jueves 26 de febrero de 2009
Halcón Viajes: 2 x 1=3
Miguel Martínez
D ESDE siempre un servidor ha usado, cada vez que la ocasión ha necesitado de cálculos matemáticos, la típica muletilla de “es que yo soy de letras”, porque, ciertamente, le cuesta Dios y ayuda tomarse el trabajo de realizar mentalmente operaciones matemáticas por sencillas que éstas sean. Quizás por eso siempre ha desconfiado de las típicas ofertas dos por uno. Entre otras cosas, porque dos por uno es dos y, en tal tesitura, ya me contarán ustedes dónde está la oferta. En todo caso, y supongo que precisamente por el hecho de ser uno de letras, los cálculos sobre los que algunas empresas publicitan sus ofertas de dos por uno, le dejan a un servidor tan descolocado, que, sinceramente, duda que el motivo de tal descoloque sea, exclusivamente, la clara animadversión que para con los números tiene este columnista.
Un servidor, haciéndole caso a su señora madre, que siempre insiste en que quien les escribe paga cantidades excesivas por sus viajes debido a su cabezonería de no fiarse de las ofertas dos por uno -“nene, que a ti te timan en tus viajes, que sale por la tele que te puedes ir a Punta Cana, en oferta 2X1, por 600 euros la pareja”- y decide, esta vez sí, prestar atención a una oferta en esta modalidad publicitada por Halcón Viajes, en la que reza, tal cual: Oferta Combinado Nueva Cork Cancún: Dos personas desde 1.054 euros, y, no sin cierta reticencia, pues recuerda que en un reciente viaje a la Gran Manzana pagó casi cinco veces más, agarra el teléfono y marca el 902 correspondiente, imaginando que quizás la depreciación del dólar, la crisis, o, ambas cosas, hagan posible ese tipo de ofertas.
- Buenas, llamo por lo de la oferta 2x1 Nueva York - Cancún. ¿A ese precio qué le falta?
- Le faltan tasas de aeropuerto y carburante, y, he de decirle que la oferta está limitada a viajes contratados a partir de hoy, hasta el próximo viernes, y para fechas de salida entre el 1 y el 15 de junio.
- Perfecto. ¿De cuántos días consta el paquete?
- El mínimo son siete noches, cuatro en NY y tres en Cancún, pero puede añadirse tantas noches extra como desee en cualquiera de los dos destinos.
- Perfecto, pues dime cuánto suben las tasas que faltan, a qué precio sale la noche extra y, además, quisiera ver si puedo combinármelo de manera que esté aquí el día doce de junio. Me da igual ir antes o después de ese día, pero el día doce tengo algo importante que no puedo cambiar, y necesitaría saber si hay salidas desde Barcelona o sólo hay salidas desde Madrid, pues en tal caso hemos de tener en cuenta que el doce, a primera hora, he de estar en Barcelona, con lo cual no me serviría llegar el día doce a Madrid.
- Respecto a las salidas, sí tenemos salidas desde Barcelona, es vuelo directo y no hay problema; respecto a los días, tampoco, y, respecto a las tasas, en estos momentos no le puedo mirar precios porque tenemos problemas con las líneas, pero en cuanto sepa algo le llamo. No debe haber problemas con las plazas porque acaba de salir la oferta. Hoy es sábado, probablemente mañana, al ser domingo, no nos arreglen el problema con las líneas con lo cual dudo que podamos hacer reservas, pero en cualquier caso le llamo el lunes a primera hora y sabiendo ya todos los detalles.
- Estupendo, pues ya me puedes reservar dos plazas para cualquier día a partir del día doce o con vuelta antes del día doce, y, cuando sepas el precio, formalizamos la reserva y te abono la paga y señal que necesites.
Y así cuelga uno el teléfono, ya viéndose paseando por Central Park, saludando efusivamente a aquel vendedor de Hot Dog de la esquina de la Sexta Avenida con la calle 45 con el que hizo tan buenas migas y con el que mantuvo largas conversaciones sobre soccer –que así llaman al fútbol en aquellas tierras-, o navegando en el Ferry de Saten Island rozando la Estatua de la Libertad, o comiendo burritos y bebiendo Corona –que así llaman allí a la Coronita- en aquel mejicano – aunque regentado por un soriano- junto al puente de Brooklyn, para acabar días después, panza arriba a la sombra de una palmera, disfrutando de un combinado y del suave clima de la Rivera Maya.
- ¿Y te han dicho qué hotel? A ver si nos van a meter en el Pennsylvania, como a aquellos pobres de Alicante. Acuérdate que nos contaron que no paraban de entrar y salir pilinguis con sus respectivos clientes todo el santo día y que no había quién pegara un ojo en toda la puñetera noche.
- Que no sé nada aún, mujer. Pero ya les diré que nos pongan en un hotel que no sea el Pennsylvania.
- Ni el Milford tampoco, que aquella pareja de Madrid se dieron de bruces con un tiroteo en el pasillo. Virgen Santa qué pánico, y que día sí y día también entraba la policía para sacar algún delincuente.
- Vaaaale, les diré que el Milford tampoco. ¿Algo más?
- Hombre, pues si te dejan elegir, pide el Roosvelt de nuevo, que, a excepción de los cuatro dólares que te soplaron por el café aguado del primer día, nos trataron de fábula.
- No era café aguado, ése era gratis. Los cuatro dólares fueron por el expreso, pero sólo el primer día. Desde que me vieron con la gorra del Barça, aquel camarero argentino que decía haber sido vecino de Messi me hacía precio de amigo y me cobraba sólo un dólar.
- ¿Y de Cancún qué te han dicho?
- Que es un pedazo de resort en régimen de todo incluido, con pulserita y demás.
- ¿Y se podrán contratar excursiones? A mí me haría ilusión visitar la zona arqueológica de Tulum.
- Pues supongo que sí.
-Fíjate qué suerte hemos tenido, Miguel. Qué baratito que nos va a salir. En agosto podemos irnos, además, unos días a la playa con todo lo que nos ahorramos ahora.
- Espérate, mujer. No vendas la piel del oso antes de cazarlo, que está muy mal la cosa cinegética, pregúntale si no a Bermejo, y que aún nos saldrán con que ese precio no incluye el avión, como le pasó a mi compañero cuando quiso ir a Etiopía con otra oferta de esta gente.
De todas maneras, siguiendo la máxima de la ley del embudo que reza “tú haz lo que yo diga, no lo que yo haga”, un servidor sí empieza a vender la piel del oso y pasa a remover cielo y tierra para poder colocarse quince días de vacaciones en junio, e inicia la ronda de cambios de agenda, ajustes de citas, adelanto y atraso de reuniones…
El lunes, a primera hora, recibe la llamada esperada, cuando ya tenía este que les escribe diseñado un planning nuevo para el mes de junio y su agenda llena de flechitas, borrones y tachaduras.
- Señor Martínez, le llamo de Halcón Viajes.
- Sí, dime. ¿Cómo tenemos el tema?
- Siento decirle que ya no quedan plazas.
- ¿Cómo puede ser? Empieza la oferta el sábado, te llamo el sábado, el domingo dices que no puedes mirar nada porque no funcionan las líneas, y el lunes por la mañana, a las nueve y cinco, ya no queda ni una plaza?
- Pues no. Ni una.
- Está bien, pero si ahora me dices que puedes ofrecerme un viaje similar pero algo más caro, igual pienso mal, ¿eh?
- Yo, este… -dubitativa la chavala, si tenía intención de ofrecerme algo, no se atrevió- Bueno no sé, quizás saquen plazas más adelante.
- Bueno, si así fuera y quieres llamarme...
- Sí, sí, descuide. Gracias por confiar en nosotros, señor Martínez.
- Bueno… la verdad es que ya no confío en exceso, lo siento.
- Me hago cargo, señor Martínez, a ver si tenemos suerte y ofertan más plazas. Que tenga un buen día.
- Igualmente, Elísabet - que así se llamaba (y debe llamarse aún) aquel encanto de niña, simpatiquísima y muy agradable- que lo cortés no quita lo valiente.
Teléfono de nuevo, informando a la familia que se chafó el plan.
- Oye, que lo del viaje va a ser que no, que ya no hay plazas.
- Vaya, Miguel… Ya me había hecho a la idea, y ya había hablado con una compañera del trabajo para que me sustituyera unos días a cambio de trabajarle no sé cuantos sábados.
- ¿Qué me vas a contar a mí? Que tengo la agenda que parece un cuadro expresionista.
- Pues nada, otra vez será.
Media hora después, suena de nuevo el teléfono.
- ¿Señor Martínez? Soy Elísabet, de Halcón Viajes.
-Hola, ¿qué tal?
- Bueno, que parece que han sacado más plazas.
- ¡Perfecto! -alegría por la ilusión recuperada- ¿Y en las fechas que te comenté?
- Sí, sí. Tiene una salida el día tres y regreso el día once.
- Me comentaste el sábado que podía añadir noches antes de la fecha de salida.
- Para esas fechas no quedan vuelos, lo siento. ¿Se lo miro para añadirlas a partir del día 11?
- No, imposible. El 12 he de estar aquí por narices. Aunque si hubiese plazas para salir después del doce…
- A ver… (se la oye teclear) Pues lo siento, pero tampoco.
- Bueno, mira… Da igual. ¿Cuánto sale el viaje en total, con las tasas y demás?
- A ver… ¿Hoteles clase A o clase B?
- Los A son mejores, supongo.
- Efectivamente.
- Pues clase A, no vaya a ser que me coloquen en el Mildford o en el Pennsylvania y me cueste el divorcio. Si fuera posible, nos gustaría el Roosevelt, que está en la Avenida Madison con la calle 45.
- Eso no se lo puedo mirar ahora, señor Martínez. En todo caso, cuando tengamos los billetes podemos intentarlo.
- Uy… mira que si me toca el Mildford o el Pennsylvania mi mujer se vuelve a España y me deja allí tirado como una colilla.
- Ya le digo que no podemos elegir ahora los hoteles.
- Bueno, mira… Sea lo que Dios quiera. ¿Cuánto me cuesta el viaje?
- Pues con tasas, carburante y demás… sobre unos tres mil ciento cincuenta euros.
- ¿Cómo? ¿Pero el precio base no era mil cincuenta?
- Si, ya… pero ese precio no incluye tasas ni hoteles.
- Pues eso no es lo que publicitáis. Además tú me hablaste de hoteles en régimen de sólo alojamiento en Nueva York y de todo incluido en Cancún.
- Ahora mismo desconozco qué pone exactamente en la publicidad, pero a mí me salen estas cifras. Además, ahora veo que en esas fechas no hay salida desde Barcelona. A esa cantidad debe usted sumarle otros noventa euros por persona, correspondientes a los vuelos Barcelona – Madrid – Barcelona.
- O sea, que vuestra oferta de dos por uno, con precio base de mil cincuenta euros, se transforma en tres mil trescientos del ala. Perdona, pero no sé ver la oferta.
- Bueno, las tasas, el carburante, los hoteles…
- Bien, está bien. Creo que no me interesa, muchas gracias.
Así, uno se agarra de nuevo el catálogo de Halcón Viajes y comprueba cómo haciendo el viaje a su medida, eligiendo hoteles, eligiendo días, traslados desde Barcelona y añadiéndole las puñeteras tasas, le sale casi más barato contratándolo por individuales que acogiéndose a la famosa oferta de dos por uno, y sin riesgo de que te coloquen en el Milford o el Pennsylvania.
En honor a la verdad sí es cierto que, tras el desengaño -y provisto de una potente lupa- consigo deducir que, en el caso del combinado N.Y-Cancún, de la lectura de letra menuda bien pudiera llegar a interpretarse que el paquete básico incluye avión, traslados, guías y saltos internos, por mucho que en el enunciado general describa hoteles y régimen. ¿Pero a quién se le ocurre que un viaje organizado no incluya el hotel? A Halcón Viajes, desde luego. Porque tal y como luego resulta ser, lo que debieran anunciar son vuelos, no viajes.
Con todo ello queda demostrado que eso de que las matemáticas son una ciencia exacta es una milonga, que los señores de Halcón Viajes consiguen que dos por uno sea igual a tres. O, al menos, ésas son las cuentas que le salen a uno que es de letras.
En este preciso instante, justo cuando acabo de repasar este artículo para enviarlo a la redacción de Vistazo a la Prensa, me acaba de entrar un correo electrónico de otro conocido mayorista que publicita vuelos a Nueva York desde 143 euros y, la verdad, casi mejor ni me entretengo en llamar. No sea que todavía me toque volver nadando.
http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/
jueves, febrero 26, 2009
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