20-II-2009
Ya podría actuar siempre así el PP
EDITORIAL
Como poco, la sola apariencia de incorrección en algo tan grave debería haber provocado ya la dimisión del ministro y la inhibición de Garzón. Que ninguno de los dos lo haya hecho ya es el mejor indicio de su culpabilidad.
No cabe duda de que la cacería de Bermejo, Garzón, la Fiscalía y el grupo Prisa cogió al PP con la guardia baja. Es posible que ellos mismos se hubieran creído que si se portaban bien y no levantaban mucho la voz ante el nuevo régimen de Zapatero, sus terminales mediáticos no los atacarían y acabarían heredando el poder ante la indudable incompetencia socialista en la gestión de la crisis económica. Quizá haya sido ese mismo desengaño el que haya llevado a la derecha política, por una vez, a levantarle la voz a la izquierda tan alto como lleva haciéndolo la derecha social desde el 13-M.
En cualquier caso, sea cual sea la razón, es de agradecer que por una vez todo el PP, y no sólo Esperanza Aguirre, haya pasado al ataque en todos los frentes que tiene abiertos. Hasta es posible que produzca un cierto efecto balsámico en las divisiones internas, con la perenne y segura excepción de Gallardón, claro. Porque por mucho que Rajoy y compañía puedan quizá soñar con quitarse de en medio a Aguirre, son conscientes del peligro de que se vean afectados en sus expectativas electorales sus dos fortines de Valencia y Madrid, que harían imposible cualquier victoria electoral.
Otro gallo nos cantaría si cada vez que Garzón se hubiera saltado las más elementales reglas que deben guiar la conducta de un juez el PP lo hubiera demandado por prevaricación, como acaba de anunciar que hará si no deja inmediatamente en manos de un tribunal independiente y competente en la causa un sumario que nunca debió comenzar a instruir él y que ha convertido en una cacería política. Una operación que favorece al partido por el que se presentó al Congreso de los Diputados contra el partido contra el que se manifestó en las calles saltándose, por cierto, la guardia que le correspondía en la Audiencia Nacional.
Por supuesto, no se puede quedar ahí la cosa. El PP debe presionar para que se investiguen las filtraciones y también los fines de semana compartidos por el ministro furtivo Bermejo ("soy de izquierdas y como tal actúo"), el propio Garzón y el comisario general de la Policía Judicial. Que no se pierdan los populares en lo accesorio, por más grotesca y tardofranquista que resulte la famosa cacería, y se centren en lo esencial, que es la más que probable acción conjunta entre el PSOE y su juez estrella para publicitar un escándalo de corrupción en plena campaña electoral. Como poco, la sola apariencia de incorrección en algo tan grave debería haber provocado ya la dimisión del ministro y la inhibición de Garzón. Que ninguno de los dos lo haya hecho ya es el mejor indicio de su culpabilidad.
Tampoco la Fiscalía de Conde-Pumpido debería librarse de los ataques del PP. Las filtraciones, por más que sean ya costumbre, deberían ser investigadas y castigadas como el delito que son, por más que no quepa esperar gran cosa en este frente, especialmente cuando al actual ministro de Justicia se le abrió en su día un expediente disciplinario por unas filtraciones destinadas –oh, casualidad– a perjudicar también a Aguirre.
En cualquier caso, el brazo mediático empleado para toda esta operación es el viejo amigo de los populares, el grupo Prisa, ese mismo que el nuevo PP quería mimar. Pero parece que las cosas algo han cambiado también en ese frente. Así, Álvarez Cascos no ha dudado en llevar a los tribunales a la Cadena SER por no permitirle ejercer el derecho de rectificación, una práctica habitual en los medios de Prisa, como bien sabe nuestro colaborador Pío Moa. Pero no se ha limitado a ello, sino que ha realizado una crítica certera de la forma de actuar de esa máquina de picar carne humana, que para lograr vincular al ex ministro con las investigaciones de Garzón no ha dudado en afirmar que Correa comenzó sus relaciones con el PP porque Cascos así lo decidió... dos años después de que comenzara a ser proveedor del partido.
Puede que los actuales dirigentes de Génova no fueran escogidos por su capacidad para enfrentarse a cara de perro con el PSOE, sino para alentar "el diálogo" y reducir "la crispación", como si no hubieran sido Zapatero, Blanco y los suyos quienes se dedicaron a romper los puentes en la anterior legislatura. Pero al menos hay que reconocerles que, quizá lentamente y a trompicones, el actual PP ha elegido el camino correcto. Las elecciones obligan.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/ya-podria-actuar-siempre-asi-el-pp-47873/
jueves, febrero 19, 2009
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