miércoles, febrero 04, 2009

Felix Arbolí, Al calor del hogar, todo se ve mejor

miercoles 4 de febrero de 2009
Al calor del hogar, todo se ve mejor

Félix Arbolí

L A nieve y el frío me tienen encerrado desde hace ya veintiún días y al parecer sin una posible y cercana esperanza de cambio. Tenemos uno de los peores inviernos climáticos del siglo, no digo nada del económico ya que haría llorar o maldecir a más de uno. Estamos pasándolo peor que una mujer en los momentos del parto. Entre el mal tiempo que no invita a salir y mucho menos ir de tiendas o chateo como un alma en pena y con las tarjetas y carteras más tiesas que los del morrión que hacen guardia en el palacio de Buckingham, está todo el mundo que echa chispas. Bueno, eso quisiéramos poder echar chispas, así nos evitaríamos pagar esas facturas fantasmas que nos han lanzado las eléctricas a ver si cuelan y se reparten mayores beneficios los que menos dan el callo. Un nuevo escándalo a los muchos que se están destapando en éste recién estrenado año del Buey para los chinos y del “cabrito”,-por quitarle años-, para nosotros.

Vivimos en una aguda y espantosa crisis y para hacérnosla más llevadera todos los que nos prestan algún servicio se han propuesto aliviársela a nuestra costa.” Hay que aumentar cuotas y facturas que el camino es largo y hemos de tener llenas las alforjas para recorrerlo sin muchos problemas”, parecen opinar los que se han decidido subirse a la parra, para ahogarnos desde un sitio más alto y seguro. Ha subido el alquiler de la vivienda, sueldo y seguros sociales de la portera, el recibo de la sociedad médica y deceso, la prensa, los bonos de transportes, etc. Hasta el paro se ha sumado a esta carrera en vertical. Las empresas huyen de la quiebra a base de despidos y regulaciones de empleos y se sacuden el polvo en su huída, como hizo Santa Teresa con sus zapatillas al abandonar su Ávila natal. Lo que no puedo destacar es que ha bajado. Bueno, sí, el poder adquisitivo del dinero que tiene menos valor que las famosas “espantás” del Gallo, cuando algún cornúpeta no le inspiraba mucha confianza. También han bajado, otra perla, las posibilidades del ciudadano para llegar a final de mes, sin tener que utilizar procedimientos extraños y difíciles de encontrar. Porque nos han puesto la vida que hay que hacer más equilibrios que el funambulista en el circo Yo estoy muy feliz porque me han subidos sesenta y tres euros la pensión. Con ellos terminan todos mis males y estoy pensando en reunir a hijos y nietos en un cuatro tenedores para celebrarlo. No es para menos. ¡Viva nuestro dadivoso presidente!. ¡Dios le guarde, pero bien guardado, bajo llave incluso!.

Tengo un vecino con el que a veces converso y me dice “Yo ya cuando suena el teléfono y oigo que preguntan por mí, suelo decir: ¡A mí también me deben!. Por si las moscas!”. Porque, aunque parezca un chiste, el sonido del teléfono antes grato y deseado, se ha convertido en muchos hogares en el aviso de una desagradable charla o difícil postura para atender a una reclamación en ese instante inalcanzable. Y contestamos escamados y cansados cuando a lo mejor sólo se trata del amigo que pregunta por nuestra salud o quiere saber contra quién juega su equipo favorito en la próxima jornada. Estamos como las ratas llenos de trampas y hartos de engaños, ya que las mejoras ofrecidas suelen resultar tan falsas como esos trozos de queso envenenado o raticidas camuflados que ofrecemos a los roedores. Y eso que no pongo un pié en la calle…

Cuando salga, si es que el tiempo mejora y me lo permiten, me tienen amablemente secuestrado, voy a desenvolverme como el paleto recién llegado del pueblo a la capital. Hasta los vendedores de cupones callejeros me va a parecer extraterrestres por la falta de costumbre. Tres veces he estado a punto de saltarme a la torera reglas y precauciones y lanzarme a la vorágine del asfalto y otras tantas mi mujer, que es una buena cancerbera, me lo ha impedido. No es que me encuentre mal o tenga algún problema de agorafobia, sino al temor que por no haber sido vacunado contra la gripe este año y las bajísimas temperaturas imperantes con densa nevada incluida, me hagan coger una pulmonía, que para mí es más espantosa y temida que para un gitano oír la palabra “bicha”. Y aquí me tienen saturándome de música, de vistas a través del cristal de mi ventana y de “tragarme” una gran cantidad de programas televisivos cuando el turno del ordenador hace el alto en la jornada.

Pero estoy al día de todo cuanto pasa. Mejor dicho hasta las narices, por no citar otros sitios de mi anatomía, porque el asunto se las trae.

Los detectives privados o espías aficionados de la Comunidad de Madrid, continúan lanzándose el balón unos a otros sin que ninguno de ellos alcance la portería y cuele el oportuno gol que le libere de continuar en ese repugnante y desagradable juego. Un asunto que a ninguno de ellos beneficia y que ha servido una vez más para demostrar esa lucha interna y descarada que mantienen los políticos del PP por hacerse con el poder. Al final, lo mejor será elegir a uno nuevo, pero con agallas y competente, que ponga a todos los demás en el lugar que le corresponda, sin dejarlos ni rechistar, porque hay algunas que está mejor calladas. Un equipo, que como el Atlético de Madrid, -mi favorito-, no levanta cabeza. Pero es evidente que en nada honra y prestigia ni a la que está al frente de la Comunidad, donde se ha originado el lío, ni a los que se frotan las manos satisfechos pensando que ese laberinto les beneficiará, sin darse cuenta que tantos escándalos de uno y otro bando, ya tienen al ciudadano cansado de cucamonas, en perjuicio de todos los políticos. Hoy son éstos, ayer fueron lo otros y mañana volverán a ser los mismos, porque tenemos una clase de políticos que sólo podrían encontrarse en las rebajas de los mercadillos callejeros y en los top mantas. Aunque de éstos no sea necesario hacer copias, con los originales teneos de sobra.

En fin, que viendo las cosas como están, el tremendo frío callejero y la molesta lluvia o nieve que sufren los que pasan ante mi ventana, no se me apetece taparme estilo “burka” para salir y callejear sin ton ni son, abandonando mi calefacción. Sería una especie de suicidio que por ahora no me he propuesto ni me seduce, aunque no se sabe como podrá terminar esta epopeya que la ineficacia y falsedad de unos señores, sin citar a nadie en especial, - seguro que lo saben-, nos están haciendo protagonizar sin ánimos ni ganas por nuestra parte.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

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