y se aprovecha mal. Por otra, resulta que la población ha crecido alrededor de un 30 por ciento en los diez últimos años, pasando de algo menos de 6 millones a casi 8 millones, sin tener en cuenta los flujos turísticos que cada año han seguido aumentando, manteniendo a Cataluña como primer punto de destino de visitantes foráneos en el conjunto español.
El suministro de agua no ha sido sino una más de las infraestructuras poco o nada atendidas en estos años, con una ejecutoria pública indiferente al aumento palpable de la población. De ello derivan aspectos tan noticiosos en fechas recientes como los apagones eléctricos, el mal funcionamiento de la red ferroviaria, especialmente la de cercanías, o ahora la falta de agua porque ha llovido menos de lo habitual. Una dejación que alcanza más aspectos y, más allá del recurso de cargar todas las culpas sobre el Gobierno central, ha sido en realidad compartida por los responsables autonómicos e incluso algunos de alcance municipal… sin descartar, por supuesto, lo que pueda corresponder a Madrid.
Reza además el refrán que a perro flaco todo son pulgas y los ciudadanos catalanes están teniendo noticia estos días de hechos tan sorprendentes como que cada día se pierden cantidades importantes de agua por el mal estado de las redes de distribución. Existen casos especialmente reseñables, como el detectado en uno de los municipios vecinos a la Ciudad Condal, en concreto Badalona, pero según un estudio que nadie ha desmentido parece que la cuarta parte de los caudales distribuidos resulta desperdiciado como consecuencia de deficiencias, fugas y filtraciones en tuberías y conducciones; es decir, 25 de cada 100 litros no se aprovechan para el consumo. Costaría entenderlo en cualquier caso, pero roza lo increíble en una situación como la actual.
Como es habitual en estos casos, no abundan las explicaciones y mucho menos el menor amago de asunción de responsabilidad. Las referidas redes de distribución son en parte públicas, a cargo de empresas dependientes de los ayuntamientos, o privadas, sujetas a concesión administrativa, pero nadie parece demasiado dispuesto a aclarar por qué las redes están en esa situación. Unos, de forma más o menos oficiosa, sostienen que el coste de eliminar las pérdidas no compensa el caudal desperdiciado. Otros, más críticos, señalan que todo deriva de una renuencia inversora, en ciertos casos por parte de empresas concesionarias —privadas— que han dedicado recursos a adquisiciones de otras compañías o procesos de diversificación. Da la sensación que de todo hay…
En cualquier caso, la situación que ahora mismo le toca vivir a Cataluña no es distinta de la que periódicamente afrontan otros territorios del Estado, faltos de una política del agua mínimamente racional. Política que, además de abordar de forma coherente la realidad de unos lugares donde sobra y otros donde falta, debería tener en cuenta que el 80 por ciento de los caudales disponibles se sigue dedicando a usos agrícolas, entre otras cosas sin una política de precios adecuada que estimule una utilización más racional.
Llevar agua sobrante a donde falta es, sin duda, una parte del debate que el asunto reclama desde hace años, pero tanto o más importante es analizar todo lo que se hace con la poca o mucha que hay en cada sitio: sea regando a manta o acumulando pérdidas en conducciones que no están en condiciones, por citar únicamente lo que se antoja más incoherente con una realidad de escasez.
ebadia@hotmail.com
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=03/03/2008&name=badia
lunes, marzo 03, 2008
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