miércoles, febrero 25, 2009

Paulo Coelho, El tedio

miercoles 25 de febrero de 2009
EL TEDIO

Durante cierto periodo de mi vida –particularmente, entre 1982 y 1990–, yo tenía un cuaderno en el que iba anotando mis conversaciones con J., al que considero sobre todo un amigo, pero que es alguien que también me enseñó muchas cosas sobre el lenguaje simbólico del mundo. Recientemente, leyendo mi biografía, escrita por Fernando Morais, decidí pasar a limpio el texto que viene a continuación:

–Aunque se quejen, en el fondo a todos les encanta la rutina –dije yo.
–Desde luego, y la razón es bien sencilla: la rutina les da la falsa sensación de que están seguros. Si actuamos como siempre, hoy sucederá lo mismo que pasó ayer, y mañana tampoco habrá sorpresas. Cuando llega la noche, una parte del alma se queja de no haber vivido ninguna novedad, pero la otra parte se queda satisfecha, paradójicamente, por la misma razón.

Por supuesto, esta sensación de seguridad es completamente falsa: nadie tiene nada bajo control, y en cualquier momento puede llegar el cambio inesperado, y la persona, sorprendida, no logrará reaccionar ni luchar.
–Si hemos elegido libremente que queremos una vida monótona, ¿por qué Dios nos obliga a alterarla?
–¿Qué es la realidad? Es apenas como imaginamos que es. Si mucha gente piensa que el mundo es de tal o cual manera, las cosas a nuestro alrededor acaban cristalizándose y nada cambia durante algún tiempo. Sin embargo, la vida evoluciona sin parar –social, política o espiritualmente, sea en el nivel que sea–. Para que la evolución no se paralice, hace falta que las personas cambien. Y como estamos todos conectados, en ocasiones el destino les da un empujón a los que están impidiendo la evolución general.
–Generalmente, en forma de tragedia…
–Lo trágico depende del punto de vista. Si optas por ser una víctima del mundo, cualquier cosa que te suceda va a alimentar ese lado negro de tu alma, desde el que te consideras maltratado injustamente, sufridor o culpable y merecedor de los castigos. Si eliges ser un aventurero, los cambios –inclusive las pérdidas inevitables, ya que todo en este mundo se transforma– pueden provocar dolor, pero, casi inmediatamente, también te empujan hacia delante, obligándote a reaccionar.

En no pocas tradiciones orales, la sabiduría viene representada por un templo, con dos columnas en la puerta: estas dos columnas siempre tienen nombres de elementos opuestos, pero, a modo de ejemplo, llamaremos a una Miedo y a la otra, Deseo. Cuando alguien se encuentra frente a esta puerta, mira la columna del Miedo y piensa: «Dios mío, ¿con qué me encontraré allí delante?». Luego mira la columna del Deseo y piensa: «Dios mío, ya estoy tan acostumbrado a lo que ya tengo… Sólo quiero seguir viviendo como siempre». Y se queda allí parado: a eso lo llamamos tedio.
–El tedio es…
–El movimiento que cesa. Instintivamente, sabemos que no está bien y nos enfurecemos. Nos quejamos ante nuestros maridos, mujeres, hijos, vecinos. Pero, por otra parte, sabemos que el tedio y la rutina son refugios seguros.
–¿Una persona se puede pasar la vida entera en esta situación?
–Hay quien puede recibir el empujón de la vida, pero resistirse y continuar en el mismo lugar, siempre quejándose, y entonces su sufrimiento habrá sido inútil, no le habrá enseñado nada.
http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_edicion=3927&id_firma=8371

No hay comentarios: