jueves, febrero 26, 2009

Hermann Tertsch, El miedo y la gentuza

El miedo y la gentuza

HERMANN TERTSCH

Jueves, 26-02-09
MI mejor amigo en Lazcano, ese pueblo que algunos llaman ahora Lazkao -vayan ustedes a saber por qué-, se ha metido en la «herriko taberna» con un martillo pilón. Y les ha reventado la cafetera, el ordenador y la máquina de tabaco. ¡Vaya por Dios! Se llama Emilio Gutiérrez, no le conozco y debe de ser uno de los pocos de su edad que no se ha tuneado el nombre para ser Jemilio o Txutierrez. Cierto, no todos lo hacen por gusto. Se hace por miedo. Papá y mamá quieren que el niño vaya a la ikastola integrado. Y por eso dan ellos el primer paso para ese principio de la vida en cobardía. Emilio se sigue llamando Emilio y Gutiérrez. Y pensó el otro día que estaba hasta las pelotas. Vendrán muchos cursis a decirnos que uno no se puede tomar la justicia por su mano y que su maravilloso grito de guerra de «ojo por ojo» les parece peligroso. Lo siento mucho. Creo que si hubiera habido en las últimas tres décadas más Emilios Gutierrez en el País Vasco, quizás no hubiéramos llegado a sumirnos en el lodazal moral, en la sociedad cobarde, chata y miserable que hoy tenemos en sitios que tanto amamos.
Pero hablemos de tuneados. Soy desde muy pequeño aficionado a las esquelas. Por supuesto a las de ABC, que leo desde que sé hacerlo. Y de esas preciosas que publica aún hoy el «Frankfurter Allgemeine» que anuncian la muerte de ancianos nacidos en las lejanías orientales que dejaron de ser Alemania hace más de sesenta años. Pero también soy ferviente seguidor de los óbitos anunciados en el «Correo Español» (perdón) y del «Diario Vasco». Quien comparta la afición, sabe de lo que hablo. La nefasta incultura política en el País Vasco nos ha generado inmensos sufrimientos, pero también algunas tretas graciosas por grotescas. Los que tienen más de sesenta años se suelen morir, como mis viejos amigos caseros en la región, llamándose Ceferino Azpilicueta o Justino Gorribaicelaia o Pancracia Cenarruzabeitia. Los jóvenes que se estrellan por las noches con sus coches tuneados son esos tuneados que se llaman Arkaitz Rodríguez, Iker Karmona o Arbelaitz Contreras.
El miedo y las ganas de agradar para confundirse en el paisaje producen muchos monstruos, pero a veces son graciosos. Pero también es cierto que quienes se rebelan contra esta lógica lo pagan caro. El linchamiento verbal de María San Gil por parte de dos de los personajes más villanos que hoy militan en la secta del presidente Zapatero es una prueba de ello. Cierto, hay días en que da auténtico miedo ponerse a escribir porque se sabe uno al borde del Código Penal. Las amenazas no son baladíes. Confieso que si dijera lo que pienso sobre la basura dicha y escrita por algunos individuos de mi profesión y de la política en los últimos días, probablemente me viera ante el riesgo de ser despojado de mis bienes, mi seguridad y el sustento de mi familia. Todos tenemos que pensar hoy muy mucho lo que decimos porque lo podemos pagar muy caro. Si sólo se tratara de la destrucción del crédito y prestigio personal de cada uno, los riesgos serían calculables. Pero no es así. El gentucismo acecha. Es uno de los grandes triunfos del Gran Timonel. La omnipresencia del miedo

http://www.abc.es/20090226/opinion-firmas/miedo-gentuza-20090226.html

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