viernes 20 de febrero de 2009
Cuatro apuntaciones sobre temas actuales
Antonio Castro Villacañas
1. El hospital Gómez Ulla.
LA restauración de la Monarquía democrática en 1978, cien años después del primer ensayo protagonizado por Alfonso XII, ofrece curiosos ejemplos de incoherencia y falta del sentido de responsabilidad. Pongo éste como uno de los más representativos. Durante el franquismo, como era obligatorio el servicio militar de los jóvenes mayores de edad, se perfeccionó la atención médica de quienes realizaban tal servicio durante uno, dos o tres años y de aquellos que por ser soldados profesionales los instruían y les mandaban. Fruto de esa atención fue la mejora de los viejos hospitales que existían en las poblaciones donde había guarnición militar o la creación de otros nuevos y mejor dotados allí donde fuere necesario en razón de las diferencias existentes entre la España de preguerra y la de postguerra. Es evidente que antes de 1936 no podían existir Hospitales del Aire por la sencilla razón de que tampoco existía ese Ejército. Cuarenta años después, en 1975, cuando murió Franco, había repartida por toda España una eficaz red de centros sanitarios y clínicos que atendían las necesidades médicas de aviadores, marinos o militares terráqueos. Símbolo de todos ellos era el Hospital General Gómez Ulla, una mole de 22 pisos que podía atender más de mil camas por estar dotado de todos los medios técnicos y humanos para ello.
En la actualidad ese hospital está casi vacío. Tres plantas, por lo menos, están cerradas a cal y canto. En las restantes, resulta raro cruzarse con alguien por los pasillos. En la maternidad no hay bebés. Nadie se aglomera en las urgencias. Sólo están ocupadas unas 300 camas de las más de 1000 que puede albergar. Sin apenas población militar a la que atender, el Gómez Ulla tampoco atiende a la población civil -más de 200.000 personas- que viven en sus cercanías, los barrios madrileños de Carabanchel y Aluche. Los 3.500 profesionales sanitarios de su plantilla se han ido marchando y ahora sólo están allí unos 2.200.
El Gómez Ulla es un símbolo de la España actual. Como no se ponen de acuerdo las autoridades competentes en la materia, civiles y militares; en definitiva, como no hay Gobierno o no se gobierna pensando en el pueblo, se malgasta o se pierde buena parte de la riqueza nacional. Eso sí: se benefician de ella quienes la dirigen.
2. ¿Por qué y para qué se resucita ahora el 23-F?
DOS cadenas de televisión -una privada y otra la nacional- han coincidido en ofrecer a sus espectadores -diez millones de personas, según cálculos- una versión de lo que sucedió en Madrid el 23 de febrero de 1981, hace 28 años, cuando un pequeño pelotón de guardias civiles bajo el mando de un teniente coronel apellidado Tejero, ocupó el Palacio de las Cortes para impedir que éstas eligieran un Presidente del Gobierno... El intento fracasó merced a la intervención directa del Rey, que convenció con sus palabras al capitán general de Valencia, primero de sus homólogos en asumir en su región y en nombre del Rey todos los poderes del Estado al ver que España carecía de gobierno, y al peculiar sentido que Tejero tenía del patriotismo y el honor, pues tal sentido fue el auténtico motivo de su rendición tras escuchar al general Armada cuál iba a ser el desenlace de su comprometida acción: un Gobierno de concentración monárquica. No sé si estos dos aspectos han aparecido en ambas series, pero sí estoy seguro de que una y otra se han esforzado en exaltar la postrer actuación de nuestro monarca, que acabó con ella el largo periodo de dudas, temores, ilusiones y esperanzas suscitadas y mantenidas en toda España durante las muchas horas -demasiadas- en que nuestro futuro colectivo estuvo pendiente de la resolución de un golpe de Estado tan extraño como el de hace 28 años. Por eso vuelvo a preguntarme: ¿por qué y para qué se han producido y emitido ahora estas dos series?
3. El regreso de Marx.
NADIE que tenga menos de cuarenta años puede saber por propia experiencia o a través de directas experiencias ajenas lo que significa el vivir bajo un régimen comunista. Mis tres años juveniles del Madrid rojo, aun siendo un corto periodo de tiempo y un espacio no marxista al ciento por ciento, siempre me han valido como máximo impedimento a la hora de contestar la inquietante pregunta de cómo ha sido posible que la idea y la práctica del marxismo hayan ejercido una atracción semejante a la que durante el pasado siglo XX tuvieron algunas de las mejores mentes de esos años y centenares de miles de honradas personas si millones de experiencias individuales y decenas de ensayos colectivos han demostrado el anárquico infierno que supone el intento de organizar la convivencia social y política de un pueblo conforme a las directrices marxistas. A pesar de todo no creo que nadie se atreva a negar que desde hace unos años es evidente la vuelta de Marx -otra cosa es la de los partidos comunistas- al primer plano de la realidad política. La crisis económica que el mundo padece desde hace ya algo más de un par de años vuelve a plantear el tema. Necesitamos superar al capitalismo liberal. El mundo, la vida individual y colectiva de las personas, no deben ni pueden estar regidas por un sujeto tan escurridizo, mudable y cruel que se llama capital o dinero... Ahí está el problema: el liberal-capitalismo y el capitalismo-social no sirven -no han servido- para evitar las crisis socioeconómicas que el mundo ha sufrido al comienzo y al final del siglo XX. ¿Es que sólo se encuentra la solución a esas crisis profundizando en el marxismo? ¿Es que sólo se puede revalorizar el trabajo a través del comunismo? ¿Por qué nadie se atreve a profundizar en un pensamiento, una doctrina, una práctica, que sea a la vez humanista y laborista?
4. Exaltación de Adolfo Suárez.
ALGUNOS sectores del PP han querido recuperar la figura del primer presidente democrático de nuestra tercera restauración borbónica. Para lograr su propósito han pedido que el Estado, la comunidad autónoma y el Ayuntamiento de Madrid hagan cuanto esté en su mano para que el aeropuerto internacional de Madrid-Barajas pase cuanto antes a llamarse Adolfo Suárez, en reconocimiento a cuanto éste hizo en favor de la monarquía democrática implantada en 1978. No tengo ninguna duda de que conseguirán sus benéficos propósitos y de que el nombre de Adolfo Suárez figurará en ese aeropuerto o en cualquier otro sitio público y notorio.
Lo único que me extraña es que a estas fechas, o en cualquier otra, cuando se habla de lo mucho que hizo Adolfo Suárez en 1976-78 para favorecer democráticamente a los españoles, nadie recuerde que fuimos los españoles quienes desde 1980 a 1982 hicimos democráticamente todo lo posible para que Adolfo Suárez y sus partidos democráticos desaparecieran para siempre del escenario político español, cosa que conseguimos en 1982, muy pronto, hace ya 17 años.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5067
viernes, febrero 20, 2009
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