miércoles, febrero 04, 2009

Felix Arbolí, Las ventajas de la edad

jueves 5 de febrero de 2009
Las ventajas de la edad

Félix Arbolí

N O todo va a ser negativo con el paso de los años. Los nuevos estudios científicos han descubierto que nuestro cerebro mejora con la edad. Es decir que contra lo que siempre se ha opinado, el avance de la edad no merma nuestras aptitudes mentales. Todo lo contrario. Ahora resulta que renovamos mayor cantidad de neuronas y somos más sabios cuando llegamos a esa edad indefinida que para unos es el final de todo estímulo y deseo y para otros un mayor aliciente por abarcar y conocer las áreas y circunstancias que aún nos puede ofrecer la vida. Es por tanto errónea la teoría de que la edad merma nuestras facultades cerebrales. Según estos nuevos estudios, no sé el tiempo que llevan en vigor pues no soy muy dado a temas científicos, resulta que eso de que “contra más viejo, más pellejo” como siempre se ha dicho con humor o mal yogurt, vaya usted a saber, es una metedura de pata y falta de conocimientos científicos. Los señores de la bata blanca y microscopio, los investigadores, han descubierto que a mayor edad, si conservamos activo nuestro cerebro, se multiplicaran y regenerarán nuestras neuronas y llegaremos a alcanzar posiblemente la plenitud o sabiduría en nuestra actividad. Logramos un cambio radical en nuestro cerebro, al igual del que en mis tiempos de chaval se alcanzaba en el aspecto físico con ese famoso y prodigioso “hongo”, que decían convertir en chavales a sesudos y ya casi decrépitos padres de familia. Aún me he quedado en la duda sobre su naturaleza y verdaderos resultados. La realidad por lo visto es que a mayor tiempo vivido podremos tener mejores neuronas, pues éstas se multiplican y regeneran en las zonas cerebrales más utilizadas de acuerdo con nuestras actividades realizadas.

Yo estoy loco de alegría al pensar que voy a convertirme en una especie de “superman cerebral” con mi continua utilización del ordenador para ampliar conocimientos, responder a preguntas y escribir todo cuanto mi cerebro sea capaz de transmitir. Un aliento de esperanza a todos cuantos nos creíamos ya un tanto desahuciados respecto al saber y comprender las distintas circunstancias de la vida. A este renovador sistema neuronal se le llama “Neuroplasticidad”. Según sus conclusiones podemos afirmar que la actividad mental modifica el cerebro y nos conduce a lo que conocemos como “sabiduría”. Si esa ciencia es la nueva “panacea” que andábamos buscando los que hemos pasado el límite de una vida normal, resulta que vamos a convertirnos, si Dios continua sin soplar nuestra vela, y no para celebrar el cumpleaños, con el saber de un Séneca o la fecundidad de un Lope de Vega, pongamos por ejemplo. Aunque pienso como el castizo: “¡A buena hora mangas verdes!”.

Así pues las investigaciones de la neurociencia han demostrado que el cerebro puede regenerarse mediante su uso y potenciación, moldeándose a través de su actividad y cambiando de forma, según las áreas que más se utilizan dependiendo de la actividad mental que se desarrolle de una manera frecuente. Según investigaciones realizadas en el año 2000, los taxistas tienen una parte de de su cerebro, el hipocampo, que es el recuerdo a largo plazo o memoria espacial, –nada que ver los vuelos espaciales, ni con el famoso caballito de mar-, más desarrollada que el resto. Su constante memorización de calles, avenidas, recorridos y demás, activan esa parte de su cerebro que en lugar de menguar, como es la creencia general, aumenta con los años. Idénticos hallazgos se produjeron en los músicos respecto al área de circunvolución de Heschl de la corteza cerebral que corresponde a la función auditiva primaria y en 2004, el Instituto de Neurología de Londres, obtuvo los mismos resultados en la circunvolución angular izquierda de la estructura cerebral dedicada al lenguaje, cuyas neuronas aumentan progresivamente en las personas dedicadas al aprendizaje y el conocimiento de diversos idiomas. Ignoro, porque no lo han publicado, en qué parte del cerebro y de qué forma le afecta a los que utilizamos la pluma y las musas como instrumentos de nuestro trabajo habitual. Es raro que hagan prácticas con taxistas, músicos y poliglotas y dejen de lado a científicos, artistas y escritores.

Según la actividad que se desarrolle las nuevas neuronas se multiplican en las distintas zonas cerebrales y no degeneran por la edad sino por la inactividad, por el conformarse con la vida rutinaria sin alicientes ni esfuerzos de ninguna clase. Es por ello muy importante mantener una actividad mental muy intensa y constante. Tener al cerebro constantemente ocupado en una u otra actividad y practicar frecuentemente la elegida. El ser humano conoce y aprende las nuevas sensaciones a través del hemisferio derecho, pero utiliza el izquierdo cuando ha logrado alcanzar cierto nivel o experiencia. Sin la “Neuroplasticidad” nuestra calidad de vida disminuiría, ya que es necesario cambiar y evolucionar y no conformarnos con lo que sabemos y aprendimos, con el sentirnos simplemente bien.

La red neural es extremadamente sensible a cualquier cambio o circunstancia. Nuestro cerebro cuenta con cien mil millones de neuronas, formando una especie de telaraña donde se halla todo lo que nos hace humano: recuerdos, conocimientos, valores, deseos, sentimientos, etc. Cada neurona puede conectarse con otras diez mil y conversar entre ellas a través de una zona de unión llamada sinapsis. Esto permite que la información se transmita de una neurona a otra. La neuroplasticidad positiva crea y amplía esa redes, mientras la negativa elimina a las que se no se utilizan. Los vagos y perezosos tienen poco futuro cerebral. Pocos hombres activos y entusiastas de su cometido en la vida, llegan a la llamada tercera edad achacosos y pusilánimes.

. Nuestros genes son responsables del diez por ciento de estas redes y el noventa por ciento restante pertenece a la competencia exclusiva de las experiencias y conocimientos adquiridos. Es decir, que son las experiencias que vamos teniendo las que determinan la formación y madurez de nuestro cerebro, que suele alcanzarse a los 21 años aproximadamente. Es entonces cuando podemos alterar nuestra forma de ser y actuar, cambiar nuestros planes y proyectos con la responsabilidad suficiente y enfocar nuestro desarrollo personal a través de nuestros lóbulos prefontales que son los últimos que se forman en el cerebro y completan su formación. Permiten alterar nuestra conducta y remodelar lo que no deseamos y crear nuevas redes que escapan al condicionamiento de los genes. El cerebro al igual que un ordenador se reformatea a través de la actividad que realiza. Si queremos saber más en la vejez tenemos que reformatearnos.

Tras este galimatías de términos, combinaciones y sorpresivas consecuencias, llegamos a la conclusión de que los seres humanos podemos crear neuronas a lo largo de nuestra vida y .el esfuerzo para crearlas se puede incrementar con el ejercicio mental, dependiendo de la naturaleza de nuestra actividad la parte del cerebro en que crecerán.

El ejercicio cognitivo, al igual que el físico protege nuestra salud, ayuda y favorece nuestra mente y es un factor muy importante contra la demencia y senilidad. Al llegar a cierta edad empieza a funcionar nuestro piloto automático y éste se mueve y funciona a base de experiencias pasadas, que son las que lo mueven y direccionan. Dependerá de la mayor o menor cantidad almacenada el que nuestra vida sea grata, positiva y útil, o anodina, pesimista y sin ningún valor. Hay que estar muy activos mentalmente si queremos continuar siéndolo cuando la edad limite nuestra movilidad y disminuya nuestras oportunidades y tengamos que hacer uso de lo que hemos conocido, aprendido y conservado en nuestro cerebro y mucho mejor si continuamos la labor de incrementarlo. La actividad nos hará sentirnos útiles y fecundos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5044

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